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Cultura
Ermita de San Mamés
Según cuenta la leyenda, en 1600 San Mamés se apareció al que por aquel entonces era párroco de Murero con un importante mensaje: reconstruir la ermita de la localidad. Y así fue como en la huerta, al otro lado del río Jiloca, se levantó la ermita de San Mamés, un templo perteneciente al estilo barroco que preside el camino que se dirige hacia Altea.
Se trata de un lugar de profunda devoción para los vecinos de la localidad de Murero, epicentro de varias tradiciones culturales que se han mantenido intactas hasta la actualidad.
El complejo consta de una construcción en forma de “L” compuesta por el edificio de la iglesia y el de la hospedería, ambos del siglo XVIII, y la vivienda del ermitaño.
Impresiona esta ermita construida de forma sobria en mampostería por sus grandes dimensiones y por los detalles de ladrillo que se observan en las esquinas y el contorno de los vanos. El acceso al templo se realiza a través de una portada elaborada en piedra que consta de dos cuerpos bajo un arco de ladrillo de medio punto. El primero de estos cuerpos, en la parte inferior, es un arco flanqueado por dos pilastras de estilo jónico que recuerdan al modo clásico. El segundo es una hornacina con pilastras compuestas y frontón triangular que alberga una imagen de San Mamés niño, de estilo neoclásico.
La ausencia de torre convierte al cimborrio octogonal colocado sobre el crucero en el elemento más destacado que se puede ver desde el exterior.
El espacio destinado a la ermita consta de una planta rectangular de grandes dimensiones. Posee una sola nave dividida en tres tramos rematados por bóvedas de medio cañón con lunetos, al igual que el presbiterio y los dos brazos del crucero destacando, en este último, una cúpula de ocho paños con lunetos sobre pechinas. El último tramo de la nave central corresponde al coro, apoyado sobre un arco carpanel, y las naves laterales, divididas a su vez en dos tramos con bóveda de arista.
Por su parte las sacristías, situadas a ambos lados de la cabecera, aparecen cubiertas con bóvedas de lunetos y cúpulas planas sobre pechinas. Todo el conjunto está revocado y ornamentado y fue pintado en el año 1863 por Santiago González Pascual según rezan varias inscripciones encontradas en el recinto.
El templo guarda algunas joyas artísticas como su retablo mayor perteneciente a la segunda mitad del siglo XVIII, y que cuenta con mazonería dorada, ornamentación de rocalla y esculturas policromadas. También destaca el retablo con ocho misterios del Rosario en relieve policromado, con la imagen de la Virgen en el centro de la capilla de la Virgen del Rosario, en el lado izquierdo del evangelio.
En la calle central, dentro de una pequeña hornacina puede contemplarse la figura de San Mamés, obra del siglo XVII, y sobre ella, un relieve con la aparición del santo a D. Cristóbal Aguarón; a los lados aparecen las figuras de un Papa y un obispo, que se cree que pueden ser San Gregorio Magno y San Gregorio Nacianceno.
Se guardan numerosos exvotos en la ermita, destacando una balanza que, según la tradición, era utilizada para pesar a los niños, de modo que su peso era donado en trigo para el mantenimiento de la ermita.
Adosado a la ermita se encuentra el edificio auxiliar de romerías, antigua hospedería. De aspecto compacto, presenta tres alturas y despierta gran interés por utilizar soluciones tradicionales como los muros de tapial con cajones de calicastrado y revestimiento de yeso. La portada, de medio punto y los restantes vanos se encuadran dentro de un enjabelgado. Ya en el interior asombra el gran estado de conservación que presenta el edificio, visible en pavimentos, carpintería y elementos singulares como es la cadiera, tradicional banco de madera con reposabrazos.
El 17 de agosto, festividad de San Mamés y la Virgen del Rosario, todos los vecinos de Murero acuden en romería a esta ermita, siendo dignos de mención los cantos y bailes que interpretan. Es el caso del bolero de San Mamés, que se baila de cara al santo en sentido contrario al de la marcha.