Red de Caminos
Naturales
Etapa 31: Escatrón - Chiprana
Descripción
Buscando la salada de Chiprana, dejando el río para adentrarse en la estepa
Este tramo del sendero del Ebro discurre por dos sectores bien diferenciados, pues de la ribera del río se pasa a las estepas que lo circundan para acercarse al valioso enclave de la salada de Chiprana. Así, los primeros kilómetros acompañan al Ebro, que ya se presenta embalsado, aprovechando la antigua acequia de Gotor y pistas agrícolas. Después, se cruza la carretera de Escatrón a Caspe y, por la vía pecuaria de Piarroyos, se llega a la Reserva Natural de la Salada de Chiprana. Un espacio natural único en el mundo por sus características geológicas y la flora y fauna que acoge. Siguiendo la cabañera se vuelve a la vera del río para entrar por fin en Chiprana.
En la orilla derecha del Ebro, junto al embarcadero y albergue de Escatrón, se sigue por el parque fluvial, que guiará los pasos del senderista por el extremo del azud de Rueda. A los 600 m, la vista se topa con los almacenes que la Real Compañía de Canalización del Ebro construyera en 1958 para sus líneas de navegación entre Tortosa y Escatrón. Un poco más adelante, se deja la pista cuando ésta gira a la derecha para acceder al casco urbano, mientras que, continuando de frente (este) por un carril frondoso, se llega a la desembocadura del río Martín. Es preciso continuar remontando su cauce fósil (el funcional discurre unos metros más adelante) hasta un puente iberorromano, obra en ladrillo y piedra, con dos ojos y un tajamar.
Poco más de 250 m serán necesarios para alcanzar la vieja carretera de Caspe, pasando bajo ella el camino vuelve a subir y cruza el río Martín. Será al otro lado del puente donde se sitúa una pista, a la izquierda (norte), que desciende paralela al río. El Camino Natural la toma y, en apenas 40 m, se desvía de ella a la derecha para entrar entre dos parcelas y tomar un viejo camino que, en ascenso, lleva al poblado iberorromano de El Pueyo. Desde el collado donde se ubica, baja un carril que conecta con otro mayor y que, en unos 700 m, llega a un cruce con isleta en medio. Los pasos del senderista seguirán de frente, atajando el meandro de Gotor, hasta una caseta de extracción de agua, a orillas de Ebro.
A partir de este punto, bien por senda o bien por pistas, se rodea la Vuelta de Valero. Siempre sin perder de vista el Ebro, a veces bajo escarpes de arenisca, en compañía de pinos y salvando varios barrancos. Finalmente, se alcanzan unas naves ganaderas, conocidas en la zona como los mases de Torjué, en la Vuelta de Moros. Poco después, se superan las casetas de la Cerollera y el camino gira al suroeste buscando una pista principal. Tras entrar en una vaguada que se aleja del curso del Ebro, se toma un desvío a la izquierda que lleva directamente a un resalte sobre las aguas del embalse, con una caseta de captación de agua, un refugio de ribera y un buen mirador sobre la amplia curva del río, lugar muy frecuentado por los pescadores. Partiendo entonces desde el tubo de captación, se sigue por un escalón en la roca que, a los 100 m, se convierte en senda y gira adentrándose en el barranco de los Cados. Habrá que cruzar su cauce, cerca de un acueducto de bella ejecución, que destaca por la pérdida de su ojo central y único. Al otro lado, la senda vuelve a la vertiente del río y, por ladera muy abrupta, llega hasta la antigua huerta de Bacón, hoy ocupada por un tarayal.
