Red de Caminos
Naturales
Etapa 14: Albergue Juvenil Puente de Retama - Puebla de Don Rodrigo
Descripción
Por los pinares de la sierra de Saceruela
La etapa discurre entre el albergue juvenil, en un ámbito forestal, y la localidad de Puebla de Don Rodrigo, situada en el borde de la zona de ribera del río Guadiana. En su primera mitad atraviesa las masas de pino piñonero de la sierra de Saceruela y los bosques de quercíneas y de matorral en el páramo de la sierra de Peribáñez. Desde ésta última, desciende al valle para alcanzar la carretera N-430, cuyo trazado aprovecha para llegar a su destino en Puebla de Don Rodrigo.
La etapa se inicia junto al albergue juvenil Puente de Retama, que cuenta con las instalaciones necesarias, incluidas las sanitarias, para proporcionar alojamiento y actividades lúdicas relacionadas con la naturaleza. Tras cruzar en su inicio la carretera CM-415, discurre más o menos en paralelo a la carretera N-430, a un par de kilómetros de la misma, pero utilizando como itinerario senderos que discurren por el interior de los bosques existentes en las laderas de la sierra de Saceruela, en los que se adentra de inmediato. Si en un principio el pino piñonero (Pinus pinea) se mezcla con la encina (Quercus ilex), o alterna sus rodales, a los pocos centenares de metros la masa arbolada es casi pura de pinar, con inclusiones ocasionales de encinas.
Tras discurrir entre los pinos, las cuestas que conducen a la Peña de los Gavilanes permitirán observar las primeras panorámicas desde los bordes del camino, con un paisaje dominado por las masas compactas de piñonero y su cortejo de tomillo (Thymus sp.) en las zonas más escarpadas o en los claros del bosque.
El recorrido pasa al lado de una balsa forestal, laguna artificial de agua abastecida con el caudal de un arroyo, y que tiene por función permitir a los helicópteros de extinción y vehículos motobomba de incendios recargar agua. También se camina junto a las ruinas de un refugio, junto al que crece un pequeño rodal de alcornoques (Quercus suber), lo que constituye una rareza dentro de la etapa. Ya en la citada Peña se llega a una zona de altiplano, entre árboles de elevada talla.
El discurrir durante un breve trecho por uno de los cortafuegos de la masa ofrece panorámicas hacia el río Guadiana de gran profundidad de campo, pudiendo divisar las sierras al otro lado del valle, con sus formaciones de encinar y matorral.
El camino bordea sucesivamente el Alto de la Alcachofa, el Morro de la Gila y el Morro de Castilnegro, recorriendo algunos tramos por encima de la cota del arbolado, lo que proporciona hermosas panorámicas de la masa de pinar, e incluso nuevamente de los encinares del otro lado del valle del Guadiana. El Morro de Castilnegro es el pico más alto de la sierra y se divisa casi desde el principio de la etapa al ser claramente distinguible por las antenas repetidoras instaladas en él. Existe una ruta de acceso al pico que parte del camino, bien señalizada, junto a una modesta explotación ganadera de cabras. Desde aquí se atraviesa una zona en la que el pinar vuelve a mezclarse con la encina, e incluso con el quejigo (Quercus faginea).
Tras algo más de 2 km, un camino asfaltado que parte a la derecha conduce a la Casa de la Celadilla, situada junto a la N-430, un área de descanso próxima al curso del Guadiana. Poco después de este cruce, el camino abandona la masa de pinar. Justo en su borde se ha habilitado un mirador, también denominado de la Celadilla, que ofrece panorámicas del valle del Guadiana. A partir de ahí se atraviesa una zona de paramera, sin apenas arbolado, dominada por las formaciones de tomillar. Al final de este tramo un largo camino perpendicular a la N-430 conduce al pie de la sierra, produciéndose una profunda transformación en el paisaje, que da paso a la dehesa de encinar sobre pastos, fruto de siglos de uso antrópico para el aprovechamiento ganadero.
