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Cultura
Ermita de la Virgen del Rosario
Los orígenes de este edificio religioso datan del siglo XVI, de estilo mudéjar, aunque la construcción actual pertenece al siglo XVIII. En su construcción se emplearon diversos materiales como tapial, mampostería e incluso ladrillo en algunos puntos de los muros.
La ermita de Nuestra Señora del Rosario tiene planta rectangular y presenta una única nave que se divide en cuatro tramos, siendo algo más largos los de la cabecera y los pies. Posee bóvedas de arista que descansan sobre arcos perpiaños y formeros que están encajados en los muros y rodeados por pilastras en las que llama la atención su intrincada molduración.
A pesar de las malas condiciones en las que se encuentra la ermita, todavía se distingue una pequeña sacristía en el lado de la epístola y un espacio destinado a acoger la vivienda del ermitaño a los pies, de la que apenas se conservan restos.
En el interior ya no queda nada de mobiliario pero destacan las pinturas murales realizadas por Salvador Gisbert, pintor nacido en Teruel, que entre 1878 y 1885 realizó diversos trabajos en las iglesias y ermitas del valle. Se trata de cuatro grandes murales que cuentan la historia de la imagen de la Virgen del Rosario y cómo llegó al municipio. El resto de imágenes y lienzos que se pudieron rescatar de la ermita se encuentran en el museo parroquial y el retablo de la Virgen se trasladó a la iglesia parroquial de Villanueva del Jiloca.
Por su parte, el exterior del edificio es bastante sobrio y en sus muros se observan varios óculos que aportan luz a los distintos tramos de la nave. La entrada se realiza a través de una portada de medio punto hecha en ladrillo sobre la que se ha colocado una hornacina y un óculo polilobulado. El resto de la fachada se adorna con una cornisa en la que encontramos muchas molduras y un hastial de forma triangular que funciona a modo de frontón.