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Cultura
Ermita de San Agustín
La pequeña ermita de San Agustín data del año 1714. El objetivo de esta construcción era poder dotar a la población de la zona, distribuida en caseríos muy alejados los unos de los otros, de un lugar de culto donde acudir y poder reunirse.
La inversión para levantar el templo fue costeada íntegramente por los vecinos, motivo por el cual el edifico original era muy modesto. Aún se conserva parte de este edificio primigenio, en concreto la nave, que estaba que presenta cubierta a dos aguas y está rematada con teja.
A lo largo de los años ha sido protagonista de distintas ampliaciones y remodelaciones hasta llegar a su estado actual. El arte mudéjar es fácilmente identificable en la fachada del complejo, cuya puerta está enmarcada dentro de un alfiz pintado de blanco y elaborado en cantería.
El templo está rodeado por una barbacana, una estructura defensiva medieval que actuaba como muro de contorno. Se levantó en el siglo XVIII y consta de tres aperturas. Dos de ellas están ubicadas en los muros que dan al sur y al norte y tiene forma adintelada. La tercera constituye una portada en la fachada principal, en la que se ha utilizado la técnica de la cantería vista y está rematada en un arco de medio punto, adornado con distintas dovelas que alternan colores claros y oscuros.
Destaca el presbiterio, cuya altura es más elevada y que está cubierto con pequeños trozos de adobe y en el cual sobresale una cruz elaborada en madera situada en el chapitel. También cuenta con una pequeña sacristía de dos plantas, adosada a la cabecera.
En el interior se guardan pequeños tesoros artísticos como un óleo sobre lienzo dedicado a las animas del purgatorio, y una proyección de candelero del siglo XVIII, de San Agustín a quien se santifico esta ermita. Esta proyección destaca por tener la cara y las manos talladas en madera policromada.