Red de Caminos
Naturales
Etapa 2: Arancón - Masegoso
Descripción
La vía Antonina
La segunda etapa del Camino Natural del Agua Soriano sigue los pasos de la Vía XXVII del Itinerario Antonino por un trayecto de 20 kilómetros que discurre entre las localidades de Arancón y Omeñaca y los despoblados de La Pica y Masegoso, coincidiendo en buena parte con el tramo de la calzada romana que unía Augustóbriga y Numancia.
Los miliarios romanos de Arancón, que pertenecieron en su día a la Vía XXVII o Vía Antonina, ponen el punto de partida a una segunda etapa ligada estrechamente al tramo de esta calzada romana que cruzaba la provincia de Soria, y que comunicaba las poblaciones de Uxama (Osma), Voluce (Calatañazor), Numancia (Garray) y Augustóbriga (Muro).
Para ello, saldremos de Arancón por el camino de Carramediana con dirección a Omeñaca, el siguiente punto en el Camino del Agua Soriano. En esta etapa, el sendero discurre casi en paralelo a la vía del tren de la línea Soria-Castejón, hoy abandonada, y muy cerca de la antigua calzada romana, coincidiendo con ella en algunos de sus tramos.
Después de salir de Arancón, avanzaremos por el camino de Carramediana durante un kilómetro y medio, aproximadamente, y cruzaremos la vía férrea, para volver a coincidir con el trazado de la calzada romana. Continuaremos caminando en dirección al Este y en paralelo a la línea de ferrocarril. Primero, lo haremos por el sur de la vía, hasta la Cañada Real Soriana Oriental. Después, volveremos a cruzar la vía férrea hacia el Norte y continuaremos avanzando en paralelo a ella durante algo más de un kilómetro para volver a cruzarla hacia el Sur, siguiendo un cordel de ganados.
Llegaremos así a la carretera de Calderuela, donde giraremos en dirección al Sur por una pista que lleva hasta la carretera nacional 122. Cruzaremos la N-122 y seguiremos avanzando hacia el Sur para tomar la V-3613, por la que continuaremos caminando durante 1,3 kilómetros. A esta altura, tendremos la opción de desviarnos a la izquierda por el camino del Conejo, que nos conducirá hasta La Pica, o continuar de frente y recorrer los apenas 500 metros que nos separan de Omeñaca.
Situada al sur de la Sierra del Almuerzo, y al pie de la Sierra de la Pica, Omeñaca es una pequeña población de la comarca del Campo de Gómara que pertenece al municipio de Alarcón. En Omeñaca encontraremos la iglesia de Nuestra Señora de la Concepción, del siglo XII, y de origen románico, del que destaca su pórtico, relacionado por una leyenda con los Siete Infantes de Lara. El templo actual es el resultado de la evolución del primitivo edificio románico a lo largo de los siglos.
Volviendo sobre nuestros pasos y retomando el Camino Natural donde lo dejamos, en las inmediaciones de Omeñaca, continuaremos caminando unos 3,8 kilómetros hasta llegar a La Pica, un despoblado situado sobre un promontorio que domina la vega del río Rituerto, en la ladera noreste de la Sierra de la Pica, donde los matorrales de tomillo (Thymus vulgaris) y espliego (Lavandula angustifolia), y alguna encina dispersa (Quercus ilex), salpican el paisaje.
El término de La Pica fue declarado como despoblado en 1496 y las propiedades quedaron en manos de los sucesores del regidor Juan de Saravia. En 1684, se instituye un título nobiliario sobre el despoblado, el marquesado de La Pica, que desde su creación ostentaba una familia chilena, los Bravo de Saravia, descendientes del linaje de los Salvadores.
Hoy en día, La Pica pertenece al municipio de Tajahuerce y allí encontraremos una torre defensiva, la conocida como Torre de la Pica o Torre de los Salvadores, que en su día formó parte de una red de vigilancia junto a las torres de Aldealpozo, Castellanos del Campo o Masegoso.
Los últimos habitantes de La Pica abandonaron el lugar en el siglo XVIII y, en la actualidad, todavía se conservan restos de lo que fue el palacio de los Bravo de Saravia. En los alrededores también se encuentran las ruinas de una pequeña iglesia románica y una fuente-pozo que ha sido restaurada, junto a una pequeña área de descanso.
