Red de Caminos
Naturales
Etapa 26: Badilla - Cozcurrita
Descripción
A orillas del arroyo de la Mimbre
El arroyo de la Mimbre y los muros de piedra que delimitan las fincas son el hilo conductor del recorrido que une las dos pequeñas poblaciones que dan nombre a la etapa. Un paisaje típico y característico de la comarca sayaguesa, constituido por bosques y dehesas de encina y fresno, con presencia de numerosos regatos de agua, berrocales graníticos y pequeñas praderas, es el escenario de este corto recorrido.
Junto a la carretera que une Fariza de Sayago con la vía ZA-324, a su paso por la población de Badilla, tiene inicio la etapa que conduce hasta la pequeña población de Cozcurrita.
Los primeros metros discurren por la carretera, hacia el sur, en dirección a Fariza de Sayago. Al llegar al primer camino que parte por la derecha, convenientemente señalizado, la ruta gira para avanzar por él, a lo largo del curso del arroyo de la Mimbre.
La vegetación de ribera compuesta por chopos (Populus nigra), sauces (Salix sp.) y fresnos (Fraxinus angustifolia) contrasta con las encinas (Quercus ilex) y pastizales que crecen en las laderas, donde hay menor humedad. Junto al camino se puede observar el bonito molino Pachón.
El recorrido discurre por un cómodo camino de tierra, encajonado entre los muros de piedra característicos de la comarca sayaguesa, que sirven para delimitar las fincas y los excelentes pastizales existentes en el fondo del valle.
A medida que se avanza, la ruta deja a un lado los caminos que salen a los lados, continuando siempre en línea recta. Asimismo, cuando llega a una pronunciada curva se debe continuar recto, por un camino de menor entidad, de reducida anchura y terreno menos firme, entre las casi perfectas alineaciones de los muros de piedra.
La exuberante vegetación arbórea y el denso matorral que crece al refugio de las tapias, junto con la facilidad de la orografía del terreno, ofrecen un agradable paseo.
Junto al camino se puede observar una de las características pontoneras, construidas para salvar el cauce de los arroyos, muy habituales en esta zona y que suelen pasar desapercibidas. La ruta sigue el curso del arroyo de la Mimbre hasta que llega a otro camino de mayor envergadura, donde se dejan atrás los muros de piedra y, poco después, a una portilla de madera que separa los términos de Badilla y Cozcurrita.
A partir de aquí el paisaje se vuelve más áspero y abierto. A la derecha discurre el curso del arroyo, generalmente seco en verano y colmado de agua en las épocas de lluvias, agua que desciende de las suaves laderas cubiertas de escobas (Cytisus scoparius), que lo delimitan. Junto al río la vegetación es la característica de riberas húmedas, como son las eneas o espadañas (Typha latifolia) y los chopos (Populus nigra).
El recorrido sigue el curso del río y da una amplia curva hasta cruzarlo por el puente de Rivera Ancha e iniciar, a continuación, un suave descenso hacia una zona con fuerte presencia de enebros (Juniperus oxycedrus) y encinas, destacando entre medias algún viñedo.
Las paredes de piedra vuelven a guiar de nuevo el recorrido, acompañándolo hasta la pequeña población de Cozcurrita. Después de alcanzar la confluencia con un camino y dejarlo atrás se llega a otro cruce, donde se debe girar a la izquierda para guiar los pasos hasta el camino Ancho, situado a la entrada de la localidad, donde existe un bonito potro de herrar frente al panel de la ruta que indica el término de la etapa.
En esta población destaca la iglesia románica de Santa María Magdalena, datada del siglo XIII, construida en planta rectangular y con una espectacular espadaña, y junto a ella una morera (Morus sp.), árbol típico de los pueblos de la zona. También destaca en el municipio el enebral de Peña Águila, el más grande de la provincia de Zamora.
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Información adicional
Los Molinos de Badilla
Algunos de los molinos en Badilla aún siguen funcionando, gracias a la restauración y mantenimiento desinteresado de sus dueños.
Incluso algunos de ellos mantienen su carácter comunitario, y cuando uno de sus dueños lo necesita dispone de él según los derechos históricos. Así, en la antigüedad, el tiempo de uso estuvo valorado de la forma siguiente: un cuarto equivalía a dos ochavos; un ochavo valía dos maravedíes; un maravedí, dos blancas; y una blanca era al derecho a moler un día al mes.