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Cultura
Castillo de Santa Eulalia la Mayor
A más de 900 metros sobre el nivel del mar, dominando el área del Abadiado de Montearagón y del alto valle del Guatizalema, encontramos este conjunto defensivo. Su ubicación le permitía controlar el antiguo camino que ponía en contacto las tierras montañesas de Guara con el Somontano oscense.
El origen de esta fortificación musulmana se sitúa entre los siglos VIII y X y se trataría de uno de los enclaves defensivos que protegían la ciudad de Huesca (como las cercanas fortalezas de Labata y de Sen y Men en el Salto de Roldán) frente a los cristianos establecidos desde fechas muy tempranas en las zonas de sierra de Nocito y Secorún.
Entre los años 1091-1095, durante el asedio de Huesca, fue conquistado por Sancho Ramírez y posteriormente, en 1249, cedido junto a la villa de Santa Eulalia y Castilsabás a cambio de las poblaciones de Marcén y Las Pedrosas a los abades de Montearagón.
El complejo está compuesto por una torre protegida por un recinto fortificado, del que apenas quedan restos, y tres fosos tallados en la roca, uno de los cuales se encuentra asociado a un aljibe. Dicho aljibe, de planta cuadrangular de unos 7 por 4 metros, está excavado en la roca caliza y se alimenta de las aguas pluviales por medio de un sistema de canalillos tallados en la cantera natural.
El elemento más significativo del conjunto es la torre. Se trata de una construcción de planta circular de unos 5,70 metros de diámetro, con muros de 1,90 metros de anchura y una altura original que debía superar los 10 metros. Al exterior es una construcción extraordinariamente cerrada, pues su único hueco fue la puerta de entrada, que se situaba en altura.
En cuanto a su distribución interior, se compone de un basamento macizo de unos 2 metros de altura, sobre el que se dispone un piso diáfano muy angosto (de unos 2 metros de diámetro), cerrado por un zócalo de madera sobre el que se disponía la planta principal, en la que se ubicaba la entrada (que antes de la restauración era en arco de medio punto rebajado reforzado en su parte superior por una viga de madera).
La existencia de una serie de huecos o mechinales alineados a unos 8 metros de altura, que fueron eliminados en la restauración, sugiere que la torre estaba rematada por un cadalso defensivo de madera. Sobre este, el edificio se cerraría mediante un tejado de madera.