Comienza entonces un ascenso progresivo que aleja al senderista de la orilla del río, a la que ya no regresará hasta el final de la etapa. En un cruce, en el que se sigue recto, pueden apreciarse los restos del balsete de Chipranescos. A éste seguirán otros tantos cruces más en los que se va cambiando de camino (izquierda, derecha, derecha y, finalmente, izquierda) para salir finalmente a la carretera vieja A-221, de Caspe a Escatrón. Se ha de seguir por esta infraestructura, hacia la izquierda, pasando un rodal de pinos, hasta cruzar la carretera actual y continuar, enfrente, por un camino que desciende y desemboca en la cabañera de Piarroyos. En este punto es donde se encuentra con la Ruta Jacobea del Ebro. Posteriormente, se atraviesa una zona estrecha, entre peñascos de arenisca (paleocanales), tomada la mano izquierda, y se deja atrás una balsa y un cruce. El trazado sigue recto, pero el visitante puede tomar el carril de la derecha, unos 200 m, para contemplar las saladas de Chiprana. La Salada Grande es la laguna salada permanente más profunda de Europa –de 5,6 m a 3,6 m de profundidad–. Un singular enclave cuyo conjunto ha sido declarado Reserva Natural Dirigida.
Siguiendo dirección este desde el cruce se continúa por amplia cabañera, hasta llegar a la carretera A-221, muy cerca del puente sobre el barranco Regallo. Al otro lado, la ruta toma una entrada, a la izquierda, y la sigue, en paralelo a la carretera, hasta un área de descanso que da la bienvenida al visitante con el monumento del Camino de Santiago. Con esta estructura aún en la retina, se toma un carril de tierra que se aproxima al río pero que, antes de llegar a su cauce, toma otro, en este caso ascendente, que se acerca a un promontorio cercano al embalse. Se debe girar a la derecha, bordeando un campo de almendros, para tomar una traza que asciende en dirección este hasta acabar subiendo a la pequeña carretera que comunica Chiprana con su estación de tren. El fin está cerca ya y, en pocos metros, se alcanza la rotonda que marca el acceso a la localidad de Chiprana.
Enlaces de interés
Puntos de interés
Cultura
- Monasterio de Nuestra Señora de Rueda
- Poblado ibero romano de Cabeza de Muel
- Puente ibero romano del río Martín
- Almacenes Real Compañía de Canalización del Ebro
Hidrografía
Infraestructura
Municipio
Parador
Perfil
Destacados
Información adicional
Monasterio de Rueda
A pesar de encontrarse en el término municipal de Sástago, desde el mirador de Escatrón se tienen unas espectaculares vistas del conjunto monumental del monasterio de Rueda, que se yergue al otro lado del Ebro. El nombre de este espectacular complejo le sería impuesto por la monumental noria (rueda) que servía para su abastecimiento de agua, y es, junto a los monasterios de Veruela y Piedra, una de las joyas más importantes del arte cisterciense en Aragón, conservando, además, la totalidad de las dependencias medievales.
Su origen se remonta a 1182, cuando el rey Alfonso II de Aragón cede a los monjes el castillo y villa de Escatrón. A partir de 1202 comenzarán a llegar los monjes para fundar el actual monasterio, construyendo una pequeña iglesia dedicada a San Pedro y, años después (1225), de la mano del monje arquitecto Fray Gil Rubio, comenzó el templo bajo la advocación de Nuestra Señora de Rueda, consagrándose la iglesia en 1238. A partir del segundo tercio del siglo XIII, el monasterio recibió numerosas donaciones y también la protección de los Reyes de Aragón Jaime I el Conquistador, Pedro III, Jaime II y Pedro IV.
En la segunda mitad del siglo XVI, el abad Rubio comenzaría a construir la galería de la Plaza de San Pedro. En el siglo XVII, bajo el mandato del abad Juan Hugarte continuaron estos trabajos que comprenden la galería, hospedería, palacio abacial, portería y puerta real.
A principios del s. XIX los monjes abandonaron el monasterio ante la amenaza de las tropas francesas durante la guerra de la Independencia. Retornarían al término de ésta, cinco años después, aunque tras la desamortización de Mendizábal la comunidad abandonó el monasterio y sus bienes fueron vendidos.
Con el abandono comenzó la degradación del conjunto, a pesar de haberse declarado Monumento Nacional en 1924. Este abandono y deterioro acabó cuando la Diputación de Aragón se hizo con la titularidad de la totalidad de las tierras y edificios, con el compromiso de restaurar el conjunto. Las labores comenzaron en 1991, terminando en 2003, abriéndose un establecimiento hostelero en las dependencias del monasterio.