Red de Caminos
Naturales
Etapa 4: Alojera - Valle Gran Rey
Descripción
Un paisaje único e imponente
A lo largo de los 11,1 km de esta etapa, el viajero atraviesa dos importantes espacios naturales, el Monumento Natural del Lomo del Carretón, imponente farallón basáltico que separa la altiplanicie de la meseta central de las cotas más bajas, y el Parque Rural de Valle Gran Rey, único espacio natural con esta figura de protección de la isla. El viajero puede disfrutar de la majestuosidad de los paisajes formados por riscos casi verticales y por profundos barrancos modelados a lo largo de millones de años.
Esta etapa parte del pueblo de Alojera, perteneciente al municipio de Vallehermoso, tomando la calle que sube desde la carretera CV-16 hacia la plaza, donde se encuentra la ermita de Ntra. Sra. de la Concepción. Aquí es necesario girar a la izquierda, tal como indica un poste direccional, y continuar subiendo por una de las empinadas calles del pueblo hasta, pasado el hito kilométrico 58, tomar un desvío a la derecha, a la altura de un transformador eléctrico, donde otro poste direccional indica la distancia hasta la población de Arure, situada a 3,9 km. Durante este tramo urbano el viajero puede contemplar la arquitectura gomera más tradicional representada por las numerosas casas construidas en piedra, con cubierta a dos aguas de tejas árabes “guisadas” en las tejeras u hornos comunales.
El pequeño núcleo rural de Alojera fue uno de los principales exportadores de tomates, cultivo que posteriormente fue sustituido por la patata, cuya presencia se hace notable hoy en día en los diferentes bancales que rodean el pueblo. Sin embargo, uno de los pilares básicos de la economía local fue y sigue siendo la extracción de la miel de palma o guarapo, pudiendo observar el viajero varios ejemplares desde el camino, con signos inequívocos de que se encuentran en aprovechamiento, como son la falta de penacho de hojas jóvenes y el anillo metálico que rodea el tronco para evitar la ascensión de roedores.
Dejando atrás las últimas casas de la localidad, el camino cruza el barranco del Mono, en el que se desarrolla un exuberante palmeral. A partir de aquí el viajero comienza un tramo de continua subida por el Lomo del Cabezo, teniendo el Lomo del Carretón como incomparable telón de fondo.
Según el camino asciende por la loma, disminuye progresivamente la presencia de palmeras, a favor de tabaibas (Euphorbia sp.), vinagreras (Rumex lunaria) y pitas (Agave americana), que pueblan la yerma ladera abancalada. A la derecha de la marcha, aparecen varios ejemplares dispersos de sabinas (Juniperus phoenicea) moteando la ladera de la punta de Tejeleche, que marca el límite con el vecino municipio de Valle Gran Rey y con el valle de Taguluche.
Tras algo más de un kilómetro de ascenso por la loma, se alcanza la carretera de Taguluche, a la altura del Cabezo de Bustillo. Una vez traspasada, el camino continúa su ascenso hacia Arure por un tramo escalonado, teniendo como fondo las impresionantes paredes verticales del Monumento Natural del Lomo del Carretón, una gran faja escarpada de basaltos horizontales con altitudes que oscilan entre los 450 y los 850 metros. Tras superar la señal que indica que faltan 2,5 kilómetros hasta Arure, la ruta se adentra en la zona conocida como Lomo de Tellerenche, donde la subida se hace más exigente y cuenta con algunos tramos acondicionados con escalones de madera para facilitar la ascensión.
Aproximadamente 500 metros después de dejar atrás el punto kilométrico 60, comienza una zigzagueante subida, entre hileras de pinos canarios (Pinus canariensis), que conduce al viajero hasta el alto del pequeño Lomo de Teclarenche, que a modo de mirador ofrece unas bellas panorámicas del barranco del Mono y Alojera, con la isla de La Palma omnipresente en el horizonte. Desde aquí, a la izquierda se pueden distinguir las alturas de Tejeleche, el barranco de Taguluche y el núcleo rural del mismo nombre.
La ruta continúa hacia Arure por el llamado camino de las Correderas, literalmente colgado de los tremendos farallones basálticos del Lomo de Carretón.
Durante el recorrido, además de deleitarse con soberbios paisajes, el viajero puede encontrar alguno de los raros tesoros botánicos que se esconden entre sus escarpes como son la Sideritis nutans, la Pimpinella junoniae, el cardoncillo (Ceropegia ceratophora), Crambe wildpretii, Sonchus gonzalez-padronii, el balillo (Sonchus filifolius), Aeonium rubrolineatum o la tabaiba de monte (Euphorbia lambii).
Mucho más sencillas de observar serán especies suculentas como la bea (Aeonium subplanum), la Greenovia diplocyla o la Monanthes laxiflora, sobre roca desnuda; también son fácilmente reconocibles los pinos insignes (Pinus radiata) y los pinos carrascos (Pinus halepensis), procedentes de repoblaciones, junto a jaras, tuneras o chumberas, tabaibas, senecios, inciensos y alguna que otra palmera dispersa.
