Red de Caminos
Naturales
Etapa 21: Moral de Sayago - Villadepera
Descripción
Entre encinas y berrocales
Un paseo siguiendo el curso de la rivera o arroyo de los Arroyos permite disfrutar del legado patrimonial existente en su curso, consistente en un gran número de molinos. El recorrido avanza por dehesas de encina convenientemente delimitadas por paredes de piedra. Los afloramientos rocosos graníticos o berrocales son una constante a lo largo del camino, confiriéndole una gran belleza y singularidad. La última parte de la etapa discurre por terrenos más abiertos y de mayor altitud, lo que permite disfrutar de buenas vistas de la zona, y donde se entra en el Parque Natural de los Arribes del Duero, que no se abandonará hasta el final de la Senda del Duero.
A las afueras de Moral de Sayago, cerca del Molino del Puerto, situado entre el pueblo y la carretera que conduce a la presa de Villalcampo, está situado el panel de inicio de etapa.
El recorrido toma rumbo norte para seguir el curso del arroyo de los Arroyos. Enseguida se llega al Molino del Puerto, restaurado, y que es muestra de los numerosos molinos que se desperdigan por los arroyos de la zona.
El camino discurre entre muros de piedra, quejigos (Quercus faginea), encinas (Quercus ilex), algunos endrinos (Prunus spinosa) y afloramientos rocosos graníticos, los berrocales. El camino resulta muy agradable, entre dehesas de encina cubiertas de herbáceas y bolos de piedra. En los lugares más frescos también aparecen los fresnos (Fraxinus angustifolia) y las zarzas (Rubus sp.)
Algo más adelante se encuentra otro molino, pero esta vez en ruinas, es el conocido como molino de los Mielgos. Destaca entre los molinos que hay a lo largo del arroyo o rivera de los Arroyos, el de Luzvelina o de la Resbaladera, que era el mayor del municipio. Su importancia sobrepasó lo artesanal, convirtiéndose en una pequeña industria. Primero se le añadió un motor a vapor impulsado por carbón, y cuando llegó el tendido eléctrico se instaló un pequeño transformador para poder seguir moliendo en las épocas de estiaje en las que no había caudal de agua. Además, aprovechaba las instalaciones para mover un pequeño aserradero.
Siguiendo por un paisaje de similares características, a veces entre paredes de piedra que delimitan las fincas, se llega hasta un puente sobre el arroyo, que sirve para cruzarlo. El Camino llega junto a una gran escombrera, ya poblada de árboles de cierto tamaño, resultado de la extracción de áridos y piedra para la construcción de la cercana presa de Villalcampo.
La señalización del sendero conduce hasta un puente y la pequeña presa de Valcuevo, sobre el arroyo de los Arroyos, el cual se vuelve a cruzar. Muy cerca se ha acondicionado un área recreativa para el baño, gracias al agua que remansa la presa. Las vistas muestran un paisaje más abierto, dominado por las encinas y los berruecos o berrocales. Tras realizar un pequeño tramo cerca de la carretera ZA- 324 se sube un repecho y, finalmente, en el alto, se cruzará la carretera.
Esta carretera supone el límite del Parque Natural Arribes del Duero, paraje este que el Camino Natural no abandona hasta su término en Vega Terrón.
Después de cruzar la carretera con precaución, donde existe en cada una de sus márgenes sendos pasos canadienses para evitar que el ganado salga de las fincas, se toma un camino poco marcado, a veces consistente casi en dos rodadas de un vehículo, que entre encinas y escobas (Cytisus scoparius) va ascendiendo lentamente para ofrecer unas estupendas panorámicas de la comarca en la parte más alta.
El camino desemboca en una pista de mayor envergadura, el camino de la Dehesa, el cual se debe tomar, girando a la izquierda y tomando rumbo sur. En el primer cruce que se encuentra se abandona este camino y se coge el que sale por la derecha, el camino de Requejo, que más adelante confluye con otro camino para tomar dirección suroeste. Junto al camino, pueden verse fincas con viñas, no muy abundantes en la actualidad (algunas abandonadas), pero que sí lo eran en el pasado.
En otoño e invierno puede observarse el contraste entre los árboles de hoja perenne, como la encina, y los de hoja caduca, como el fresno, que aparecen desnudos y sin follaje en sus ramas.
