Etapa 8. Fabara–Nonaspe

Fabara se abandona rodeándola por su lado noreste siguiendo la A-2411, sin llegar a entrar en la población. Hay que extremar las precauciones, ya que aunque los primeros cientos de metros se realizan aún por las calles de la población, hay que caminar unos 200 m por el arcén de la carretera, antes de desviarse a mano izquierda siguiendo las indicaciones de la señalización orientativa del camino natural.

Pasada la depuradora ecológica y ya de vuelta a los caminos rurales, vuelve también el paisaje de olivares, sauces y cultivos frutales, y matorral mediterráneo en las zonas altas. La ruta continúa sin mucha pérdida hasta encontrarse de frente con el río, que en este tramo ensancha su cauce, aunque no siempre esté todo inundado. Tras unos metros circulando en paralelo al cauce, se cruza por un badén de hormigón en una zona de abundante vegetación (carrizos, zarzas, sauces y las zonas encharcadas cubiertas de plantas higrófitas).

Al otro lado del río, tras girar a la derecha, el camino avanza durante casi un kilómetro rodeado absolutamente de cultivos arbóreos, hasta que se pega a la falda de la montaña. Comienza aquí el tránsito del camino por una serie de meandros del río Matarraña, con sus vegas ampliamente utilizadas para la agricultura, como atestigua la presencia de numerosas balsas de agua, y la compañía de la acequia de Fabara en un primer tramo, y la de Menfalla posteriormente.

Cuando la vegetación deja espacio se pueden observar, al otro lado del río, las paredes rocosas entre las que se extiende la amplia vega del río Matarraña. Tras pasar junto a una gran balsa de riego, el camino se interna en un cultivo de frutales, con la vista, al fondo, del viaducto construido para el ferrocarril Zaragoza-Caspe-Barcelona, que cruza sobre el río para internarse en la montaña. El camino se encuentra de frente con este ferrocarril, salvándolo por un paso inferior.

Al otro lado, en un cruce, se toma el camino a mano derecha, que nos lleva de nuevo al río, y desde donde se puede observar más de cerca el viaducto.

Tras cruzar el río por un badén hormigonado, el camino rodea una colina, entre olivos, para volverse a encontrar con el ferrocarril, pasando de nuevo bajo el mismo. Al fondo ya se empieza a divisar la población de Nonaspe.

En este último tramo se transita entre la montaña y el río, que dibuja formas caprichosas en su lecho, con la acequia del Sol a mano derecha, pudiendo verse un acueducto con el que la acequia salva un barranco. Nuevos campos de cultivo dan la bienvenida a Nonaspe, a donde se llega tras una ligera subida entre pinos y carrascas, terminando esta etapa 8 en la zona alta de la población, en la confluencia de la calle de Maella con la avenida de Cataluña. Desde este punto será posible dirigirse bien a Fayón (etapa 9), bien a Caseres, continuando por la larga etapa 10.

En Nonaspe destaca especialmente su ayuntamiento, situado en el reformado castillo de la Encomienda, edificio de los siglos XIV-XV, con modificaciones en el XVIII, y que quizá conserva elementos del siglo XII. También merece la pena visitar la iglesia parroquial de San Bartolomé, gótica del siglo XII, probablemente de las más antiguas de la comarca. Por la situación de estos dos edificios en el pueblo, sirven además de excelente mirador del valle del Matarraña.