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Cultura
Ruinas de San Tirso
Se trata de uno de los vestigios mejor conservados de los primeros asentamientos en el municipio lucense de Xove. Aunque a día de hoy solo se conservan las ruinas de lo que fue la capilla de San Tirso, este entorno cuenta con una importante historia, ya que en este lugar se establecieron los primeros habitantes de la zona a orillas del Cantábrico, con sus primitivos asentamientos, conocidos como castros en Galicia. De hecho se cree que esta zona en la provincia de Lugo pudo estar poblada desde el 1200 a.C. Los trabajos arqueológicos desarrollados en la zona han permitido saber que el castro contaba con un único recinto que poseía una planta en forma de almendra. Los escarpados acantilados que abrigan esta zona servían como protección natural para este asentamiento, lo que hizo que solo fuera necesario construir un muro defensivo en la parte oeste del castro. En el entorno han sido hallados también los restos de dos antiguos fosos con los que contaba el castro.
Tendrían que pasar unos cuantos siglos desde la construcción del castro original para que este entorno se convirtiera en la ubicación de la capilla de San Tirso. En el siglo VIII d.C. llegó a estas costas un diácono portugués que huía de los musulmanes. Se instaló en este entorno de la provincia de Lugo y se asentó en este de San Tirso. No obstante, el templo religioso fue abandonado por los monjes que lo habitaban por razones que aún se desconocen. Pese a ello, parte del recinto permaneció como lugar de culto para los vecinos de Xove hasta el año 1929, cuando se construye la iglesia de San Tirso de Vilachá. Como vestigio de esta construcción religiosa abandonada quedan aún hoy los muros del recinto, así como los restos de la ermita, que constaba de una sola nave dividida en cuatro tramos.