Tras cruzar una pontonera construida con piedra se toma un camino que sale por la derecha del anterior, que discurre entre paredes de piedra por un bonito bosque de encinas con numerosos afloramientos rocosos y de gran belleza.
La presencia de varios pontones de piedra permite sortear varios arroyos, y a medida que se comienza a ascender empieza a abrirse el encinar para dar paso a las escobas, cuya intensa floración de color amarillo llena de colorido el entorno en primavera.
Durante el ascenso disminuye también la presencia de berrocales y afloramientos rocosos y se comienza a ver algunas fincas de labor. La altura ganada y la ausencia de vegetación arbórea permiten disfrutar de unas buenas vistas del entorno.
Al llegar a una bifurcación del camino se toma el de la derecha, para comenzar a descender hacia Villadepera. En un gran badén se pueden observar pasaderas, piedras colocadas transversalmente, para poder cruzarlo sin peligro de mojarse en épocas húmedas. A su lado hay un abrevadero que es utilizado por el ganado.
La cercanía de Villadepera se va haciendo más marcada por la cada vez más notable presencia de muros de piedra que sirven para delimitar las fincas y la gran cantidad de caminos existentes, por lo que será necesario aumentar la atención para seguir la señalización de la ruta. Las encinas, fresnos y sauces vuelven a aumentar su presencia, aprovechando especialmente las paredes de piedra para crecer junto a ellas.
Las construcciones de los diferentes barrios de la población conducen hasta el centro urbano, donde se pueden encontrar diversos paneles informativos sobre elementos culturales y etnográficos de interés.
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Información adicional
El Parque Natural Arribes del Duero
Los Arribes del Duero están situados entre las provincias de Zamora y Salamanca, conformando parte de la comarca que se conoce tradicionalmente como la “raya con Portugal”.
El espacio destaca por el encajonamiento del río Duero y sus afluentes en profundos y hermosos cañones graníticos horadados con sus aguas, creando este impresionante paisaje.
El Duero, tras su paso por la llanura cerealista se introduce en la penillanura occidental labrada en los duros materiales paleozoicos donde los cursos de agua se han encajado formando cañones y cortados de hasta 400 m de altura. Gracias a esta profunda “herida” en el terreno a lo largo de casi 100 kilómetros se ha generado un microclima mediterráneo que ha sido aprovechado para el cultivo de especies poco frecuentes a esta latitud: olivo, almendro y otros frutales, creando bancales o terrazas en las pronunciadas laderas. También hay que destacar una rica comunidad de vegetación de ribera, con saucedas, fresnedas y bosquetes de almeces. Sobre la penillanura, los mosaicos de cultivos entre cortinas de piedra, pastizales, bosques de encinas y robles, conforman un paisaje característico.
A esta rica y peculiar comunidad vegetal hay que unir una elevada riqueza faunística. Merced a la importante avifauna presente la zona fue designada, en el año 1990, Zona de Especial Protección para las Aves, por la Unión Europea. Estos valores naturales, paisajísticos y faunísticos motivaron su declaración como Parque Natural en el año 2002.
La Dehesa
A lo largo del recorrido de esta etapa y las sucesivas destaca la presencia de un paisaje de tipo adehesado, debido especialmente al importante número de dehesas que históricamente han existido y que aún perviven hoy.Estas grandes explotaciones cuentan con una notable vocación forestal, basada en el aprovechamiento de las quercíneas, especies generalmente predominantes, que sin embargo no presentan su densidad natural, puesto que han sido entresacadas por el hombre para la creación de pastizales, para un aprovechamiento predominantemente ganadero -ovino, bovino, cerda y cabrío sobre todo- en régimen extensivo.
La especie vegetal de porte arbóreo por antonomasia de la dehesa es la encina, pero también se pueden encontrar en menor medida el alcornoque, el quejigo, el rebollo, el carrasco, el enebro rojo, el fresno y el algarrobo.
La dehesa ofrece un inmejorable hábitat a muchas especies de animales que la pueblan, consumiendo sus productos y refugiándose en o entre sus árboles. De los animales no domésticos, llaman la atención especies cinegéticas como el jabalí, la liebre, el conejo, entre otros. Por los cielos destaca la cigüeña, el buitre leonado o el alimoche, entre otros.