Red de Caminos
Naturales
Etapa 31: Pinilla de Fermoselle - Fermoselle
Descripción
Asomados a los Arribes
Tras pasar por una senda que se asoma a los cortados del río Duero en un privilegiado balcón, el camino llega al núcleo urbano principal de los Arribes del Duero en la provincia de Zamora, Fermoselle. La tranquilidad del paseo sólo se ve alterada esporádicamente con el vuelo majestuoso de algún buitre o águila real que explora su territorio.
El recorrido sale por la parte sur de Pinilla de Fermoselle y desciende por una estrecha senda encajada entre paredes de piedra, hasta llegar al cauce de un pequeño arroyo intermitente, para, poco después, unirse con un camino más ancho, el de los Arrieros.
Tras 200 metros el camino llega a una bifurcación, donde toma la opción de la izquierda que conduce hasta el arroyo de los Pilos. Una vez cruzado el regato empieza un tramo de singular belleza, donde las encinas (Quercus ilex) comparten territorio con enebros (Juniperus communis), escobas (Cytisus scoparius) y frecuentes bloques de piedra granítica.
El estrecho sendero conduce hasta un auténtico balcón natural que ofrece la panorámica de un espectacular meandro del río Duero.
Entre otras especies propias de estos paisajes se puede ver la cornicabra (Pistacia terebinthus), que debe su nombre a las agallas, con forma de cuerno, que se forman por la picadura de un insecto. Es una especie que vive bien en ambientes rocosos, entre encinas y enebros. Tiene una madera dura, compacta, muy empleada en los Arribes del Duero para hacer cucharas, mangos de cuchillos y castañuelas. Con su resina se obtenía un bálsamo utilizado para barnices y como antiparasitario.
La senda desciende hasta el arroyo de las Gorbias, perdiéndose las vistas que sobre el río Duero se tenían hasta el momento, y se introduce en un paraje con un encanto especial. Al atravesar el cauce del arroyo pueden observarse las ruinas de un antiguo molino, con las ruedas de moler en su piso de arriba.
El Camino vuelve a recobrar altura y a recuperar parte de su panorámica, y, si se echa la vista atrás, se puede contemplar en algunos puntos la población de Pinilla de Fermoselle a lo lejos. La ruta cruza un área rocosa, llena de afloramiento graníticos, siendo curiosos y llamativos los trozos de cuarzo, la roca blanca, que aparecen en considerable proporción.
El recorrido se adentra, a partir de aquí, en una zona con evidencias de haber sufrido un incendio y que está siendo conquistada por escobas y jaras pringosas (Cistus ladanifer).
En este momento el trayecto inicia una bajada pronunciada hasta la Rivera de Pinilla, llegando a un bonito pontón en un paraje tranquilo y sin ningún tipo de disturbio antrópico. Se inicia entonces otro tramo de subida, hasta llegar a un ensanchamiento de la senda que se convierte en un camino propiamente dicho, que va atravesando amplios terrenos poblados de retamas.
Poco antes de llegar al kilómetro 5 de la etapa el paisaje cambia, anunciando la cada vez más próxima llegada a Fermoselle. Se abren campos de cultivo a ambos lados, donde crecen viñedos, olivos, almendros (Prunus dulcis), y el camino va avanzando por este panorama hasta que se comienza a divisar la localidad de Fermoselle al fondo.
Antes de llegar a la población se deja a mano izquierda una espectacular fuente a la que merece la pena asomarse, es la fuente de la Noria, donde una galería recoge el agua que mana en el lugar.
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Información adicional
El granito
El granito es una de las rocas más abundantes en la comarca de los Arribes del Duero.
Es una roca volcánica o ígnea, formada en el interior de la Tierra, donde el magma puede enfriarse lentamente y la cristalización se realiza despacio, de forma que los cristales resultantes están muy bien formados y son claramente visibles a simple vista.
El granito está formado por tres minerales: cuarzo, feldespato y mica. Es duro y muy resistente a la intemperie, por lo que no se erosiona con facilidad y da lugar a paisajes muy agrestes, en los que abundan rocas redondeadas, conocidas como piedras caballeras, y enormes losas.
Hoy en día los granitos se están convirtiendo en un material de empleo común en la construcción urbana, donde los arquitectos lo emplean por su bella sobriedad, colorido y resistencia, tanto como elemento estructural como decorativo.
Fermoselle
La villa de Fermoselle se encuentra flanqueada por el río Tormes y los Arribes del Duero , gozando de una gran belleza natural y claro valor estratégico. Su origen se remonta a la Edad del Bronce-Hierro
Su patrimonio histórico está compuesto por un conjunto de estructuras defensivas que se ubicaron en el extremo que asoma del Duero (el castro y después castillo de Doña Urraca). La iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, de origen románico, y la plaza Mayor, de planta cuadrada, que conserva un bello y recio edificio porticado.
En el exterior del núcleo urbano se levantó otra iglesia, Nuestra Sra. de La Bandera, también románica. A ella se adosó el convento de san Francisco, fundado en 1730.Urbanismo y naturaleza es lo que lleva a su declaración como Conjunto Histórico por Decreto de 24 de Octubre de 1974. En los últimos años ha recobrado más actividad, a lo que ha contribuido la remodelación del Convento de San Francisco para acoger en su interior la Casa del Parque Natural Arribes del Duero.
El monte se quema
Cuando se habla de incendios forestales a todo el mundo le viene a la mente un fuego provocado por el hombre. Sin embargo, la existencia de incendios forestales es “inevitable” en España de forma natural, ya que es un país con una elevada temperatura media durante todo el año; temperaturas muy altas y escasas precipitaciones en verano.
De hecho, durante millones de años, la naturaleza se ha servido del fuego para expandirse y regenerarse. Son muchas las especies vegetales que resisten el fuego, incluso algunas lo necesitan para poder reproducirse.
El fuego ha sido un elemento evolutivo modelador de muchos ecosistemas y ha determinado la aparición de numerosas respuestas adaptativas en las plantas.
Algunas plantas sobreviven a los incendios gracias a su alto contenido en agua y otras porque tienen cortezas gruesas y porosas, capaces de aislar los tejidos vivos de la acción del fuego. Árboles y arbustos, como las encinas, los enebros, las retamas o los robles, cuentan con la capacidad de rebrotar de cepa tras un incendio. Es más, los rebrotes suelen ser muy vigorosos debido al aporte adicional de nutrientes de las cenizas tras el fuego, y a la mejora en las condiciones de luminosidad y disponibilidad de agua, al eliminarse la competencia de otras especies menos resistentes.