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Culture
Monumento al ganchero

Este monumento, construido en acero autopatinable, lo que protege a la figura frente a la corrosión, rinde homenaje al ancestral oficio de transportar las maderadas compuestas por fustes de pino laricio (Pinus nigra) por el curso alto del río Júcar y otros ríos y arroyos de la Serranía de Cuenca.
Precisamente la Serranía de Cuenca es conocida por su abundancia de pinos. Especialmente los pertenecientes a la especie anteriormente mencionada, pino laricio comúnmente utilizado en la construcción y la navegación.
Para ello era necesario que los troncos enteros llegaran a su destino para ser transformados pero, debido a las dificultades de transporte en terreno montañoso, su viaje debía hacerse aprovechando los cursos de los ríos.
De esta manera se desarrolló la figura del ganchero. Estos trabajadores utilizaban unos ganchos largos que medían dos metros y medios y también eran conocidos como bicheros, para guiar los troncos por los ríos. Normalmente estas curiosas herramientas estaban fabricadas con madera de avellano o sabina y se completaban en un extremo con una pieza de hierro que poseía dos terminaciones, una recta y otra curva. Antes de iniciar su viaje, los maderos eran talados y limpiados.
El trabajo de los gancheros, conocido como maderadas, era crucial para llevar los troncos río abajo. Se organizaban en tres grupos de trabajo dirigidos por un maestro del río. El primer equipo, o de vanguardia, iba abriendo el camino, preparando el terreno para poder ir salvando los desniveles que pudiesen encontrarse. Posteriormente, estaba el equipo central, que era el encargado de controlar las maderas evitando que quedasen troncos atascados. Por último, el equipo de retaguardia tenía que ir desmontando las construcciones que el primer equipo había ido colocando según avanzaba para facilitar el transporte.
El río Júcar era particularmente importante para este oficio, que persistió hasta mediados del siglo XX.