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Municipio
Benifallet
Rodeado de montañas y situado en el límite de la comarca del Bajo Ebro encontramos el término municipal de Benifallet. La primera referencia a este municipio aparece en algunos documentos posteriores a la conquista cristiana, en torno al 1153, aunque su denominación, de origen árabe, hace referencia a un patronímico que identifica un asentamiento clánico.
Momento clave en la historia de Benifallet fue la expulsión de los moriscos, dado que este eje vial del río Ebro era la salida natural de Aragón al mar, siendo precisamente por aquí por donde los moriscos catalanes y aragoneses fueron enviados al Puerto de los Alfacs para su expulsión en 1610. A pesar de este hecho, la población conserva aún muchos elementos de la época morisca, sobre todo en el trazado de sus calles, en el núcleo antiguo que se sitúa en la base de los restos de un antiguo castillo.
La villa ofrece al visitante un amplio abanico de posibilidades y tesoros patrimoniales. Es el caso de la ermita de la Mare de Déu de Dalt, situada en la parte alta del pueblo. Una construcción datada del siglo XIII de estilo románico tardío, típico de la arquitectura cristiana medieval de esta región ligada a las órdenes militares que participaron en la Reconquista cristiana. Realizada con piedra de dimensiones regulares, consta de una única nave y su planta es rectangular. Destaca la imagen de la patrona de Benifallet, la Mare de Déu de Dalt, en el presbiterio y unas pequeñas capillas en las que se conservan algunos frescos relacionados con la época de su construcción y escenas de la vida de Jesús. En la plaza mayor del pueblo se levanta la iglesia parroquial de Santa María de l’Assumpció. De estilo neoclásico fue construida en 1635. El templo consta de una sola nave con contrafuertes y capillas laterales. La fachada tiene una composición simétrica, con un cuerpo central donde se encuentra la puerta de acceso a la iglesia, con un arco de medio punto y elementos decorativos muy sobrios.
En 1605 los carmelitas fundaron en antiguo convento de San Hilario de Cardó, situado en el macizo del mismo nombre. Entre frailes y eremitas, allí llegaron a vivir hasta 30 personas. Poseía una iglesia del siglo XVIII, que actualmente alberga un museo. Hoy día aún se conservan 13 ermitas que formaban el conjunto del convento, aunque la mayoría de ellas está en ruinas. Posteriormente, en 1866 se construyó en las inmediaciones un balneario que aprovechaba las aguas medicinales del río Cardó que durante la Guerra Civil sirvió como hospital para el ejército republicano.
Otro edificio de gran valor, quizá el más importante de Benifallet es un convento de estilo neogótico. Magdalena de Grau i de Gras ordenó su construcción en 1912 para acoger a las monjas terciarias y más tarde se convertiría en un colegio para niñas aunque luego pasaría a ejercer funciones como escuela pública del pueblo. A partir del siglo XX se utiliza como centro para distintas actividades, como consultorio médico, oficina de correos e incluso biblioteca.
No podemos olvidarnos del yacimiento arqueológico del Castellot de la Roca Roja, que acogió uno de los poblados ibéricos más singulares de Catalunya. Aunque de reducidas dimensiones, este enclave ha permitido realizar una intervención museográfica global. Actualmente se encuentra en buen estado de conservación lo que permite distinguir incluso alguna calle, eje del conjunto urbano.
Por último, destacar que el municipio cuenta con un gran número de cuevas con estalactitas y estalagmitas, siendo la más importantes las Cuevas Meravelles y las del Dos. La primera, con 510 metros de recorrido y casi 10 metros de desnivel, es famosa por el gran volumen y la excentricidad de sus formaciones, muy poco comunes. La segunda, por tener gran relevancia histórica, ya que alberga restos arqueológicos del neolítico y de la famosa Batalla del Ebro.
La naturaleza también es una de las joyas de esta población, regada por el Ebro, con su bosque de ribera, su fauna, los naranjos y la sierra de Cardó.
Aunque la base de la economía de esta población es la agricultura, con el cultivo de naranjos, olivos y almendros, el turismo se ha convertido en un importante motor económico del pueblo, con las cuevas y la actividad fluvial, orientada tanto a la navegación como a la pesca. En este sentido hay una gran oferta para la práctica de deportes como el piragüismo y el kayak. Los cicloturistas podrán además disfrutar del entorno del río y del Camino Natural Vía Verde de la Val de Zafán.
En cuanto a las festividades, la fiesta mayor se celebra del 7 al 11 de septiembre, donde la jota es la protagonista. El primero de mayo tiene lugar la Fiesta de las Cuevas, en la que es costumbre compartir una comida popular a base de vino y butifarra y aprovechar para visitar estos maravillosos lugares.