Red de Caminos
Naturales
Etapa 29: Mámoles - Fornillos de Fermoselle
Descripción
Asomados al río Duero
El característico paisaje de la penillanura da la oportunidad de asomarse sobre el río en un punto del recorrido, y poder disfrutar de las espectaculares vistas que ofrece el mirador de los regatos sobre los Arribes, permitiendo ver las tranquilas aguas del río Duero varios cientos de metros más abajo.
La ruta comienza en el centro de la localidad de Mámoles. Nada más empezar el camino se empina, pudiéndose contemplar en pocos metros una bonita panorámica del casco urbano.
El recorrido rápidamente se encajona entre rocas a un lado y un cerramiento de piedra al otro, mientras se atraviesan los predios de aprovechamiento ganadero que rodean el caserío. La vegetación está dominada por la encina (Quercus ilex), que se agolpa junto a los muros de piedra, dejando libre el resto de superficie de las fincas.
Más arriba se llega a un prado con algo de pendiente, donde el camino se desdibuja, pero sigue siendo fácilmente transitable. Aquí se encuentra una fuente con unas pilas de piedra para que los animales puedan beber cuando regresan de pastar en libertad por el campo.
El camino va dejando el pastizal atrás, aumentando la superficie conquistada por encinas, enebros (Juniperus oxycedrus) y matorral de escoba (Cytisus sp.), iniciando un sutil descenso hacia el arroyo de la Rivera, junto al cual se halla un área de descanso con mesas y bancos de piedra a la sombra de un fresno (Fraxinus sp.).
El recorrido continúa con una subida por un tramo de empedrado, realizado para que los carros no se hundiesen en el terreno y los animales de tiro pudiesen subir la carga con menos esfuerzo. La presencia de dos grandes enebros entre las rocas pone de manifiesto la capacidad de esta especie para desarrollarse en ambientes adversos.
A partir de aquí y continuando por el camino de los Arrieros, que ya se llevaba, la pista se vuelve notablemente más ancha. El paisaje se abre, mostrando una zona dominada por el matorral de escoba y espliego (Lavandula stoechas) y los bolos de piedra de granito, donde enebros y encinas son testimoniales.
El trazado pasa por el paraje de La Borriquera, situándose a una cota en torno a los 660 metros y muy cercano al discurrir del río Duero, por lo que en algunos puntos se pueden ver las vertientes del río, por una parte pobladas de vegetación y por otra rocosas y escarpadas.
Poco después de pasar junto a una fuente se plantea la posibilidad de acceder al asomadero de Los Regatos, al que merece la pena desviarse para tener una visión completa del río. Si se cuenta con unos prismáticos no será difícil poder observar a alguna de las rapaces que nidifican o sobrevuelan por la zona, como el alimoche, el buitre leonado o la escasa cigüeña negra (Ciconia nigra).
De regreso al camino principal se puede ver una buena representación de las especies más comunes de los Arribes del Duero: encinas, enebros, escobas, retamas, matorral de pequeño porte, plantas aromáticas, herbáceas, etc. todo ello salpicado y coronado por bolos de piedra de granito.
Un poco más adelante el camino se topa con una cancela a partir de la cual empieza a cambiar otra vez el entorno, apareciendo terrenos de pasto y cultivos a ambos lados del recorrido, ocupando cualquier resquicio de terreno accesible, llano y con suficiente suelo.
El último tramo del recorrido vuelve a discurrir entre paredes de piedra, pudiéndose encontrar recursos etnográficos como fuentes y casitos de piedra donde se cobijaban los pastores, en un pastizal donde las herbáceas contrastan en color con las imponentes encinas y con los berruecos y los bolos de roca granítica.
Desde aquí el camino inicia un suave e inapreciable descenso para acometer el último tramo de la etapa, restando poco más de 800 metros para llegar al destino, Fornillos de Fermoselle.
El nombre de Fornillos viene de sus abundantes hornos de cerámica de los que aún se pueden encontrar algunos restos. La iglesia, de estilo románico, está bien construida aprovechando sin duda los excelentes granitos que hay en los alrededores.
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La vida en los cortados
Entre la numerosa fauna que habita en los Arribes por la gran diversidad de ecosistemas existentes destacan las rapaces de los cortados graníticos.
El águila real (Aquila chrysaetos) es la más grande de las águilas ibéricas, y sus territorios se sitúan de forma lineal siguiendo los cursos de los ríos de la zona, alternándose en ocasiones con los del águila perdicera (Hieraaetus fasciatus), especie con la que mantiene una competencia clara.
Ésta es algo más pequeña que el águila real y comparte la querencia por los cortados rocosos para ubicar su nido. Frecuentemente lo instala en la proximidad de alguna de las múltiples colonias de buitre leonado (Gyps fulvus). Muy sensible a las molestias humanas durante la nidificación y con una elevada mortandad juvenil, esta bella rapaz está viendo disminuir alarmantemente sus poblaciones.
El carroñero más típico y abundante del área es el buitre leonado. Sus hábitos coloniales les llevan a emplazar sus nidos de forma próxima unos a otros, en los cantiles graníticos, formando las conocidas “buitreras”.
El alimoche (Neophron percnopterus) es una especie migradora y de hábitos carroñeros, que presenta en los Arribes las mayores densidades de la Península. Comparte la comida con los buitres, pero a diferencia de éstos, no se agrupa en colonias, sino que cada pareja tiene su propio territorio.
En definitiva, se puede decir que existe una amplia comunidad faunística dentro del Parque Natural Arribes del Duero, como lo atestigua la presencia de más de 200 especies diferentes. El que estén bien representados todos los eslabones de la cadena trófica indica que se trata de una comunidad estable y con un elevado número de nichos ecológicos.