Puntos de Interés
Municipio
Oliva
Por su estratégica posición, el municipio valenciano de Oliva ha sido asentamiento de distintos pueblos a lo largo de su historia.
Íberos, romanos y musulmanes habitaron estos territorios dejando importantes yacimientos en la zona y convirtiendo al municipio en un paradigma del panorama arqueológico de nuestra península.
El despegue de Oliva se dio durante la ocupación musulmana, de hecho, su denominación proviene de la palabra Awriba y dependía de la taifa de Ibn al-Abbar. Tras la conquista cristiana de Jaime I en el siglo XIII, musulmanes y cristianos compartieron asentamiento, los primeros en la zona alta o arrabal mientras que los segundos se instalaron en la villa, a los pies de la montaña de Santa Anna. Esto supuso una época de esplendor en la que Oliva se sitúa a la cabeza de la producción de azúcar. Pero con la expulsión de los moriscos, los campos se abandonan y comienza la decadencia del territorio.
La recuperación del municipio pasa por dos momentos fundamentales en los que se da un nuevo enfoque a la agricultura. El comienzo de este despegue viene protagonizado por el cultivo de arroz y morera, promovido por la expansión de la industria textil de la seda. El segundo vendría en el siglo XIX de la mano del producto valenciano por excelencia: la naranja, que ha centrado la economía de la zona hasta nuestros días acompañada de la industria alfarera y, más recientemente, el turismo.
Oliva atesora gran cantidad de patrimonio religioso, militar y civil. Merece la pena visitar el castillo árabe del Castellar, en un enclave de leyenda con sus torres y ataludes y el castillo de Santa Ana, cuya finalidad era proteger el litoral de los piratas berberiscos construido por el virrey de Valencia, ambos declarados Bien de Interés Cultural. A ellos se une el Palacio de los Centelles, del gótico renacentista, punto de vigilancia que dominaba la villa de Oliva y del que solo se conserva una torre.
Por otra parte, también tenemos la iglesia de Santa Maria la Mayor, que inaugurada en 1787 posee tres naves de estilo neoclásico, una capilla gótica y un precioso arco apuntado del gótico-mudéjar. Le acompañan la iglesia de San Roque, levantada sobre la antigua mezquita en el siglo XIX y la iglesia de San Francisco de Asís, construida en 1954, de estilo moderno. Se recomienda igualmente acercarse hasta la capilla de la Virgen del Rebollet, en el Convento de las Hermanas Carmelitas, donde se guarda una de las representaciones marianas más antiguas de Valencia. Por último, mencionar las ermitas de San Vicente, construida sobre la muralla de Oliva y la de San Antonio, del siglo XVIII.
Los olivenses celebran las fiestas en honor de los patrones de su ciudad, la Virgen del Rebollet y el Santísimo Cristo de San Roque, el 8 de septiembre y el 3 de mayo respectivamente. Es lo que se conoce como Fiestas Mayores. Además, al igual que en muchos otros pueblos valencianos, se celebran las populares Fallas y los Moros y Cristianos en el mes de julio.