Red de Caminos
Naturales
Etapa 5: La Calera (Valle Gran Rey) - La Dama
Descripción
Rumbo al sur, entre lomas y barrancos
A lo largo de los 16,5 km de esta etapa, que transcurre entre La Calera y La Dama, el viajero atraviesa grandes desniveles como el Lomo del Harinero o el barranco de Argaga, caminando también por las suaves lomas que separan los barrancos en la parte sur de la isla. Finalmente alcanzará la población de La Dama, que acoge una de las mayores superficies de cultivo de plataneras de la isla.
El caminar de esta etapa comienza en La Calera, en el pequeño parking situado junto a la carretera principal CV-7, justo en el lugar donde se emplaza un panel informativo del Camino Natural. Durante algo más de un kilómetro, el camino discurre junto a la carretera que conduce hacia Arure, hasta la pequeña localidad de El Guro, donde el camino se desvía a la derecha hacia Gerián y La Dama.Tomando este desvío, el viajero atraviesa el ancho fondo del barranco en el que confluyen el barranco de Arure y el de Valle Gran Rey, donde se desarrolla un denso cañaveral.
Estos barrancos, originados en época de aridez cuando aún no existía una cobertura vegetal que les protegiese de la acción erosiva del agua, son una gran fuente de vida y fertilidad, ya que el agua que por ellos fluye permite el desarrollo de numerosas huertas y plantaciones. La gran obra de corrección hidrológica efectuada en el cauce y que el viajero puede contemplar en la parte inicial de la etapa, muestra el lado menos amable de estos profundos barrancos, que en época de lluvias transportan una gran cantidad de agua con una alta capacidad de arrastre, por lo que es posible que el caminante no pueda atravesar el cauce.
Sorteado el cauce, un tramo escalonado conduce al viajero hasta la ermita de los Reyes, del siglo XVI, emplazada bajo la sombra de un bonito pino carrasco (Pinus halepensis). Tal como figura en una placa situada en esta explanada, los vecinos del valle utilizaban la sombra que los riscos proyectaban sobre este lugar a primera hora de la mañana para establecer el cambio de turno de riego entre el Valle Alto y el Valle Bajo.
Tras rodear la ermita, el camino se desvía a la derecha pasando bajo un dique de retención de sedimentos encajado en las escarpadas paredes de uno de los numerosos barrancos que conforman el valle. Bajo la sombra de dos enormes árboles junto al empedrado camino, un cartel recuerda al viajero que se adentra en el espacio natural protegido de Valle Gran Rey, por lo que se debe respetar al máximo el entorno por el que se transita.
El camino avanza llaneando por la ladera entre bancales, ofreciendo bonitas vistas del palmeral que ocupa el fondo de valle, y de los numerosos bancales, hoy invadidos por tabaibas (Euphobia sp.), pitas (Agave americana) y chumberas (Opuntia maxima), que remontan cual escaleras las escarpadas laderas del barranco. Los ennegrecidos troncos de las palmeras, fruto del gran incendio que en 1992 arrasó gran parte del valle y que obligó a la evacuación de sus habitantes, nos recuerda la fragilidad del entorno, por lo que se deben respetar las normas y extremar las precauciones para evitar que se repita una catástrofe como la acontecida ese fatídico año.
A unos 10 minutos, un poste direccional junto una bonita casa marca el punto donde el senderista debe desviarse a la derecha, comenzando una durísima y larga ascensión, que en estos primeros metros presenta un firme de piedra escalonado.
Esta empinada subida por la ladera rocosa pronto ofrece al viajero espectaculares vistas del Valle Gran Rey, haciéndole partícipe de un paisaje de espectacular belleza, en el que se puede observar como en las partes más altas del valle aparecen diferentes coladas pertenecientes a sucesivos periodos eruptivos, con paredes casi verticales y riscos rocosos desprovistos casi por completo de vegetación, salvo pequeñas plantas rupícolas que sobreviven en sus grietas.
En las partes bajas de menor pendiente, se enclavan multitud de poblaciones y núcleos rurales como Casa de La Seda, los Granados, La Vizcaína o Chelé, con sus blancas casas destacando entre el verdor de la exuberante vegetación que se desarrolla en el fértil fondo de valle, donde se desarrolla un bonito palmeral.
Tras la serpenteante y exigente subida por el Lomo del Harinero el caminante alcanza por fin el collado del Cerrillal (650 m), donde puede deleitarse de las magníficas vistas que ofrece este lugar hacia el Valle Gran Rey, con la loma de la Mérica enfrente (por donde transcurre la etapa 3 del camino) y el fértil barranco de Argaga, con sus abancaladas laderas tapizadas de un manto verde salpicado de tabaibas, pitas y bonitos palmerales, y en el que habitan varias plantas endémicas en peligro de extinción como el Chirolophus sataratensis o Limonium dendroides.
El viajero se enfrenta ahora a un tramo de suave descenso bajo los riscos hasta cruzar el arroyo de Argaga, desde donde de nuevo una subida, mucho menos exigente que la anterior, le conduce hacia Gerián. En esta ladera aparecen de nuevo numerosos bancales sobre los que se mantienen algunos almendros e higueras que denotan un pasado agrícola de la comarca. Al paso del viajero aparece un sendero a la izquierda hacia Chipude, sin embargo el Camino Natural continúa de frente ganando altura, para pronto ofrecer bellas panorámicas de la ermita de Guará o Ntra. Señora de Guadalupe colgada en el espolón del roque de Guará.
