Red de Caminos
Naturales
Etapa 12: Alocén a Sacedón
Descripción
Siguiendo el curso del río
La etapa comienza en Alocén, pueblo que se sitúa sobre el embalse de Entrepeñas. En sus alrededores y a lo largo del trazado se pueden practicar actividades al aire libre en un paisaje dominado por las riberas, los plantíos de olivares, nogales, frutales y huertas. A lo largo de caminos carreteros y sendas que se alternan con algunos tramos asfaltados, en los que el caminante debe extremar la precaución, se pueden disfrutar las llanuras, cortados, bosques de pino laricio, encinas y coscojas, además de ermitas e iglesias que datan del siglo XVI y XVII.
La etapa comienza en la parte alta de la localidad de Alocén, un pueblo a orillas del embalse de Entrepeñas. El camino desciende por la carretera GU-998 hasta girar a la izquierda en una curva y toparse con una puerta metálica. La cancela no tiene candado por lo que se puede atravesar sin problemas, aunque se debe dejar cerrada tal y como se encuentra.
Desde aquí, el camino natural continúa unos kilómetros por la carretera que da acceso a la Escuela Provincial de Vela, hasta que se encuentra con una nueva puerta metálica que es posible franquear por uno de los laterales y continuar la marcha.
El camino asciende poco a poco por el asfalto, que se incorpora a la carretera GU-999. Un centenar de metros después de esa incorporación, el caminante abandona la calzada para tomar la pista forestal que parte desde la izquierda para introducirse en el bosque. Durante este tramo los pinos laricios (Pinus nigra) acompañan y flanquean el recorrido.
En una intensa pero corta subida, el camino llega a una intersección donde gira a la derecha para después girar a la izquierda y llanear por el bosque. Una nueva valla impide el paso, pero como en ocasiones anteriores, puede evitarse por uno de los laterales. Junto a la valla y colgadas en las ramas aparecen unas cajas de madera; son cajas nido.
Una vez superada la cancela, el sendero toma un camino que aparece junto a unas mesas de piedra. Aquí las encinas (Quercus ilex) flanquean el recorrido, que avanza por un precioso túnel natural. La etapa se incorpora de nuevo a la GU-999 y discurre junto a ella varios cientos de metros. Llega a un cruce donde gira a la izquierda y toma la carretera que va hacia la localidad de Auñón.
Transcurridos un par de kilómetros por el asfalto y en una curva de la carretera, la etapa abandona la calzada y continúa por un camino carretero que avanza por el interior del pinar hasta llegar a una zona de aparcamiento. Aquí se encuentra el santuario de la Virgen del Madroñal, construido en el siglo XVII y cuyo nombre, cuenta la leyenda, proviene de una aparición de la Virgen María sobre el tronco de un madroño.
En un giro hacia la izquierda, el sendero deja atrás el Santuario y se desvía de la pista por una vereda que asciende por el pinar. En unos minutos se llega a lo alto de la montaña y el camino comienza el descenso. El pinar es sustituido por grandes campos de olivos y bosquetes de coscojas (Quercus coccifera).
Al llegar a la vía asfaltada, la etapa gira a la izquierda y avanza hasta llegar al caserío de Auñón, donde destaca la iglesia de San Juan Bautista, construida en el siglo XVI. El recorrido abandona Auñón y continúa por una carretera atravesando una zona de huertas. Pasa sobre un arroyo y prosigue hacia unas enormes fincas de nogales (Juglans regia).
Junto a unas casas, el sendero se incorpora a la carretera N-320, pero la abandona en cincuenta metros tomando un camino que aparece a la derecha de la calzada. La etapa avanza por un camino de concentración entre huertas y campos de olivos, en el paraje de las Pinillas, hasta llegar a la carretera CM-2009, que cruza a la vez que el arroyo Auñón. Es precisamente en este punto cuando empieza el tramo común con la etapa 13.
En su dirección hacia el embalse de Entrepeñas, el viajero debe caminar siempre en paralelo al río Tajo, en sentido contrario al de la corriente, primero por la margen derecha del río y, después, tras cruzar un puente de piedra sobre el Tajo, por la margen izquierda.
