Red de Caminos
Naturales
Etapa 29: Velilla de Ebro - Sástago
Descripción
Meandros encajados
Esta etapa tiene su punto de partida en el municipio de Velilla de Ebro, desde el cual se toma un camino destinado al tránsito de caballos, conocido como camino de herradura, que conducirá al senderista por la orilla izquierda del Ebro hacia la pequeña localidad de Alforque. Sin llegar a entrar en esta población se ha de tomar una pista que pasa junto a la Casa de la Barca y el azud de Cinco Olivas, para continuar por la carretera local que sube al mirador de las Tres Aguas. De esta manera el viajero se zambulle en el tramo de los meandros encajados del Ebro. Desde aquí, el camino permite disfrutar de una impactante panorámica cuyas únicas protagonistas son las sinuosas curvas que realiza el río. Finalmente, se salva el Ebro cruzando la huerta de Alborge por la que se darán los últimos pasos antes de llegar a Sástago. Así, ubicado sobre un escarpe sobre el estrecho istmo que forma el meandro de Montler, da la bienvenida el que está considerado como centro de servicios de la comarca.
El viajero se despide de la población Velilla de Ebro abandonando el núcleo urbano por su parque infantil. Apenas separan al caminante de los grandes campos un viejo molino harinero y la casa de las norias. Desde aquí se toma el camino de la Barca, por el carril más cercano al río, pasando cerca de lo que en otros tiempos era el conocido paso de barca. Aunque apenas queda hoy una caseta de abrigo que indica el pasado de este lugar, en su época era imprescindible utilizarlo para poder acceder a la estación de tren.
Los pasos del senderista continuarán sin entretenerse siguiendo vega abajo hasta llegar a la altura de la isla de Velilla, donde finalizan los cultivos de la margen izquierda y el Ebro se aprieta contra las laderas calcáreas de la formación de Sástago. Es momento de continuar por la pista girando hacia el norte, lo que sitúa de nuevo al senderista en dirección a Velilla, pero el Camino Natural del Ebro la abandona, subiendo unos metros por una ladera para posteriormente tomar, en dirección sur, una estrecha senda.
Comienza un recorrido por una zona más plana y horizontal, situada unos metros por encima del río, que nos llevará a vadear torrenteras y áreas de derrubios de las canteras de alabastro existentes en la zona y que continúan abiertas en la plataforma más elevada. Más allá, una serie de bancales viejos abren paso a tierras de gran pendiente que acaban en una caseta, introduciendo al viajero en los primeros campos de Alforque.
Continuando, se pasa cerca de un azud y de los restos del norial para, finalmente, llegar a Alforque. Despertará la curiosidad del senderista las distintas fechas talladas en los sillares de su iglesia gótico-mudéjar correspondientes a los siglos XVI y XVII. De esta forma se dejó constancia de un hecho fascinante: la Pequeña Edad de Hielo, época en la que las bajas temperaturas generalizadas en el continente llegaron a afectar de forma rigurosa este tramo bajo del Ebro, llegando a helarse el río.
En paralelo a este importante río se rodea el casco urbano de Alforque, pasando bajo la iglesia y su mirador y saliendo hacia el este. 450 m más adelante, se abandona la pista principal y, girando a la derecha, el camino se dirige a la orilla del río y a la casa de la Barca. Hoy día la famosa embarcación, traída en 1960 desde la localidad de Remolinos, se encuentra sumergida a escasos metros de la orilla.
El caminante proseguirá hacia el este, por una zona frondosa y ribereña, por la que se recorre la orilla del Ebro, y que pasará por un extremo del azud de Cinco Olivas. En este momento el camino gira y, tras superar una acequia, continúa, paralelo a la orilla.
Saludará al viajero a su paso un inmenso y solitario pino negral, desde el que aún se puede atisbar Cinco Olivas y su embarcadero en la otra margen del río, mientras que la pista muere en unos campos que llevan su roturación hasta la misma orilla. Desde aquí, una senda permite, tras un tramo de camino viejo y muy vegetado, acabar en la carretera local que une Alforque y Alborge, junto a la curva septentrional del meandro.
Por la carretera, constreñida entre el río y la ladera, se sube hasta al mirador de las Tres Aguas, situado 2,3 km más arriba; y, siguiéndola tierra adentro, se llega a un cruce en la entrada superior de Alborge donde el camino presenta una encrucijada: mirando hacia la izquierda, se puede seguir por la etapa 29.1, y por la derecha, se alcanza el casco urbano.
Alborge ajusta su callejero al pie de un promontorio culminado por los restos de lo que fue en su día el castillo que dio origen a esta villa que tiene mucho que visitar. Su bien conservado pozo de hielo, los restos de un norial junto a su isla, los componentes de una antigua prensa de aceite y un amplio listado de peirones de vitrina, enriquecen su rico patrimonio cultural.
Siguiendo dirección al río se sale hacia Sástago, por una plazoleta situada bajo la zona deportiva. Al llegar a la orilla, hay que seguir el camino de la izquierda, aunque a la derecha, a pocos metros, se puede visitar el estribo de la sirga del antiguo paso de barca a Cinco Olivas. Por la ribera, el camino sigue recto en dos cruces y desemboca en la carretera, poco antes de cruzar el puente sobre el Ebro. Pasada la infraestructura, se abandona el asfalto, descendiendo a la orilla del río, continuando hasta el parque fluvial, ubicado frente al azud e isla de la Noria y bajo el escarpe sobre el que se asienta el pueblo de Sástago.
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El azud de Cinco Olivas
El azud de Cinco Olivas remansa y encauza el agua hacia la margen derecha del Ebro para alimentar una minicentral que antes fue molino de regolfo y norial. Parte del agua también se encauza, a través de un túnel, hacia una de las centrales de Sástago. La isla que se forma aguas abajo del azud está colonizada por olmos y tamarices, formando un espeso bosque. Sobre la vertical del azud se levanta el fortín de Sástago, del siglo XIX, en conexión óptica con los baluartes de Mocatero, en Escatrón, o el castillo de la Palma, en Sástago.