Red de Caminos
Naturales
Etapa 39: Vilvestre - Saucelle
Descripción
El rosa y blanco: El paisaje de las almendreras
Esta etapa es más suave y corta que las anteriores. La atalaya del Castillo de Vilvestre y los campos de almendros, que en primavera tiñen de colores los campos, hacen de este paseo un remanso de tranquilidad y disfrute para los sentidos.
La hermosa localidad de Vilvestre, conocida por sus habitantes como “El Castillo”, representa una atalaya sobre la llanura y marca el punto de inicio de esta etapa.
Antes de comenzar merece la pena visitar la Casa Museo de los Arribes, un restaurado edificio de gran interés arquitectónico que aúna lo moderno y lo tradicional de un modo muy acertado.
El sendero abandona las anchas calles de Vilvestre en dirección sur. En las cercanías de las piscinas, a la altura de un abrevadero, el camino toma una pista extremadamente pedregosa, consecuencia del entorno pizarroso.
Poco a poco el recorrido deja atrás el caserío y se interna en un bosque de encinas (Quercus ilex) dispersas, donde el sendero se estrecha ligeramente y transcurre por un camino de piedra suelta.
El Camino Natural llega a un pequeño vallejo donde la vegetación es algo más exuberante que en el tramo anterior. Las plantas que se asientan en esta zona tienen las hojas pequeñas, siempre verdes y bastante duras; todo esto forma parte de una estrategia para vivir en unas condiciones austeras, con elevadas temperaturas durante el verano y escasas lluvias a lo largo del año.
Superado el vallejo, el paisaje se abre ante los ojos del senderista. Las casetas de los pastores, conocidas como casitos, acompañan el camino. El itinerario avanza ahora por pistas más cómodas, si bien poco a poco los muros de piedra van estrechando el camino hasta quedar reducido a la anchura suficiente como para dejar paso a un carro tirado por ganado, lo justo y necesario en el momento de su trazado.
Entre muros el sendero continúa rodeado por campos de almendros, quizás los únicos cultivos no abandonados, estando muchas de las otras fincas invadidas por escobas (Cytisus scoparius).
La estrecha senda por la que discurre el trazado desemboca en una pista de concentración parcelaria, gira a la izquierda y posteriormente a la derecha para alcanzar un camino de más entidad, donde las fincas son más amplias y la separación de los muros deja más libertad a la marcha.
Finalmente el Camino toma la carretera SA-330 hasta llegar a Saucelle. El recorrido entra en el pueblo por la parte trasera del polideportivo. En las calles de la localidad y en la época adecuada (finales de verano, principios de otoño), es posible ver las almendras secándose al sol.
El sendero atraviesa el centro del pueblo y llega, tras cruzar la carretera, a un mirador con dos bancos de madera, desde donde se tienen unas magníficas vistas de la campiña que rodea el pueblo. En este punto finaliza la etapa.
Enlaces de interés
Perfil
Destacados
Información adicional
Cultivando almendros
El almendro (Prunus dulcis) es un cultivo tradicional del entorno de los Arribes del Duero desde hace siglos. Pese a no tratarse de un árbol autóctono, se ha adaptado perfectamente a las condiciones climáticas del terrazgo arribeño.
Las almendras son el fruto de este popular árbol, que se asilvestra con facilidad gracias a la ayuda de los córvidos, que dispersan sus frutos por el campo.
En las fincas de esta zona se solían plantar almendros cada seis metros, y una hectárea de cultivo podía reunir 350 árboles, llegando a producir ocho kilos de almendra por árbol.
Las almendras han sido utilizadas desde la antigüedad en repostería, siendo el ingrediente básico de los mazapanes o de la tarta de Santiago. También se utilizan para elaborar leche de almendra, consumida por muchas personas como sustitutivo de la leche de origen animal. El aceite de su fruto se emplea para hidratar la piel y la esencia de almendras amargas se usa en perfumería.
El declive de los cultivos en la zona de los Arribes se debe a dos motivos, por un lado a la falta de población, que abandonó las zonas rurales para irse a las ciudades; y por otro lado, que los confiteros ya no compran la almendra entera, como hace unos años, lo que obliga a comercializarla pelada, laminada o molida, con el correspondiente aumento de los costes de producción y venta final.