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Culture
Monasterio de San Juan de la Hoz
Las ruinas del que fue el Monasterio de San Juan de la Hoz se encuentran, como bien señala su nombre, en una hoz de la Sierra de la Llana, en un precioso enclave a poco más de un kilómetro de la localidad de Cillaperlata.
La importancia de estas ruinas se debe a que los orígenes de muchas localidades de la comarca comienzan con la repoblación que llevaron a cabo las ordenes monásticas. No se conoce con exactitud cuándo fue fundado, pero hay constancia de su existencia como abadía desde finales del año 790, perteneciente al abad Alejandro Quillino.
Posteriormente, se puede seguir la historia de este complejo a través de las donaciones. La más antigua fue realizada por parte del conde Sancho, en el 954 sería doña Eldoara la que concedió a su abad varios enclaves e iglesias de los alrededores. Mucho más tarde, Alejandro II abad de San Juan de la Hoz cedió sus derechos al conde de Catilla, Sancho García, en el año 1002, pasando a ser abadesa la hermana de este último, doña Oñeca. El mismo Sancho García fundaría en el 1011 San Salvador de Oña en cuya dote se incluía San Juan de la Hoz.
El monasterio mantuvo su actividad a pesar de los deterioros del tiempo hasta entrado el siglo XIX. Durante los años que duró la invasión de las tropas napoleónicas, el entonces prior de la villa se unió al bando francés, hecho que llevó a los soldados de la guerrilla que luchaban por recuperar el territorio a saquear las instalaciones monásticas, lo que desembocó en el abandono definitivo de las mismas en 1835. En la actualidad, del monasterio de San Juan de la Hoz solo quedan algunos restos que, tras varios estudios, han recuperado parte del valor histórico y arquitectónico. Ello ha permitido identificar tres iglesias superpuestas: una prerrománica, otra del siglo XII y la última fruto de una renovación entre los siglos XVII-XVIII.
A pesar de que el complejo contaba con un claustro, de este no han quedado restos, pero si se conserva la planta del templo, muy similar a otras iglesias burgalesas con ábside semicircular, algunos elementos estructurales como columnas o canecillos y una necrópolis compuesta por tumbas excavadas en la roca que data de entre los siglos VIII y XI.
Cabe recordar que parte del conjunto escultórico del complejo ha sido rescatado y reubicado como es el caso de la pila bautismal que actualmente se encuentra en el jardín de la iglesia de Cillaperlata y algunos canecillos que recuerdan a animales como el lobo o el caballo que se encuentran en el Museo de Burgos.