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Cultura
Castell de Miravet
Los musulmanes decidieron establecer Miravet sobre un potente acantilado, de esta manera, podían controlar todo el territorio y el río Ebro. Coronando el risco de esta población, sobre un antiguo poblado íbero, levantaron un castillo que sería aprovechado años más tarde, tras la conquista de 1153, por los Templarios.
La Orden del Temple lo convertiría en una fortificación con monasterio de estilo románico-cisterciense sin saber que, siglos más tarde, llegaría a ser declarado Bien de Interés Cultural y estaría considerado, junto al castillo de Peñíscola, como uno de los mejores ejemplos de la arquitectura religiosa y militar templaria en todo Occidente. Además, es el segundo castillo románico más importante de nuestro país, solo por detrás del de Loarre, destacando por su mezcla de estilos, islámico, bizantino y cisterciense.
Este complejo religioso y militar que se alza sobre el río Ebro es una especie de ciudadela amurallada que recoge construcciones a diferentes niveles. Sigue el estilo defensivo de los castillos de Tierra Santa, con imponentes murallas que llegan a alcanzar los 25 metros de altura.
Destacan sus formas contundentes y austeras que, en su interior y a modo de colmena medieval protegían toda una comunidad que disponía de todo lo necesario para vivir. Sencillo y uniforme, todo hace pensar que los templarios fueron capaces de levantar el edificio en poco tiempo, aprovechando la antigua estructura musulmana, cuyos vestigios se nos desvelan en los tramos más bajos de la muralla y en algunas zonas de las construcciones situadas en el recinto superior.
Ramón Berenguer IV, conquistador de estas tierras, sería el que donaría el castillo original a los monjes-guerreros, que acabaron por convertirlo en la sede de la provincia templaria de Cataluña y Aragón, durante lo que sería el periodo de mayor poder y esplendor de la historia de Miravet. El final de esta etapa significó también el episodio más dramático de su historia, cuando Jaime II asedió la población durante algo más de un año, entre 1307-1308, y cuya derrota supondría la desaparición de la orden del Temple. El castillo pasaría a manos de los hospitaleros, señores del castillo hasta la desamortización de Mendizabal en 1835.
Por su estratégica posición, fue escenario principal de diferentes conflictos como la Guerra dels Segadors, la Guerra de Sucesión, las Guerras Carlistas y la conocida Batalla del Ebro, durante la Guerra Civil Española. A pesar de todo, el castillo de Miravet superó todos estos conflictos y hoy en día se encuentra en buen estado de conservación, lo que permite que puedan ser visitadas algunas de sus estancias, como caballerizas, cisterna, cocina, refectorio, almacenes o su llamativa iglesia románica. Igualmente es posible hacer un recorrido a lo largo de sus murallas.
El castillo de Miravet se ha convertido en uno de los mejores ejemplos de la arquitectura militar catalana de los siglos XII-XIII y por eso es uno de los monumentos más visitados de las Terres de l'Ebre.