Desde La Pica, tomaremos dirección norte durante 1,5 kilómetros y rodearemos El Cerrillo, hasta la mojonera con Aldealpozo, por una senda que parte de la margen derecha del camino. A partir de aquí, proseguiremos por la pista hasta Tajahuerce y a poco más de un kilómetro nos desviaremos a la izquierda por un camino que nos llevará hasta Masegoso. En este despoblado podremos admirar su conocido torreón que, elevado sobre una amplia planicie, se halla al pie de la calzada romana.
Por este tramo, que coincide en parte con la Vía XXVII, también pasaremos junto al puente romano de Masegoso, sobre las aguas del Rituerto. El puente de Masegoso, con más de diez metros de longitud, consta de tres bóvedas de cañón simétricas y su estructura está realizada en una excelente sillería; el resto es de mampostería.
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El Itinerario Antonino
El llamado Itinerario Antonino o Itinerario de Antonino es una recopilación de rutas del Imperio Romano que data del siglo III, aunque sólo se conserva una copia del siglo IV, de la época de Diocleciano. En él no aparecen todas las vías romanas, aunque sí deja constancia de 372 caminos que figuraban en el Registro de Pretor, es decir, las vías que formaban parte del Estado, de las que 34 correspondían a las provincias de Hispania.
En cada ruta de la red viaria romana se identificaban las millas, correspondencias y mansiones (paradas en una calzada romana para el uso de oficiales en sus viajes por el Imperio). La gran labor de los topógrafos de la época, no solo sobre distancias entre núcleos urbanos y señalización de vías, sino también sobre obstáculos, puentes, etc., puso la base de los mapas posteriores.
Las irregularidades de las etapas y los bruscos cambios de dirección de muchas de las rutas recogidas en el Itinerario de Antonino han intrigado a los estudiosos y han dado lugar a diversas teorías sobre la verdadera índole del documento que, como “guía de caminos”, parece que desorienta al viajero con frecuencia.
La Vía XXVII
La que tiene el número 27 en el Itinerario Antonino se llamó via Asturica per Cantabria Caesaraugusta y unía las actuales ciudades de Astorga y Zaragoza, siguiendo el valle del Duero. La Vía XXVII ha sido datada en el siglo I a. de C. y atribuida al emperador Octavio Augusto. Existía ya en tiempos de Tiberio y Nerón, y fue reconstruida por Trajano. El tramo soriano pasaba por Uxama (Osma), Voluce (Calatañazor), Numantia (Numancia) y Augustobriga (Muro). Después, entraba en tierras aragonesas, pasaba por Turiasso (Tarazona) y, desde allí, continuaba hasta Caesaraugusta (Zaragoza).
La existencia de este tramo de la calzada ya se conocía desde el siglo XVI gracias al cronista aragonés Jerónimo Zurita, pero fue el ingeniero de caminos y miembro de la Real Academia de la Historia Eduardo Saavedra (1829-1912) quien localizó la Vía XXVII entre Uxama y Augustóbriga en el siglo XIX, a propósito de los estudios para el proyecto de la línea férrea entre Burgo de Osma y Soria por parte de la Compañía del Ferrocarril del Noroeste, de la que era ingeniero jefe de obras.
Saavedra describió físicamente el camino y las antigüedades que en él encontró en su “Descripción de la vía romana entre Uxama y Augustóbriga”, publicada por la Real Academia de la Historia en 1879. En esta investigación alterna sus conocimientos geográficos con las descripciones e itinerarios de los escritores romanos y la información aportada por los vestigios epigráficos que halló en sus excavaciones, consistente en una abundante serie de miliarios y otras inscripciones.
El Camino Soriano de Santiago
Omeñaca se encuentra situado en el Camino Soriano de Santiago, también llamado Camino Castellano-Aragonés, una ruta alternativa al Camino de Santiago del Ebro. La ruta jacobea de Soria está ligada en su origen a la Vía XXVII, puesto que se dice que Santiago el Mayor, después de predicar en Galicia, se dirigió a Zaragoza por este camino, evangelizando a su paso algunas poblaciones situadas en este tramo de la calzada romana, que durante muchos siglos fue uno de los ramales utilizados por los peregrinos para llegar a tierras gallegas.
