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Cultura
Calzada Romana restaurada
Las calzadas romanas constituyen una de los más antiguos y representativos vestigios que el imperio romano ha dejado como legado en medio mundo. Con el desarrollo del imperio se acabaría poniendo en marcha una red de vías que se extenderían a lo largo de más de 80.000 km que recorrían una treinta de países. El objetivo inicial de estos caminos fue el de facilitar el avance y desplazamiento de las tropas romanas entre los territorios conquistados. Con el paso del tiempo las vías se convirtieron en una pieza fundamental para la administración del imperio, así como para el impulso del comercio terrestre.
La calzada restaurada en este enclave gallego limítrofe con Portugal es la conocida como Vía Nova o Vía XVIII, que fue construida en el año 80 d.C. y contaba con unos 300 km de recorrido. Gracias a esta vía se unían las ciudades de Astorga y Braga (Portugal). Se trata de una de las calzadas romanas mejor conservadas y una de las vías romanas europeas con más miliarios, ya que cuenta con cerca de 281 de estas infraestructuras de piedra. En el caso de Vía Nova, además de servir para el control y gestión de los territorios por parte del imperio, este itinerario era especialmente útil porque servía para acceder hasta las numerosas minas de oro que se explotaban en aquella época en el noroeste de la Península.
Al igual que en el caso de Vía Nova, todas vías construidas se desarrollaron de acuerdo a tres parámetros esenciales: utilidad, solidez y belleza. Así, la puesta en marcha de la calzada romana suponía un laborioso pero efectivo trabajo que se basaba, fundamentalmente, en la acumulación de distintas capas de material. Para evitar que pudieran inundarse o que se produjese cualquier tipo de hundimiento las vías se construían incluyendo un leve abombamiento. Dado que uno de los principales objetivos de la calzada era el de conectar la ciudad de origen y de destino solían estructurarse en amplios tramos rectos. A lo largo del recorrido de este tipo de caminos se construían cada cierta distancia una infraestructura conocida como “mansiones”, que ofrecían un espacio en el que descansar y cambiar las caballerías.