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Cultura
Castro de San Miguel
En las proximidades de la aldea orensana de San Miguel, situado sobre un montículo aledaño, se sitúa este castro que cuenta con una superficie que supera las dos hectáreas y que fue habitado por el pueblo castreño de los limici, que se asentaron alrededor del curso alto del río Limia y en las inmediaciones de la laguna Antela.
A pesar de que la organización de este tipo de asentamientos pueda parecer caótica a primera vista, los castros son muestran de un urbanismo muy meditado y que se encuentra perfectamente adaptado a las condiciones del terreno donde se asienta. En el caso de este castro, su localización dotaba a sus pobladores de unas excelentes vistas de la zona. En el pasado este conjunto arqueológico hoy desgastado por el paso del tiempo y la erosión, contó con una muralla que rodeaba el perímetro y entre las que se situaba las viviendas que constituían este asentamiento. Los estudios llevados a cabo en el terreno hasta el momento han permitido determinar que este castro podría haber estado habitado entre los siglos I y IV d.C.
La cultura castreña aparece en el noroeste peninsular al final de la Edad del Bronce y su dominio en territorios como el gallego se extiende más allá del siglo I d.C. motivo por el que este tipo de yacimientos arqueológicos se han convertido en uno de los más representativos del entorno rural gallego. En el caso del castro de San Miguel, localizado en una zona amenazada por el avance de las tropas romanas, lo cual explica las protecciones y murallas que los habitantes de este castro levantaron para proteger su asentamiento.