Este ramal del Camino de Santiago entre el Ebro y el Duero ascendía desde la desembocadura en Amposta hasta Zaragoza y desde allí hasta Gallur, situado en la ribera derecha del Ebro, en el denominado Somontano del Moncayo. En Gallur, el trayecto se desviaba hacia el Oeste, pasaba por Soria y enlazaba en Santo Domingo de Silos (Burgos) con la Ruta de la Lana, que venía de Valencia por Cuenca. Otra alternativa era la utilizada por los peregrinos de la zona de Sagunto que, después de pasar por Teruel y Catalayud, llegaban a la ciudad de Soria y continuaban el camino descrito anteriormente.
Actualmente, el Camino de Santiago Castellano-Aragonés discurre en parte por la calzada romana de Asturica a Caesaraugusta y por el Camino Natural del Agua Soriano-Camino Antonino. La ruta atraviesa lugares de enorme valor cultural y paisajístico, como las localidades de Borja, Tarazona, Ágreda y la ciudad de Soria, y espacios naturales como el Parque Natural del Moncayo, la Sierra del Madero, el Cañón del Río Lobos o los Picos de Urbión.
Los despoblados
Durante la Baja Edad Media, en el Sistema Ibérico castellano prolifera la despoblación de pequeños núcleos situados en las serranías. En Tierras de Soria y de Ágreda este fenómeno tuvo especial incidencia durante el siglo XV, dando lugar a conflictos por el aprovechamiento agropecuario de los terrenos de estas pequeñas aldeas abandonadas.
Para que un lugar perdiera su condición de entidad de población no era necesario que fuera abandonado completamente, bastaba con que quedaran menos de cinco vecinos para que fuera declarado como despoblado (derraygado). El término se incorporaba entonces a los realengos, aunque se mantenía el derecho de propiedad a los particulares que los tuvieran reconocidos y pudieran demostrarlo.
En muchos casos, la despoblación de estos lugares fue aprovechada por miembros de la oligarquía que, buscando su expansión señorial, usurparon numerosos términos para incrementar sus tierras de labranza, apropiándose de terrenos comunales y baldíos de la entidad de población desaparecida.
Las torres vigías
En la zona del valle del Rituerto y el Campo de Gómara abundan los restos de edificaciones árabes que en su día formaron parte del sistema defensivo de la frontera cristianomusulmana. A principios del siglo X, los cristianos consiguen desplazar la frontera hasta el Duero y el Califato de Córdoba decide reforzarla con distintas construcciones defensivas.
Torres como las de La Pica, Aldealpozo, Castellanos del Campo, Noviercas o Masegoso pertenecían a esta red defensiva. La mayoría de ellas son de origen bereber y han quedado incluidas en la denominada Ruta de los Torreones, que discurre por el entorno del Moncayo.
Estos torreones también fueron lugar de refugio para la población local en caso de asedio. Solían tener una cámara que hacía las veces de granero y un pozo que se alimentaba de un manantial, con el fin de asegurar la resistencia en caso de un sitio prolongado.
Todas estas torres se caracterizan por su robustez, aislamiento y altura. Son de planta rectangular, con una entrada elevada, a la que se accedía por una escalera que era retirada en caso de asedio. En algunos casos, como el de la torre de Masegoso, las paredes se estrechan en altura y la mayoría apenas tiene ventanas.
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Ciclabilidad
Esta Cicloetapa se corresponde a las etapas 1 a 3 del Camino Natural
TIPO DE FIRME, PORTEOS Y DIFICULTAD
RECOMENDACIONES DE SEGURIDAD
-Tramos compartidos con senderistas y vehículos agrícolas .
-Tránsito por el centro algunos núcleos poblacionales.
RECOMENDACIONES GENERALES
-Infórmate sobre los aspectos técnicos de la ruta y sobre la meteorología del día.
-Cuida del medio ambiente. Procura no molestar a los animales ni deteriorar la vegetación. Respeta las zonas privadas.
-Debes dar prioridad a los peatones y cumplir con las normas generales de circulación.
-El entorno por el que vas a circular es abierto, de libre circulación y escenario de múltiples actividades (deportivas, forestales, ganaderas y agrícolas). Mantén una actitud comprensiva, prudente, responsable y respetuosa.