Justo al final de la cuesta, en lo alto de un collado situado a la derecha del camino, se sitúa la ermita de San Isidro; un edificio antiguo, ahora sin culto alguno, en estado de semiabandono. Desde su emplazamiento se puede disfrutar de unas bellas panorámicas de la vertiente oeste de la sierra recién atravesada, de los encinares próximos, y de la dehesa en el valle.
Alcanzada la carretera, el resto de la etapa hasta Puebla de Don Rodrigo discurre junto a la calzada por un camino de tierra que evita a sus usuarios el peligro de circular próximo a los arcenes o por la propia carretera. Este camino cuenta con bancos en todo su recorrido, plantaciones recientes de arbolado, así como refugios, constituidos por bancos dotados de marquesinas que permitirán altos en el camino a cobijo tanto del sol como de la lluvia.
El tramo final, entre la carretera y las últimas estribaciones de la sierra en que la dehesa se adueña del paisaje, tiene una clara vocación ganadera: es frecuente el tránsito de ganado y abundan los abrevaderos y balsas ganaderas, como una situada justo al pie del cerro de la ermita, de gran belleza al estar en parte naturalizada.
Ya con el pueblo cerca, el trayecto discurre sobre a un puente de piedra de uso peatonal recién construido y que forma parte de la dotación de infraestructuras con las que cuenta el camino. Este puente permite cruzar el arroyo del Agua de las Cañadas.
El camino termina un poco antes de entrar en la localidad de Puebla de Don Rodrigo en el punto señalizado por el cartel interpretativo de Caminos Naturales.
Por último, no se quiere dejar de reseñar que parte de esta etapa, al igual que etapas anteriores, discurre por el ZEC (Zona Especial de Conservación) “Ríos de la cuenca media del Guadiana y laderas vertientes” y la ZEPA (Zona de Especial Protección para las Aves) del mismo nombre.
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Abedular de Río Frío
En el municipio de Puebla de Don Rodrigo, a unos 18 km de la población se encuentra el Abedular de Río Frío.
Este abedular de Río Frío tiene un especial interés, así como un marcado carácter relíctico, ya que se localiza a una cota excepcionalmente baja (630 m), si se compara con otros abedulares del Sistema Central o de Sierra Nevada, situados a más de mil metros de altitud, y ocupa una parte del río Frío de apreciable longitud, unos tres kilómetros, lo que añade más singularidad, si cabe, a este espacio. El aporte continuado de agua por el río, la orientación N-S (orientación extraña, dentro de la generalizada orientación E-O), la acumulación de nieblas (con el consiguiente aporte de precipitaciones horizontales), y la presencia de suelos turbosos, periódicamente inundados, configuran las condiciones que han posibilitado la existencia de este abedular.
La presencia de esta singular especie no es el único aspecto a destacar. El abedular de Río Frío alberga variados y valiosos hábitats: en el fondo del valle del río Frío pueden encontrarse quejigares de Quercus faginea subsp. broteroi, fresnedas de Fraxinus angustifolia, saucedas de Salix atrocinerea y Salix alba, brezales de Erica scoparia, Erica lusitánica o Erica tetralix, pajonales de Molinia caerulea, formaciones de Carex elata subsp. reuteriana y Carex paniculata subsp. lusitanica, comunidades anfibias y de turberas ácidas.
La gran variedad de hábitats que concurren en la zona lo hacen un lugar óptimo para muchas especies animales, entre las que destaca la presencia de la nutria (Lutra lutra), o el gato montés (Felis silvestris), catalogada como de “interés especial” Por tratarse de un espacio protegido (Reserva Fluvial del Abedular de Riofrío), el acceso a este singular abedular está restringido, y para poder visitarlo es necesario solicitar permiso por escrito por teléfono (926-21-37-41) con suficiente antelación a la Consejería de Agricultura y Medio Ambiente para ser acompañados por Agentes Medioambientales.