Finalizada la subida, el camino torna a la derecha descendiendo suavemente por la loma hacia Gerián. Tras cruzar la carretera de acceso a la pequeña ermita, el camino continúa descendiendo entre bancales abandonados invadidos de tabaibas hacia Casas de Gerián. Avanzando entre las casas, se alcanza un tramo asfaltado que ofrece una panorámica espectacular del barranco de Argaga, a la derecha de la marcha, desviándose poco después el camino a la derecha, para seguir descendiendo y en pocos metros volver a cruzar de nuevo la pista asfalta.
Dejando atrás ya el pequeño núcleo rural de Gerián, el camino desciende por un paisaje hostil que no ofrece ningún tipo de cobijo al caminante, cruzando el pequeño barranco de Tejo, que deja entrever la playa de las Arenas, en la desembocadura del barranco de Argaga.
Tras casi 1,5 km el camino cruza una pista de tierra y tras confluir con ella durante y unos metros, se desvía a la izquierda para descender por el Lomo de Pelé hacia el Verodal por un camino bien delimitado, con La Dama y sus cultivos de plátano a la vista sobre otra lomada.
Si el caminante mira a sus espaldas se sorprenderá con imponente silueta de la Fortaleza de Chipude dominando el horizonte. A la izquierda de la marcha queda el barranco de la Iguala, con varias plataneras cultivadas en las pendientes laderas. Alcanzado ya el punto kilométrico 78, el viajero deja a un lado un pequeño asentamiento en la zona conocida como El Verodal, descendiendo suave pero continuamente por la loma. Una vez rodeados los restos de los muros de las antiguas plataneras que existían en este lugar, el camino se sitúa sobre la punta de Iguala, ofreciendo unas preciosas vistas de los majestuosos acantilados de la playa de las Arenas, de la desembocadura del barranco de Argaga y de la punta de Santa María.
Sobre la loma, un poste direccional indica la distancia hasta la siguiente población, La Dama, distante aún a 5,9 km. Comienza ahora un tramo de pronunciado descenso hacia la playa de la Iguala. Tras atravesar el cauce del barranco de Iguala, (uno de los grandes barrancos de La Gomera) donde se acumulan multitud de acarreos arrastrados por la fuerza del agua sobre los que desarrollan sin problema los siempre verdes balos (Phlocama pendula), el camino comienza a ascender remontando el barranco hasta que, en aproximadamente 1 kilómetro, se deja un desvío a la izquierda que conduce hasta un antiguo pozo tradicional. Un poco más adelante, el caminante debe tomar una curva cerrada a la derecha, dejando otro camino a la izquierda que conduce hasta las plataneras que se divisaban desde la loma de Gerián.
Alcanzada la pequeña Degollada de Tirneo y tras pasar el barranco de Quines, el caminante continúa ascendiendo por la fascinante combinación de colores que ofrecen las parduscas y rocosas laderas cubiertas por balos, aliagas y tabaibas, matorrales perfectamente adaptados a las condiciones de aridez que ofrece el sur insular, con precipitaciones inferiores a los 300 mm anuales y con una insolación de más de 3.000 horas de sol al año.
Tras tomar una curva cerrada a la izquierda rodeando el Cabezo de los Guirres bajo el Lomo del Verebal, el caminante avanza ahora por una de las laderas del barranco del Horno, que cruzará aproximadamente 1 km. Tras un suave pero continuado ascenso se alcanza una nueva curva cerrada a la izquierda, pasando bajo los muros de las numerosas fincas de plataneras que tapizan la ancha lomada, y tras aproximadamente 600 metros, el viajero alcanza la carretera principal de La Dama, CV-12, donde unos metros más adelante aparece un panel informativo que marca el punto final de esta etapa.
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El origen del plátano en Canarias
Las plataneras son plantas del género Musa, propias de climas tropicales de temperaturas suaves y abundancia de agua. Originarias de Asia tropical (Sudeste Asiático, India y Malasia) están presentes en los cinco continentes. La llegada de este género al continente africano se remonta al siglo V produciéndose a través de Madagascar, y estableciéndose en las costas del Mediterráneo en el siglo VI. La presencia del plátano en Canarias fue más tardía, produciéndose a través de Guinea provocada por las conquistas africanas de los portugueses. Desde las Islas Canarias el plátano se introdujo en América en los viajes de colonización al Nuevo Mundo.
El cultivo del plátano en las Islas Canarias fue promovido por comerciantes ingleses de finales del siglo XIX, cultivándose en todas las islas excepto en Fuerteventura y Lanzarote, debido a la escasez hídrica. Su cultivo a gran escala en las Canarias comenzó a principios del siglo XX, momento en el que se produjeron fuertes inversiones de compañías principalmente británicas, a lo que contribuyó decisivamente la modernización de los sistemas de regadío, y propició el desarrollo de una floreciente actividad agrícola, basada inicialmente en el cultivo de tomate, y posteriormente en el del plátano.