Red de Caminos
Naturales
Etapa 26: Zaragoza - El Burgo de Ebro
Descripción
En la Reserva Natural de los Galachos del Ebro
El primer tramo de esta etapa discurre por plena ciudad de Zaragoza, recorriendo la ribera del Ebro por el paseo de Echegaray y Caballero y el parque de la Unión. Tras pasar la desembocadura del Huerva, el itinerario se interna en el soto de Cantalobos y la huerta de Las Fuentes y pasa junto a la curiosa población amurallada de La Cartuja Baja, que antaño fue un monasterio. Más adelante se llega al galacho de La Cartuja, parte de la Reserva Natural de los Galachos de La Alfranca de Pastriz, La Cartuja y El Burgo de Ebro. Siguiendo este valioso espacio protegido se alcanza el casco urbano de El Burgo de Ebro, final del recorrido.
El camino arranca desde el parque de Macanaz, tras el cual se alcanza en seguida el puente de Piedra que ayudará a cruzar el río Ebro. Se llega así a su margen derecha y, con ella, el senderista entra en el paseo de Echegaray y Caballero, pasando junto al puente del Pilar o también conocido como puente de Hierro.
Después, la ruta se introduce a la izquierda por el parque de la Unión, donde recibe al senderista su particular arbolado de ribera, para cruzar, poco después, la desembocadura del río Huerva por una pasarela. El recorrido prosigue bajo el puente de la Unión, justo junto a un azud, y continúa bajo los puentes de Giménez Abad y del Ferrocarril, punto de inicio del soto de Cantalobos y de la Reserva Natural de los Sotos y Galachos del Río Ebro. Entonces, el camino bordea la huerta de Las Fuentes, donde el Ebro dibuja una curva y deja, en la orilla opuesta, la desembocadura del río Gállego. Una vez superado el soto, el sendero se introduce en una pista de tierra situada junto a la actual mota de defensa y supera La Cartuja Baja.
Este monasterio barroco, construido entre 1651 y 1767, sería abandonado tras la guerra de la Independencia y la desamortización del Trieno Liberal. Esta construcción, conocida también como Cartuja de Miraflores, fue rehabilitada durante el reinado de Fernando VII, pero finalmente quedaría deshabitada entre 1835 y 1836. Fue entonces cuando surgiría el barrio al que cedió su nombre: barrio de La Cartuja Baja. Curiosamente, el trazado de este histórico barrio coincide con el de las galerías y pasillos de las antiguas construcciones. Hoy se conservan algunas de gran valor: iglesia, procura, hospedería, portería, sacristía, refectorio y claustro (hoy Huerto Frisón).
Dejando atrás esta curiosa población, el trazado se acerca a la Reserva Natural de los Galachos de La Alfranca de Pastriz, La Cartuja y El Burgo de Ebro. El senderista podrá entonces disfrutar de la belleza de un entorno privilegiado desde el Mirador de La Cartuja, situado en una estratégica y elevada posición. Al mismo tiempo, el trazado se acerca a la autopista A-68, tanto que, entre el galacho y la carretera, se debe avanzar en un momento dado por una pasarela construida al efecto.
El Ebro, con su dinamismo fluvial de grandes avenidas e inundaciones, ha creado un impresionante conjunto de paisajes y ecosistemas ribereños de 775 ha. Así, este galacho es resultado de los cambios de trazado que ocasionaron tanto las crecidas de los años 50 como las acciones humanas posteriores para contrarrestar la furia del río. Un ecosistema fluvial propio del curso medio del río en el que abundan bosques de ribera que suponen pequeñas selvas con gran variedad de especies arraigadas. Esta zona es, además, un importante refugio de aves (catalogado como ZEPA), donde destacan el martinete, el cormorán, la garza imperial, la garceta común y la garcilla bueyera, así como las anátidas.
Una vez superado el galacho, el sendero continúa avanzando paralelo a la autopista A-68. El camino se desvía a la izquierda (noreste) y prosiguiendo por la cañada real se acerca al galacho de El Burgo, en un lugar conocido como La Mejana. Con la Torre de Santa Ana a la espalda, la ruta se desvía de nuevo a la izquierda y se separa de la cañada.
A la derecha, después de superar unos pocos metros, el senderista descubrirá una balsa rodeada de vegetación donde se halla un área de descanso. La pista sobrepasa al panel que anuncia la llegada a la localidad de El Burgo de Ebro, que ofrece numerosos servicios y cuyo pasado agrícola de regadío ha dejado espacio a la industria. Una población de larga historia, como así atestigua el yacimiento de La Cabañeta, un campamento militar del siglo II a. C., que, con el paso del tiempo, vio cómo los moriscos convirtieron estas piedras en su hogar.
Posteriormente, el Burgo de Ebro dependería de Zaragoza hasta su constitución en municipio tras la guerra de la Independencia. En su día contó con la parroquia tardogótica de San Pedro, sustituida por otra de fábrica moderna con la misma denominación. Además, destacan las ermitas de San Jorge y la de Nuestra Señora de Zaragoza la Vieja.
Enlaces de interés
Perfil
(calculado según criterios MIDE para un excursionista medio poco cargado)
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Información adicional
Zaragoza
Capital de la Comunidad Autónoma Aragonesa, ubicada a orillas del Ebro, Huerva, Gállego y del Canal Imperial de Aragón, supone un importante nudo de comunicaciones. Ocupada por un asentamiento celtíbero (Salduie), la fundación de Caesaraugusta se retrotrae al siglo I a. C., cuando Octavio Augusto concedió tierras a legionarios veteranos. De entonces se conservan tramos de su muralla, el foro, las termas, el puerto fluvial y el teatro.
Con la llegada de los musulmanes surgió en Saraqusta un barrio mozárabe, una judería, la mezquita y se levantó el palacio de la Aljafería (siglo XI). Tras la reconquista (1118), la mezquita se convirtió en seo de San Salvador y se construyeron iglesias y torres mudéjares, como San Pablo y la Magdalena (siglo XIV), y el puente de Piedra (XV).
La prosperidad del XVI motivó la construcción de la Lonja, el palacio de los Zaporta o la Universidad; mientras que en el siglo XVII aumentó la devoción pilarista y comenzó la obra barroca del templo, donde pintaron Goya y los hermanos Bayeu. En 1808 y 1809 se vivieron dos sitios frente a las tropas napoleónicas, con gran diezma de la población y destrucción material.
El último tercio del XIX fue decisivo con la llegada del ferrocarril y, a partir de 1908 (con la celebración de la Exposición Hispano-Francesa), se iniciaron grandes cambios urbanísticos, como el desarrollo de la Gran Vía, el paseo de Sagasta y el parque Grande. En los 80 se potenciaron grandes servicios e infraestructuras y, en los últimos tiempos, la Expo 2008 ha servido de escaparate de la modernidad de una ciudad a la que contemplan 20 siglos.