El camino avanza ahora por un tramo casi llano, siempre al filo del cortado y bajo los espectaculares paredones, mostrando un entorno natural único que sin duda quedará grabado en la memoria del caminante. Tras unos 400 metros de recorrido, comienza un tramo de aproximadamente 200 metros de subida algo más exigente, al final del cual vuelven a aparecer numerosos pinos que flanquean el camino hasta su llegada al mirador de Arure o del Santo.
La entrada al mirador tiene lugar a la altura del punto kilométrico 62 pasando junto a la pequeña ermita de San Salvador. El mirador del Santo, obra inacabada de César Manrique, domina el valle de Taguluche, ofreciendo una panorámica aérea del núcleo rural y del barranco tapizado de palmeras, flanqueado por un lado por los riscos de Heredia, los roques del Medio y de los Marroyos y por el otro por el roque de Mona y el risco de Tejeleches.
Una vez que el viajero ha disfrutado de las espléndidas vistas que ofrece este mirador, continúa el camino saliendo del mismo y desviándose a la derecha por un tramo asfaltado hasta alcanzar unas viviendas particulares, donde torna a la derecha y se transforma en una pista de tierra que avanza hacia los llanos de la Mérica.
Esta primera parte de la pista, brinda unas buenas panorámicas hacia un lado del barranco de Arure y hacia el otro del de Taguluche, pequeña localidad que hasta hace relativamente poco tiempo no contaba con comunicación por carretera.
Tras rodear el pico de la Picorosa, el camino se desvía a la izquierda avanzando por la loma, donde es frecuente ver numerosas cabras pastoreando libremente. Tras aproximadamente 1 kilómetro, y ya dentro de los límites del Parque Rural de Valle Gran Rey, aparece una bifurcación que se debe tomar a la izquierda para continuar avanzando por la loma en una suave ascensión entre tabaibas, pitas (Agave americana) y aulagas. Más adelante, el camino se desvía hacia la derecha por un tramo escalonado debidamente señalizado, en el que pronto aparece el hito kilométrico 64 de la ruta.
El suave y cómodo trazado del camino en esta parte del recorrido facilita el disfrute del viajero, pues si las habituales nieblas lo permiten, durante el recorrido es posible contemplar un majestuoso paisaje, disfrutando de la inmensidad de los barrancos que muestran en sus erosionadas laderas la superposición de los materiales provenientes de diferentes episodios eruptivos, de la verticalidad de los acantilados, de las impresionantes coladas de basaltos fracturadas en la siempre llamativa disyunción columnar. Caminando por estos terrenos, es fácil entender por qué se trata de uno de los recorridos más transitados de la isla.
El camino discurre ahora junto una pared rocosa donde aparece una gran oquedad, es la cueva de Terejiguete, que sirve de cobijo a las numerosas cabras que campan a sus anchas en la zona y que el caminante seguro encontrará en su camino. La suave ascensión finaliza al alcanzar los llanos de la Mérica, altiplano donde antiguamente se cultivaba cereal, dejando a un lado la cota más alta de la loma, la Mérica, de 834 m.
El recorrido, que continúa en un suave descenso por los llanos de la Mérica, pasa junto a un antiguo horno de cal en ruinas, dejando a un lado los riscos del mismo nombre que acogen una flora de alto valor botánico y donde se mantiene la única población superviviente del lagarto gigante de La Gomera (Gallotia bravoana). A tan solo 10 minutos del camino se puede disfrutar de impresionantes vistas de la playa del Inglés.
El viajero debe continuar su ruta por el Camino Natural, comenzando por un empinado y serpenteante descenso por el paraje denominado Quiebra Canillas, que resume bastante bien este duro tramo de sinuoso descenso, bien delimitado, al que se enfrenta ahora y que nuevamente exige un mínimo de atención y de forma física.
Durante los casi 3 kilómetros de duro descenso, es posible contemplar las bellas panorámicas que ofrece Valle Gran Rey, uno de los barrancos más impresionantes de La Gomera.
Alcanzada La Calera, capital del municipio, el caminante debe desviarse a la derecha por una calle asfaltada y descender por un tramo escalonado hasta el parking situado junto a la carretera principal CV-7, donde un panel informativo del camino pone fin a esta dura pero espectacular etapa del Camino Natural Costas de La Gomera.
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Parque Rural de Valle Gran Rey
El Parque Rural de Valle Gran Rey está situado al sur de la isla, en el término municipal de Valle Gran Rey. Cuenta con una superficie de 1.993 hectáreas, con cotas que van desde el nivel del mar hasta 1.020 metros. Dentro de sus límites se encuentran las dos principales elevaciones que bordean el valle; la Mérica (834 m) y Teguerguenche (662 m), así como una parte del barranco que está a continuación de La Casa de la Seda hacia el risco de Guadá.
Tal como corresponde a su figura de protección, en el Parque Rural de Valle Gran Rey conviven actividades agrícolas y ganaderas con forestales y del medio natural, conformando un paisaje de gran interés ecológico y cultural merecedor de esta categoría de conservación.
Además cuenta con un gran interés faunístico, pues es el último refugio del lagarto gigante de La Gomera (Gallotia bravoana), endemismo canario y uno de los vertebrados más amenazados del planeta, que presenta en la base del risco de la Mérica su único y último grupo de población, ocupando un área de distribución de apenas 1 km2.