Red de Caminos
Naturales
Etapa 2: Montes Claros - Villanueva de la Nía
Descripción
Arte románico y arquitectura montañesa
Desde el monasterio de Montes Claros, la etapa desciende hasta el apeadero del mismo nombre y sigue por un excepcional tramo de alisos y sauces catalogado en el Inventario Nacional de Hábitats. Después, el camino atraviesa magníficos quejigos y robles para subir a Aldea de Ebro, localidad declarada Conjunto Histórico Rural. Entre campos, pastizales y arboledas, la senda realiza varias subidas y bajadas hasta llegar al puente del arroyo del Molino Mardancho, en Villanueva de la Nía. Todas las localidades que se atraviesan en esta etapa presentan notables monumentos, desde iglesias románicas a palacios de época moderna, así como interesantes ejemplos de arquitectura típica montañesa.
El punto de partida de esta segunda etapa se sitúa en el monasterio de Montes Claros, desandando el último kilómetro de la Etapa 1. Un carril asfaltado baja al apeadero de Montes Claros y, tras cruzar las vías, continúa por pista, entre pinos, hayas, robles y quiejigos, hasta unirse con otra por la que discurre el ramal de la Etapa 1 que discurre en paralelo al río desde el puente sobre el Ebro en Bustasur.
Desde este punto, el camino avanza sin abandonar la pista a lo largo de un tramo fluvial cuya vegetación de alisedas y saucedas está catalogada en el Inventario Nacional de Hábitats. Una vez bordeada una loma, y tras atravesar Valdeteje y El Hoyo, el camino pasa junto a un grupo de construcciones derruidas. Más adelante surge, en la margen izquierda Baños de Aldea de Ebro (unas instalaciones con balneario y zonas de albergue), rodeado de enormes pinos.
Continúa este recorrido superando el puente de Roblayoso, ya en la margen izquierda del Ebro, para cambiar a un carril asfaltado entre robledales que lleva al puente de Rabiquis, que ayudará al viajero a cruzar el arroyo del Albergue. Es en este punto donde se inicia la subida hasta Aldea de Ebro. Atravesada esta población, se continúa hacia el sur, junto a una fuente con abrevadero, donde arranca el camino viejo a Loma Somera.
Al principio, la ruta va ganando terreno entre fincas, flanqueada por quejigos, con vistas a la carretera y a la ermita de Dondevilla. Pronto el llano deja paso a un repecho que se introduce en el robledal de Los Tricherios y alcanza el punto más elevado, donde merece la pena detenerse para disfrutar de unas buenas panorámicas del Ebro y su entorno. El Camino desciende entre magníficos robles y hayas, superando el arroyo de Costeriza., para ascender de nuevo y llegar a una amplia braña con vistas al monte Cabrero. Tras dejarla atrás, la senda penetra en otro robledal, junto a un muro de piedra, que conduce a Loma Somera.
Llegados hasta aquí, los viajeros pueden visitar la ermita de San Miguel, antes de abandonar esta aldea por una pista de gravilla junto a la iglesia. El recorrido vuelve a descender por la Isilla hasta la segunda curva a la izquierda, donde nace el antiguo camino de herradura al molino de La Renegada, por el que se desciende entre muros, campos, tramos empedrados y quejigos. De vuelta al río, se avanza en paralelo a él hacia el sur, entre quejigos, hayas y chopos, hasta alcanzar el puente sobre el Ebro. Una vez atravesado su curso se reconoce la localidad de Aroco.
Sin entrar al pueblo, la ruta prosigue por un camino viejo entre campos, pastizales y ganado vacuno. El quejigal se acompaña de paredones de piedra y tramos empedrados, primero llaneando, luego en ascenso hasta coronar El Colladillo, donde se tienen buenas panorámicas de la población, el Ebro y los montes que lo rodean. En dirección a Bárcena de Ebro, se observa, la carretera que cruza el valle y la localidad de Reocín de los Molinos.
Para llegar a Bárcena se comienza caminando entre quejigos. Tras un pequeño tramo por la carretera a Loma Somera y Bustillo del Monte, mediante la cual se cruza sobre el Ebro, arranca una senda a mano derecha antes de un cruce de carreteras. Este vial asciende nuevamente entre quejigos y pinos de repoblación por el monte La Lechosa, gana altura y alcanza la braña de Las Llanas, con el mismo tipo de bosque. El camino, ahora pista, lleva a Otero del Monte, tras cruzar Campa Llana.
La ruta atraviesa la localidad saliendo por una carretera que deja, a mano derecha, su iglesia románica situada a las afueras. Poco después, un sendero que llega desde la derecha se introduce en un quejigal y llega de nuevo a la carretera, por la que se desciende hasta Cubillo de Ebro, ya con vistas a Villanueva de la Nía. El camino abandona la localidad por la carretera y un pequeño sendero entre quejigos vuelve a la CA-272, que hay que cruzar para llegar al puente viejo del Ebro. Es momento de poner punto y final a esta etapa accediendo a Villanueva de la Nía por la CA-273, alcanzando la meta en el puente del arroyo del Molino Mardancho.
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Perfil
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Información adicional
Patrimonio
Todas las localidades que se atraviesan en esta etapa presentan interesantes ejemplos de la arquitectura típica montañesa, junto con notables monumentos. Así, en Aldea de Ebro, declarada Conjunto Histórico Rural, destacan sus casas blasonadas, la iglesia de San Juan Bautista con su curiosa espadaña exenta (siglo XIII) y la ermita románica de Dondevilla. También es famoso el caserío de Bárcena de Ebro, con torres fuertes, sistemas defensivos, dos puentes, y su iglesia con espadaña. Hay que citar igualmente las parroquiales de Aroco, del s. XVI, de Cubillo de Ebro, del s. XVII, y de Villanueva de la Nía, del s. XII –con interesantes canecillos–, junto con varios palacios de época moderna.
Molino de la Renegada
Construido para la obtención de harina, luego utilizada a la hora de fabricar el pan y demás productos derivados, fue el molino de las localidades de Lomasomera y Aroco, debido a su ubicación entre ambas. Un molinero se encargaba de poner en funcionamiento la maquinaria y de su cuidado y reparación, pues era muy habitual que se estropease.
Esta fábrica de rodezno horizontal y ortohidráulica, ubicada junto al río Ebro, transportaba el agua desde dicho curso por medio de una acequia hasta una balsa en altura. Desde allí, el líquido elemento penetraba por medio de otra conducción a través de unos cárcavos o entradas y movía el rodezno circular (noria) encajado en un eje vertical (ambos en principio de madera y con el paso del tiempo sustituidos por otros de hierro), y salía a través de otros cárcavos, sitos en el extremo contrario de los anteriores. El rodezno circular movía el eje o árbol y las piedras fijas y volanderas bajo la tolva, recipiente donde se vertía el cereal que se convertía en harina. El alivio se utilizaba para sacar el producto y dosificar su extracción.