Red de Caminos
Naturales
Etapa 30: Fornillos de Fermoselle - Pinilla de Fermoselle
Descripción
Entre a jaras y alcornoques
Desde las frías cumbres de los Picos de Urbión hasta la zona mediterránea de los Arribes el clima cambia a lo largo del río Duero. Este cambio lleva consigo una transición en el paisaje, la vegetación y los animales que en él habitan.
De los pinares de montaña, pasando por encinares y fresnedas, el sendero llega a esta etapa, donde jaras y alcornoques, especies claramente mediterráneas, aparecen salpicando el recorrido del camino en los Arribes del Duero.
El inicio de la etapa se encuentra en el núcleo urbano de Fornillos de Fermoselle, en cuyo caserío se encuentra la iglesia de San Martín de Tours, diversas fuentes de carácter eminentemente romano y un antiguo potro de herrar.
El recorrido discurre por la calle Pocera y abandona la localidad bordeando unas pequeñas parcelas de olivos, tomando el camino de los Arrieros, enlace tradicional con Pinilla de Fermoselle.
El sendero atraviesa un tramo flanqueado por cerramientos de piedra sobre los que crecen zarzamoras o murras (Rubus ulmifolius), como se las conoce en la zona, y las lagartijas ibéricas (Podarcis hispanica) descansan y captan calor con un baño de sol.
Cuando estos muros se encuentran en un lugar sombrío y fresco es fácil ver crecer los ombligos de venus (Umbilicus pendulinus), con sus hojas redondeadas y sus humildes flores. En las losas superiores, musgos (Bartramia sp.), siemprevivas (Helichrysum bracteatum) y uvas de gato (Sedum album) rivalizan por el espacio.
Superado este tramo, se abre ante los ojos de senderista un panorama diferente, donde los terrenos no utilizados para el cultivo comienzan a estar cubiertos de jaras (Cistus ladanifer) y alcornoques (Quercus suber), especie utilizada para la obtención de corcho y bellotas para el ganado.
El trazado continúa y cruza la carretera ZA-L-2215, punto donde se encuentra un crucero, es la Cruz de la Figalina. Desde este lugar, el sendero inicia un suave pero continuado descenso, en el que se divisa la orilla portuguesa del Duero en el horizonte. En los días más despejados la vista alcanza a ver la localidad portuguesa de Urrós.
El recorrido avanza por un camino fácilmente transitable, dejando a un lado un paisaje de matorral con algunas encinas dispersas. En estas manchas arbustivas encuentran refugio y alimento numerosos animales de pequeño tamaño. Alcaudones (Lanius senator) y víboras hocicudas (Vipera latasti) acechan a lagartijas, ratones y pequeños pájaros. A su vez, las currucas carrasqueñas (Sylvia cantillans) y las arañas capturan numeros insectos atraídos a estos lugares por el néctar de las flores.
Antes de cruzar de nuevo la carretera ZA-L-2215, el sendero se abre y permite unas bonitas vistas sobre la población de Pinilla de Fermoselle. Tras cruzar, el Camino continúa por el lateral de la carretera en un tramo de aproximadamente 200 metros, antes de recuperar el trazado del camino tradicional.
En este punto sorprende ver algún enebro (Juniperus oxycedrus y J. communis) de porte arbóreo y se sigue disfrutando de unas encantadoras panorámicas. El trazado serpentea, siempre picando hacia abajo, hasta llegar a un cruce, donde gira a la derecha siguiendo un cerramiento de piedra que ha aprovechado un afloramiento de granito para sustentarse.
Desde allí, el Camino Natural baja hasta el arroyo de los Pilos y sobrepasa unas fincas particulares ya bastante cerca del final del recorrido. Las vistas sobre el pueblo de Pinilla de Fermoselle vuelven a aparecer en este último tramo.
La etapa alcanza la localidad de Pinilla de Fermoselle y concluye junto a la morera apoyada sobre un bloque de granito que hay al lado de la iglesia.
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El árbol del corcho
El alcornoque es un árbol de tamaño medio, de menos de 20 metros de altura, de hoja persistente más o menos larga, de color verde lustroso en el haz y envés blanquecino. De adultos tienen el tronco grueso y copa ancha y el fruto es una bellota parecida a la de la encina, aunque de sabor menos dulce.
El alcornoque tiene la corteza muy gruesa, esponjosa y ligera, que recibe el nombre de corcho. La misión natural del corcho es proteger al árbol frente a los frecuentes incendios que se producen en los bosques mediterráneos y el ataque de insectos.
Del alcornoque se ha aprovechado desde tiempos antiguos el corcho, utilizado en artesanía y en la industria. Se utiliza para la fabricación de tapones, colmenas, parqués y otros elementos de construcción, juntas de automóviles, calzado, confección de ropa y otros objetos de uso diario, incluso los transbordadores espaciales utilizan el corcho como aislante térmico.