Red de Caminos
Naturales
Etapa 29.1: Alborge - Ermita de Montler - Sástago
Descripción
Rodeando el meandro de Sástago
Pequeño itinerario, alternativo al tramo final de la etapa 29, que bordea, por la orilla izquierda, la ribera del Ebro. La orilla del gran río traza, en este sector, un extenso meandro, ajustado a los escarpes calizos de la plataforma monegrina. Primero por carretera y enseguida por pista, se va rodeando el meandro, salvando varios torrentes laterales. Posteriormente se asciende al dominante mirador de la ermita de Montler, edificio del siglo XIII que fue ampliado en el XVIII y en el que se celebran tradicionales romerías. De allí, la senda desciende, salvando dos barrancos para llegar de nuevo a la ribera y entrar en Sástago por el puente del lado sur.
Sobre el núcleo de Alborge, en el cruce de carreteras donde la etapa 29 gira para entrar en la población, se toma la carretera de Bujaraloz hacia el noreste durante 1,5 km. En una curva, tras cruzar el barranco de Pozas, la ruta abandona el asfalto para desviarse a la derecha por un carril de tierra que, enseguida, se ajusta al río. Dicha pista va acompañando al meandro que forma el Ebro, salvando a la vez varios torrentes laterales. Para vadear uno de ellos, concretamente el más profundo, conocido como barranco del Pino, se desciende a un campo y por su borde superior se toma de nuevo la pista.
En pocos metros, el vial penetra por un nuevo torrente, aguas arriba, abandonando la ribera. Comienza entonces el ascenso hasta la ermita de Montler, a la que es posible acceder por su parte posterior. Este pequeño templo se alza al borde de una cornisa de la llanada de Monegros, adelantada sobre la depresión central del río. Así, forma un inmenso mirador con un dominio visual incontestable sobre los meandros, la isla formada debajo, la huerta y las poblaciones asentadas en este caprichoso devenir fluvial. Al edificio, del siglo XIII, se adosaron ampliaciones posteriores, en el siglo XVIII. Por toda la explanada se extienden diversas construcciones de abrigo para los días de romería y fiesta campestre. Cabe destacar que, tradicionalmente se ha considerado el lugar como punto de paso en la Ruta Jacobea del Ebro, en dirección a Sástago.
Continúa la ruta tomando un camino ancho, que hace más sencillo el descenso por la ladera, y que se encuentra a escasos metros de la fachada de la ermita, siguiendo por el borde del escarpe. El camino salva un barranco por un espectacular muro-puente de piedra, mientras sigue bajando por la ladera hasta llegar a la ribera del río.
Atravesando una nueva barranquera, la pista, entre el río y ladera, mejora y llega a la carretera A-221 y al puente que da acceso a Sástago. Esta localidad, con 1.500 habitantes, ejerce de capital de la zona. Se alarga sobre el estrangulamiento que el Ebro forma en el meandro de Montler. Dos centrales hidroeléctricas, dos azudes, conocidos como la Noria y el Rincón, con islas de frondosa vegetación y el castillo de la Palma son algunos de sus elementos de mayor interés. No se debe olvidar tampoco un fortín del siglo XIX conocido como el Tambor. Esta localidad es también conocida por su artesanía. Mención aparte merece el tradicional trabajo artesanal de cuchillos con cacha de nácar proveniente de la margarita (Margaritifera auricularia), la almeja más significativa del Ebro, hoy en extinción, o la fabricación de sombreros aragoneses. En su término municipal, se levanta, además, el monasterio de Rueda, perteneciente a los siglos XI-XVIII, aunque está situado más cerca de Escatrón.
A través de un puente el itinerario desemboca en la calle de San Roque, llegando a la zona escolar donde también termina la etapa 29.
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Alborge
El nombre de esta localidad, de origen árabe (al-burj) significa castillo, y pone en evidencia la estratégica función defensiva de este asentamiento durante la época musulmana. De este período no sólo queda el nombre, aún más valiosa fue la herencia dejada en obras hidráulicas relacionadas con el Ebro: norias, azudes, acequias y molinos que permitieron desarrollar una rica huerta y suminstrar a sus moradores de harina y aceite. A finales del siglo XII, Alfonso I el Batallador consuiqstó la población, donándola al monasterio de Rueda. En 1610, con la expulsión de los moriscos, la población entró en fuerte decadencia al perder a buena parte de sus pobladores.