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Culture
Cueva de Catalina Cardona

La Cueva de doña Catalina de Cardona, fue la morada y el refugio de la beata carmelita, quién movida por la fe decidió llevar una vida ermitaña. Se trata de una cueva, excavada en roca, situada en el municipio conquense de Casas de Benítez.
Catalina de Cardona, nacida en 1519 en Barcelona, en el seno de familia noble de los Cardona, Barones de Bellpuig, como hija ilegítima del virrey de Sicilia y Nápoles. A muy corta edad fue ingresada en un convento de capuchinas y a los trece años fue dada en matrimonio.
Una vez viuda decidió volver al convento para volver a abandonarlo poco después para instalarse en la corte del rey Felipe II, siendo la aya y cuidadora de los príncipes don Carlos y don Juan de Austria.
En el año 1562, cansada de la vida palaciega y arrastrada por sus deseos de penitencia y espiritualidad, decide huir de la corte, para hacer penitencia en los montes de La Roda, a los márgenes del río Júcar. Para terminar instalándose en una cueva donde permanecerá oculta, hasta que cuatro años más tarde es descubierta por un pastor. La voz se corrió por todo el reino de Castilla y la cueva empezó a recibir numerosas visitas de peregrinos y habitantes de los municipios cercanos, que eran atraídos por la curiosidad de ver a una mujer de tan alta cuna con una vida eremita.
Catalina, cansada de las interrupciones de los peregrinos que perturbaban su vida ermitaña, mando construir, en el año 1572, el convento de Nuestra Señora del Socorro bajo la advocación de los Carmelitas Descalzos. Para ello recurrió a sus contactos en la corte, y finalmente fue construido el padre Ambrosio Mariano, quién unió el convento, mediante una galería subterránea, con la cueva de la penitente.
Cinco años después, en 1577, doña Catalina fallece en su cueva y en 1603 el convento fue trasladado a La Jara.
El acceso a la cueva es a través de una puerta enmarcada en un arco de medio punto y en su interior no existen grandes salas ni pasillos, solo recovecos o pequeñas estancias conectadas por un entramado de estrechos túneles.
Actualmente tan solo se conserva la entrada de la cueva y, en el paraje de la izquierda, algunas ruinas pertenecientes al antiguo convento. La cueva se encuentra completamente abandonada y su acceso es complicado, no obstante, fue declarada Monumento Histórico-Artístico dada su gran relevancia histórica.