Red de Caminos
Naturales
Etapa 34: Mas de la Punta - Vall de Freixes
Descripción
Caminando entre barrancos por la orilla del Ebro
El recorrido que nos ocupa en esta nueva etapa es escarpado y discurre por la recortada orilla del Ebro, entre la desembocadura del barranco de Valcomuna y la parte baja del barranco de Vall de Freixes, cerca de las plantaciones de almendros y olivos de Llosa. Un primer tramo, entre Mas de la Punta y el barranco Valmayor, discurre por zonas de repoblación de pinos y arroyos adornados con manchas de tamarices; además ofrece buenas vistas sobre el Ebro. En Valmayor, el sendero se separa un tanto de la orilla y vuelve a ella más adelante. Tras cruzar los barrancos de Pauls y Valdelón, la etapa termina en el refugio de ribera de Vall de Freixes.
Desde las inmediaciones del refugio de Mas de la Punta, se toma el carril asfaltado que conduce, en 2,5 km a la carretera N-211. Sin alcanzarla, recorriendo su arcén izquierdo, se llega hasta el puente sobre el barranco de Val de Poblador. Al otro lado del puente, bajo el arcén derecho, se atrinchera la vía pecuaria, vieja ruta a Mequinenza.
El Camino Natural sigue las antiguas huellas de la trashumancia avanzando por la vía pecuaria, evitando así este tramo de carretera. Más adelante, se sube hasta alcanzar una pista agrícola que discurre en paralelo a la carretera por el arcén, en dirección este, hasta hacer un giro de 90º a la izquierda por el que se cruza la carretera y se entra a una pista junto a una nave. Ese carril, que se toma a la izquierda, va a morir en unos campos, pero antes, en una explanada, acercará al senderista hasta una traza que asciende hacia la derecha, recorriendo durante 200 m una pequeña divisoria. Cuando ésta se acaba, la senda se interna y recorre el soto Buisán hasta salir de él por un carril en buen estado que viene de la carretera N-211. Se prosigue por esta pista hacia la izquierda (noreste) y, tras alcanzar una divisoria con buenas vistas, comienza el descenso por el barranco de Mamet. Para salvarlo es necesario cruzar por un claro entre tamarices, continuando primero, al norte, entre terrazas y después, al este, por una vaguada que se remonta hasta alcanzar una pista forestal.
La nueva pista, que encamina el itinerario hacia la izquierda, se alarga recorriendo los brazos que el embalse de Mequinenza dibuja sobre las laderas, y va girando al este hasta dar con la cala que forma el barranco de Valmayor. Es necesario recorrer el barranco, por su margen izquierda, hasta donde la pista desemboca en la N-211 y, por ella, cruzar a la otra margen. Después, el camino vuelve por la orilla derecha hasta la embocadura de un vallecillo de fondo plano y cultivado que se abre a la derecha. Con el cruce llega la despedida del barranco, pues es momento de dejarlo atrás tomando el carril al noreste, que asciende por un lateral del valle cultivado. A escasos 500 m, cuando el valle se bifurca en tres ramales semejantes, se toma la traza de la izquierda, dando un giro hacia el norte y alcanzando una pista superior. Se habrá de desechar dos desvíos a la derecha para tomar el tercero, que conduce hasta algunas de las edificaciones del antiguo Mas de Caballé y a una pista de buen firme.
Siguiendo dirección noroeste se contemplan distintas vaguadas que bajan hacia el pantano y acompañan el camino por el que se recorre la finca de Llosa, que extiende sus cultivos de almendros y olivos a ambos lados de la pista. Se llega así a sus instalaciones. Es momento entonces de bajar, dejando a mano derecha unas grandes naves, hasta otra agrupación de edificaciones más pequeñas. Atravesando entre los edificios, se sigue un carril que, tras cruzar el barranco de Pauls, se desliza entre los campos de cultivo y la ladera montuna durante varios kilómetros. Una vez salvada la vaguada del barranco de Valdelón y poco después se alcanza el barranco de Vall de Freixes, que pone punto final a esta etapa de la mejor manera posible, alcanzando un refugio de ribera en el que disfrutar de un merecido descanso.
Es importante saber que en este lugar no existe avituallamiento ni hospedaje ni agua, por lo que será necesario tener previsto un vehículo de apoyo o las fuerzas e intendencia necesarias para continuar con la etapa siguiente hasta Mequinenza.
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Ingenios Hidraúlicos
Desde tiempos antiguos, las diferentes culturas que han habitado las orillas del Ebro lo han utilizado para navegarlo; así como para cruzarlo, uniendo territorios o defendiéndolos mediante puentes y pasos de barca; pero también como fuente de agua y energía, con objeto de mejorar sus condiciones de vida, construyendo complejos ingenios hidráulicos. Los diversos aprovechamientos del río suelen ir ligados, de forma inevitable, a la construcción de un azud sobre el mismo. Estas estructuras transversales represaban ligeramente el agua y la encauzaban hacia una de sus orillas, garantizando el caudal necesario y provocando, aguas abajo del azud, una acumulación importante de sedimentos que progresivamente han sido colonizados por la vegetación, constituyéndose como frondosas mejanas (islas o penínsulas).
Sobre la orilla, el agua podía ir a una noria donde era elevada para situarla sobre la acequia que alimentaba el sistema de riego de las vegas cercanas, permitiendo que los pequeños campos de regadío produjeran los alimentos necesarios. Asimismo, solía ser habitual la localización de molinos harineros, estructuras que con el paso de los siglos evolucionaron desde los más simples molinos de eje horizontal o de aceña a los cada vez más complejos molinos de eje vertical o rodete (de canal abierta, de cubo o de regolfo). Batanes (máquinas para transformar tejidos) y molinos aceiteros también tuvieron su presencia junto al río. Además, ya en tiempos recientes, se han aprovechado los saltos de agua que el azud provocaba para generar electricidad con pequeñas centrales hidroeléctricas.