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Vegetación
Laurisilva
Laurisilva, selva de laureles, también conocido como monteverde o selva templada. Está compuesto por especies arbóreas con características morfológicas, principalmente las hojas, con cierta similitud al laurel, aunque no pertenecen a la misma familia sí que comparten una convergencia evolutiva común.
Es un bosque perennifolio, con temperaturas suaves y alto grado de humedad, con precipitaciones horizontales (nieblas) en ocasiones más importantes que las verticales. Presenta numerosas especies arbóreas coexistiendo, característica que las diferencia de los bosques tradicionales en los que una o dos especies dominan el estrato arbóreo, por ello el nombre de selva. Las hojas lauroides son una adaptación a los ambientes húmedos, característica que dota a esta selva de numerosas especies lianoides, musgos (briofitos) y helechos.
Estas formaciones vegetales están presentan en las zonas montañosas de las islas y producen los vientos alisios con las condiciones de humedad idóneas para su desarrollo. Así, crean el conocido como mar de nubes en altitudes entre 400 y 1.500 m.
La laurisilva es en la actualidad una formación vegetal relíctica, ya que en el Terciario se extendía por gran parte de Europa y África (cuenca mediterránea principalmente). Después, quedó relegada a emplazamientos con unas condiciones climáticas muy concretas, debido a las glaciaciones del Cuaternario que hicieron desaparecer este tipo de selvas debido a las condiciones climáticas adversas.
A pesar de su amplia gama de especies, la laurisilva es muy frágil y su superficie está disminuyendo desde hace mucho tiempo, ya que se talan y se usa la superficie para la agricultura. El mayor peligro de acecha a la laurisilva en la actualidad son los incendios forestales, ya que a pesar de ser un monte húmedo, está rodeado normalmente de fayal-brezal, formación sustitutiva cuando se degrada la laurisilva y altamente inflamable.
Para la conservación de la laurisilva se crea el Parque Nacional de Garajonay en 1981 y posteriormente la UNESCO declara el espacio como Patrimonio de la Humanidad en 1986, garantizando así la persistencia de la mejor representación de la laurisilva del archipiélago Canario. No obstante, el cuidado de este espacio es responsabilidad de todos.