Ya llegando al embalse, podrá descansar en un área dotada de bancos y mesas para tal fin, antes de girar hacia la derecha y discurrir por un camino asfaltado que bordea la masa de agua. Es en este trayecto cuando la etapa entra en contacto con la carretera nacional N-320 siguiendo la vía asfaltada a través de un paso habilitado para ello. La etapa se interrumpe por un espacio de 450 m aproximadamente al coincidir su trazado con el de la N-320, justo a la salida del túnel. La etapa se reanuda, una vez salvada esa discontinuidad, en el punto en el que una vía asfaltada que pasa por debajo de la N-320, se encuentra con la carretera hacia Cuenca, que llevará al caminante a Sacedón, meta final de etapa. Se recomienda al usuario realizar este tramo en vehículo por motivos de seguridad.
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El paisaje alcarreño
En estas etapas, nos encontramos en La Alcarria, una comarca constituida por un extenso territorio de páramos, valles y relieves asociados de espectacular belleza. A pesar de haber sido un territorio intensamente alterados por la actividad antrópica, todavía se conservan lugares con ejemplos de reliquias botánicas.
Se trata de un conjunto de páramos (superficies elevadas planas culminantes entre los 700-1.000 m) que se encuentran fracturadas por los valles que atraviesan sus tierras: el Henares, el Tajuña, el Tajo y sus afluentes. Las extensas campiñas (zonas bajas con fondo plano situadas en el fondo de los valles) se enlazan con los páramos a través de fuertes desniveles, mientras que existen otros muchos relieves producto de complejos procesos de formación.
El paisaje vegetal de La Alcarria está dominado por la presencia de encinares, quejigares y sabinas, junto a los que se desarrollan matorrales como espliegares y comunidades gypsícolas sobre los afloramientos yesíferos; a la vez que existen pequeños bosques de melojo o de su matorral sustitutorio, brecina y/o jara. La especie más representativa de la zona son los quejigares (desarrollados en las laderas de umbría), que coexisten con encinas (localizadas en las áreas más secas).
Dentro de este paisaje, también existen formaciones de pinares, favorecidas por intensas políticas de repoblación. Las especies más abundantes para este fin son el pino laricio (Pinus nigra) y el pino resinero (P. pinaster), aunque también se pueden encontrar pequeños rodales de pino piñonero (P. pinea), pino silvestre (P. silvestris) y pino carrasco (P. halepensis). Por último, mencionar también la vegetación de ribera asociada a los cursos fluviales, que mayormente está compuesta por chopos y sauces.
Dos joyas arquitectónicas
En la cerca pedanía de Córcoles, situada al este de Sacedón, se localizan dos auténticas joyas de la arquitectura medieval alcarreña: el espectacular monasterio de Monsalud iniciado en el siglo XII (hoy deshabitado) y la iglesia parroquial, del siglo XIII. El monasterio fue fundado por Alfonso VIII y estuvo habitado hasta el siglo XIX por la orden del Císter. La iglesia cuenta con un crucero con magníficas bóvedas de crucería y capiteles en nave central, y al exterior una nave románica.
El claustro contaba inicialmente con cuatro crujías, aunque en la actualidad sólo se conservan tres de ellas. La estructura de la sala capitular se basa en dos columnas centrales que soportan las bóvedas. Por otro lado, el convento posee una portada de trazado renacentista con escudo de la orden en Castilla. Aislada, y delante del monasterio se encuentra la portería; mientras que la bodega aún conserva los huecos de las tinajas. En el año 1931 fue declarado d artístico y recientemente ha sido restaurado.
Nidales o cajas nido
Colgadas en los árboles se encuentran las cajas nido o nidales. Contrario a la creencia de muchos, estas cajas de madera no son jaulas. Es un hecho probado que muchos pájaros forestales, en especial los carboneros y los herrerillos (Familia Paridae), las emplean como lugar de cría.
Estratégicamente colocadas en un bosque, especialmente si es joven, favorecen la presencia de pájaros que se alimentan de los insectos que suelen atacar a los árboles. De esta manera se evita el uso de insecticidas, que contaminan el entorno, y se garantiza el control natural de los insectos que se podrían convertir en una plaga.
Existen diferentes tipos de cajas nido. Las más habituales están pensadas para aves pequeñas, pero también las hay de mayor tamaño capaces de acoger murciélagos o incluso cárabos (Strix aluco), que controlan las poblaciones de pequeños roedores.