Red de Caminos
Naturales
Etapa 22: Villadepera - Villardiegua de la Ribera
Descripción
La barrera infranqueable de el embalse de Castro
Esta etapa discurre entre encinas, carrascas y hierbas aromáticas. Durante el recorrido se suceden los arroyos y los pequeños bosquetes de ribera que buscan el abrigo del invierno y el aporte constante de agua. En este tramo la senda del Duero cruza la comarca de Sayago, considerada como uno de los espacios naturales más interesantes y valiosos de Europa.
La etapa comienza en la localidad de Villadepera de Sayago, cuyo nombre procede de los topónimos: “Villa” un término muy frecuente en tierras sayaguesas y “Pera”, que hace referencia a “petra”, piedra, un material muy presente en los alrededores del pueblo.
El sendero deja atrás el caserío por la carretera ZA-321, que comunica Villadepera con Villardiegua de la Ribera. El itinerario recorre unos metros por la carretera para desviarse rápidamente hacia la izquierda por un camino que avanza en dirección noroeste y que se interna en el monte. La encina (Quercus ilex) es la especie principal que salpica el paisaje en esta zona.
Durante este tramo del recorrido, por el paraje de El Carril, un pequeño vallado de piedra flanquea el estrecho camino, e incluso se presentan grandes losetas de piedra para poder cruzar el arroyo del Cubo, que discurre por esta zona.
En un kilómetro la vereda desaparece y se transforma en un amplio camino carretero. Tras un cruce por donde el sendero continúa por el ramal de la izquierda hacia el paraje del Carrascal, hace su aparición el arroyo de la Santa, donde es posible y descansar en una pequeña área recreativa o refrescarse en las aguas de un manantial ferruginoso al que se han atribuido poderes medicinales.
En el tramo de sendero que discurre por el paraje del Carrascal el bosque mediterráneo se encuentra muy bien representado por encinas centenarias junto con arbustos, como el espino albar (Crataegus monogyna) y el endrino (Prunus spinosa), matorrales de monte bajo como escobas (Cytisus sp.), tomillos (Thymus sp.), cantuesos (Lavandula stoechas), piornos (Genista hystrix), jaras (Cistus sp.), jarillas (Helianthemum sp.), y zarzamoras (Rubus ulmifolius), escaramujos (Rosa canina) y madreselvas (Lonicera sp.).
Junto a los arroyos que aparecen, el bosque mediterráneo es sustituido por el ecosistema propio de las zonas húmedas. Aparecen árboles de hoja caduca como fresnos (Fraxinus angustifolia), chopos (Populus nigra), olmos (Ulmus minor), álamos blancos (Populus alba) y sauces, como las mimbreras (Salix alba), cuyas flexibles ramas se han usado en cestería. Sobre el agua se asientan plantas como ranúnculos y lentejas de agua.
El Camino Natural abandona el paraje de el Carrascal por una zona empradizada donde los árboles se alternan con pequeños claros en el monte; las gramíneas y las hierbas aromáticas se hacen dueñas del suelo, llenando el paisaje de aromas y colores.
La senda continúa en dirección oeste y se introduce en un tupido encinar. Durante varios kilómetros el paisaje apenas cambia, bajo grandes ejemplares de encina rodeados de escobas y retamas, con musgos y líquenes sobre las ramas de los árboles.
Aproximadamente a los 5 kilómetros del comienzo de la etapa el sendero toma dirección sur y empieza un suave descenso para dirigirse a Villardiegua de la Ribera. El cerrado bosque de encina desaparece y aparece una zona cubierta de matorrales de genistas y escobas. A unos 2 kilómetros del fin de la etapa y en la parte derecha del sendero aparece una construcción de piedra encalada, es un palomar.
El sendero llega a Villardiegua de la Ribera por la parte alta del pueblo, junto al cementerio y la iglesia parroquial del siglo XVII. Tras unos pocos metros por la calle mayor de la localidad se llega al final de etapa.
Los Vetones, antiguo pueblo morador de esta zona, eligió las colinas de Villardiegua como lugar de pasto para sus rebaños. Dejaron muestras de su paso por la localidad, así el casco urbano es un museo de piedras labradas, como la roca sagrada conocida como "la mula", particular verraco que en los últimos siglos abandonó el castro de Sanamede y sus altares para verse instalada en el centro de pueblo.
Perfil
Destacados
Información adicional
La encina
Conocida como carrasca en casi toda España, la encina es la especie más representativa del bosque mediterráneo.
Tiene las hojas duras o coriáceas, pinchudas y poco atractivas para los herbívoros. Es en las hojas donde la encina almacena agua y no en su tronco, esta característica es lo que hace que la madera de encina sea muy buen combustible.
En algunas provincias castellanas, como Salamanca y Zamora, se ha utilizado su madera para ahumar embutidos y fabricar ruedas de carros. Y su fruto, la bellota, ha sido usado durante siglos como alimento para el ganado, ya que para el hombre, dado su alto contenido en taninos, es desaconsejable por ser altamente astringente. A pesar de ello, la harina de bellota mezclada con cereales se ha utilizado durante muchos años para fabricar pan.
Los palomares
Mudos testigos de la historia, los palomares salpican el paisaje. Desde la época romana sirvieron de ayuda a la economía de muchas familias. Pueden ser de infinitas formas y colores: circulares, cuadrados, blancos, marrones, rojizos… se puede decir que no hay dos iguales.
En esta zona zamorana son cuadrados y con cubierta a una agua. Están construidos en granito y argamasa y revocados exteriormente de cal. En el interior se encuentra una mesa de granito donde se echaba el cereal para alimentar a las aves.
Tradicionalmente han tenido dos usos diferentes: por un lado, la cría del pichón, para llenar las despensas; y por otro, la palomina o palomino, uno los mejores abonos conocidos, empleado para aumentar la fertilidad de huertas, viñas y campos de labor. Hasta estas tierras venían los agricultores levantinos que se llevaban por toneladas el excremento para abonar las fincas de naranjos.