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Hydrography
Ojos de San Jorge
Al suroeste y oeste de la ciudad de Albacete existía un conjunto de antiguos brotaderos, surgencias, lagunas y humedales. Los Ojos de San Jorge es un manantial que formaba parte de este conjunto que perduró hasta la segunda mitad del siglo XX. Las lagunas de El Salobral, Fuente del Charco, la Estacadilla, Hoya Vacas, Albaidel, Acequión, entre otros, son un ejemplo de esos humedales que existieron en la zona.
Cuando se pusieron en riego miles de hectáreas con aguas subterráneas en la década de los setenta del siglo pasado, estos humedales se secaron, al producirse un descenso de los acuíferos que los alimentaban por el uso.
El canal de los Ojos de San Jorge se construyó en el año 1483. Su objetivo era incrementar los caudales de otro canal existente en la zona y así conseguir la fuerza suficiente para poder mover los molinos.
El infante don Juan Manuel, infante de Castilla, fue el impulsor de esta obra en el siglo XVI y, de ella, se derivaron consecuencias decisivas para el futuro de Albacete. Las obras que permitieron el encauzamiento y canalización de las aguas hicieron posible recuperar muchas tierras que entonces permanecían encharcadas, también permitió poder regar otras. Pero no todo fueron cosas positivas, ya que, a principios de la Edad Moderna, esta red se encontraba ya en un profundo estado de deterioro debido, sobre todo, a la gran crisis agrícola, produciéndose inundaciones y varias catástrofes en la zona que además hacían poco saludable vivir en Albacete, llegando incluso a pensarse el abandono de esta villa. Unos problemas que resolvería la construcción del canal de María Cristina.
Cabe destacar que el agua procedente de los Ojos de San Jorge abasteció hasta principios de los años ochenta a la ciudad de Albacete, desde que el 15 de abril de 1905 el monarca Alfonso XIII apretase un botón eléctrico e hiciese brotar el agua en la fuente del Altozano. De esta manera se daba por finalizada una iniciativa que comenzó en 1835, cuyo precedente, a su vez, era un proyecto iniciado en 1793 durante el reinado de don Carlos III de Borbón.
La desecación del manantial milenario y el gran crecimiento de Albacete obligó a buscar agua en pozos muy profundos, hasta que el descenso alarmante de los acuíferos y la contaminación química de origen agrícola aconsejó utilizar las aguas del río Júcar como principal fuente de abastecimiento de la ciudad.
Por último, como curiosidad, indicar que este manantial se encontraba en terrenos de don Saturnino López, prócer albaceteño que los cedió para beneficio de la ciudad.