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Cultura
Castell de Flix
En lo alto de una colina ubicada en un meandro del río Ebro, muy cerca del municipio de Flix, se alza el imponente castillo de Flix. Se trata de una de las fortificaciones más importantes de la comarca por su situación geográfica, y jugaría un importante papel en distintas contiendas, como la Guerra Civil del siglo XV, la Guerra de los segadores, en el siglo XVII y la Guerra de Sucesión ya en el siglo XVIII.
Aunque los orígenes de esta construcción son inciertos. Mientras algunos estudiosos afirman que bajo el castillo se encuentran restos de la época romana, otros indican que pudo ser construido sobre los restos de una antigua atalaya ibérica o de algún faro. Lo cierto es que, la primera vez que este complejo aparece en un documento es en 1154, cuando el conde Ramón Berenguer IV lo dona a Bonifacio de Volta.
Estamos ante una fortificación amurallada que presenta una planta irregular en la que sobresalen tres torres de forma circular que se encuentran unidas gracias a unos muros despejados. De éstas, la más notoria es la situada en el extremo suroeste, correspondiente al tipo de fuerte de Vauban. Su diámetro es bastante ancho, aunque posee poca altura. Sus paramentos son atalanados y destaca la cornisa que la remata, colocada sobre el coronamiento, hoy día en ruinas. Si nos fijamos en su interior, la torre aparece cubierta con una bóveda de forma esférica.
En cuanto a las otras dos torres que componen el recinto, indicar que se tratan de torres vigía, y que están emplazadas en la parte norte y noreste del castillo. De menos tamaño, no tienen paramentos pero sí conservan bastante de su revestimiento exterior original.
Las tres torres se encuentran unidas por unos muros exteriores que se encargan de delimitar el recinto. Se realizaron a base de ladrillos y en su interior se ubica un gran patio en el que destaca una cisterna de considerables dimensiones y planta ovalada.
Cabe indicar que el actual castillo fue levantado durante la primera guerra Carlista, utilizando trozos de piedra sin trabajar de tamaños similares y dispuestas con mortero en hileras regulares, aunque un rápido vistazo por el interior de la construcción nos mostrará restos del castillo original, construido en el siglo XVIII. En 1874, año en el que tuvo lugar la tercera guerra Carlista, se levantaron varios muros, así como la gran torre redonda.
Después de ser utilizado por distintos ejércitos, quedaría abandonado en el verano de 1876, comenzando un lento pero inexorable declive hasta que en 2009 se realizaron unos trabajos de restauración que tenían como intención ponerlo a punto para permitir que fuese visitado.
El Castillo de Flix fue catalogado como Bien de Interés Cultural en 1988.