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Cultura
Castillo de Fuentidueña
Conocido también como castillo de los Piquillos o de Doña Urraca, de esta fortaleza tan solo quedan en pie la torre del homenaje, un muro y los restos de algunas torres. Ampliado o reconstruido en el siglo XIV, el castillo era de planta irregular, construido en tapial, y sobresalía sobre todo su torre del homeaje (torre de los Piquillos) que se alza hasta los 30 m de altura.
Se cree que pudo ser construido en el siglo XII. Después de que Alfonso VI conquistara estas tierras a los musulmanes se abandonó la fortaleza de la Alarilla, en la otra orilla del Tajo, y se comenzó la construcción de este castillo para que también tuviera función residencial. Estuvo en manos de la orden de Santiago, encargados de la defensa de esta región.
Ha sido residencia de personajes ilustres: el mismo Alfonso VI, que comparte con su mujer Zaida (hija del rey moro de Sevilla) y Alfonso VIII hace testamento en sus muros. La mujer de Alfonso I de Aragón, Doña Urraca también reside en el castillo. Algunos residentes involuntarios fueron el adelantado Pedro Manrique, encarcelado por órdenes de Juan II, Álvaro de Luna, marqués de Villena, prisionero por sus diferencias con la orden de Santiago de la que era comendador o Diego López Pacheco, segundo marqués de Villena.
En el siglo XIX durante la guerra de la independencia, el castillo fue expoliado, utilizándose sus piedras para construir otras fortificaciones. Por encontrarse en la parte más alta del pueblo, en la explanada se construyó un depósito de agua.
El acceso a las ruinas del castillo es gratuito y desde el mirador construido sobre el depósito de agua se tienen unas magníficas vistas de Fuentidueña y de todo el valle del río Tajo.