Red de Caminos
Naturales
Etapa 43: San Silvestre de Guzmán - Villablanca
Descripción
Por camino de molinos
Esta etapa se caracteriza por su baja dificultad. Transcurre íntegramente por anchos caminos de tierra, alejados del río Guadiana, a lo largo de la vereda de la Zaballa, una tradicional vía pecuaria. Importantes instalaciones eólicas jalonan la primera mitad del recorrido que transcurre entre campos de olivos y dehesas. Las pendientes se suavizan y la orografía se va haciendo más uniforme. En la lejanía está siempre presente la silueta del puente del Centenario, situado en las proximidades de Ayamonte.
La etapa comienza saliendo de San Silvestre de Guzmán siguiendo las indicaciones hacia la finca Lote de los Labrados. El camino discurre por la llamada vereda de la Zaballa y al comienzo de la etapa se encuentra con un antiguo molino de viento, el Molino de Vilán, muy bien conservado. Pasado el molino hay un área de descanso que ofrece una bella panorámica del entorno, con un estrato arbóreo dominado por encinas (Quercus ilex) y eucaliptos (Eucalyptus sp.) y un estrato arbustivo en el que destacan las jaras (Cistus spp.) y acebuches (Olea europaea var. sylvestris).
En la actualidad, estas tierras hacen honor a su pasado para mirar hacia el futuro en clave de energías renovables. Así, hoy día se puede ver que en esta zona existen numerosos molinos de viento del siglo XXI, esta vez no de piedra, pero que siguen aprovechando de manera sostenible la energía eólica existente en la zona.
A un kilómetro del principio de la etapa se puede hacer un alto en el camino en una zona de descanso habilitada con algunas mesas y bancos de madera. Siguiendo de frente, se llega al área de descanso Cabezo de Mina, que se encuadra en un paisaje de poca vegetación, con algunos eucaliptos y sotobosque arbustivo aislado de jara y que cuenta con un pequeño refugio con mesa y bancos de madera. En este punto hay un cruce en el que se seguirá por la izquierda, y que conduce a la siguiente intersección en la que se debe girar a la derecha.
Siguiendo las indicaciones de la vía, se llega al área de descanso de la Zaballa, que como la anterior zona de parada tiene un refugio con bancos. En las inmediaciones de esta zona de esparcimiento se encuentra una intersección, en la que se puede continuar hasta el final de esta etapa, en Villablanca (6,5 km), tramo compartido con la etapa siguiente, o continuar hacia Ayamonte (a 13,5 km), ya en plena etapa 44.
Tomando la opción de continuar la etapa hacia Villablanca, el camino se enmarca en un paisaje de sierra baja dominando la flora con dehesas de encinas, campos de olivos, algunos bosquetes aislados de pinos (Pinus pinea) y sotobosque de jaras.
Una vez ya finalizada la etapa en el término de Villablanca, se puede visitar su iglesia parroquial de San Sebastián, del siglo XII. Cabe destacar, asimismo, la ermita de Nuestra Señora de La Blanca, de estilo mudéjar, desde cuyo enclave se observa todo el paisaje del entorno, enmarcado entre bosques de pinares, pudiéndose incluso divisar el mar. Otro punto de interés en esta localidad lo constituye el molino Antonio Pérez, que cuenta con un área de descanso y que nos ofrece una bonita panorámica del municipio de Villablanca y de su entorno.
Por si al caminante le interesa alargar su recorrido, partiendo del citado molino se puede de realizar la ruta circular de La Blanca, de 14,5 km de longitud.
Enlaces de interés
Perfil
Destacados
Información adicional
Molinos de Viento
Como habrá podido comprobar el viajero durante las etapas en suelo onubense, los molinos de viento son construcciones muy comunes en toda la comarca del Andévalo.
La mayoría de los molinos fueron construidos entre los siglos XVIII y XIX. Estos constituían el último paso de la actividad agrícola para la transformación definitiva del grano en harina para el consumo humano. Este tipo de molinos son edificios troncocónicos de piedra y arcilla de unos siete metros y medio de altura y ocho metros de diámetro. Constan de dos pisos: uno inferior normalmente dedicado a vivienda del molinero, y uno superior donde se encuentra toda la maquinaria de la molienda. Hoy día se han transformado pasando a convertirse en museos, monumentos u oficinas de turismo.
La fuerza del viento en esta zona hizo que fuera acogedora de estas peculiares construcciones; el Andévalo no obstante hace honor a su pasado para mirar hacia el futuro en clave de Energías Renovables, así hoy día podemos ver que esta zona está siendo plagada de los “nuevos molinos” del siglo XXI esta vez no de piedra, que siguen aprovechando de manera sostenible la Energía Eólica existente en la zona.
Otro rasgo peculiar de este tipo de construcciones es el de transfronterizo, así a lo largo del río Guadiana por la parte portuguesa discurren varios moinhos con las mismas particularidades arquitectónicas.
San Silvestre de Guzmán
Su antiguo casco urbano se articula en torno a la iglesia parroquial. La población actual ronda los 650 habitantes. La actividad económica principal es la agricultura gracias al surgimiento de zonas de regadío y al cultivo de naranjos. La Plaza de España data del siglo XVIII y el acceso se realiza por tres esquinas. En ella se encuentran la Casa Consistorial y la iglesia parroquial en torno a la cual se articuló el antiguo casco urbano. La mayoría de las edificaciones mantienen la tipología constructiva tradicional, basada en gruesos muros de argamasa y pizarras que proporcionan un clima acogedor. La parroquia de San Silvestre de Guzmán presenta elementos formales góticos sobre todo en la capilla mayor. La nave es posterior, su artesonado (actualmente cinchas de madera) data de la primera mitad del siglo XVII, al igual que la espadaña. El edificio es rectangular, de una sola nave a la que se adosa un presbiterio también rectangular y cubierto por una bóveda de ocho paños sobre trompas con arcos conopiales. El arco triunfal es de medio punto, teniendo sus jambas forma de pilastras toscanas.