Red de Caminos
Naturales
Etapa 20: Pereruela - Moral de Sayago
Descripción
La calzada Mirandesa
La totalidad del recorrido se hace por lo que fue la calzada romana de Miranda o Mirandesa, a lo largo de un recorrido que se adentra en las dehesas de encina. Esta formación, de carácter mediterráneo, alberga encinas centenarias y estupendos pastizales que son aprovechados en carácter semiextensivo por la ganadería vacuna. Los afloramientos rocosos graníticos y las paredes de piedra son otros de los componentes que adornan durante toda la etapa el paisaje.
La llanura cerealista es el escenario en el que se despide al pueblo de Pereruela. Tomando dirección oeste se sale por la Calzada Mirandesa, inicialmente un ancho y bien conservado camino agrícola que rápidamente se vuelve más estrecho y sin afirmar. Esta es una antigua vía romana que unía Zamora con Miranda do Douro (Portugal).
A la salida de la localidad de cruza el regato de los Pozarones y, entre fincas dedicadas a la agricultura de secano y pastizales, se comienza a hacer camino, dando vista al frente a las dehesas de encina que en breve dominarán el paisaje.
Al llegar a una bifurcación se toma el camino de la izquierda, para continuar por la Calzada Mirandesa. Comienzan a verse afloramientos rocosos y encinas dispersas por las fincas, al tiempo que algunas de ellas empiezan a estar delimitadas por rudimentarias paredes o alineaciones de piedras hincadas en el suelo.
El puente de las Urrietas (donde existe una pequeña área recreativa), fabricado en piedra sobre el arroyo o rivera de Sobradillo constituye el lugar de cambio significativo del paisaje, aparecen las dehesas de encina, los afloramientos rocosos en forma de bolos graníticos y la orografía del terreno es más acusada.
El camino se interna en la Dehesa de la Viñuela, alternándose las zonas con encinas adehesadas con pastizales en las vaguadas. Se trata de un paisaje típicamente mediterráneo, donde el ganado ha modelado completamente el paisaje. Las dehesas están formadas por extensiones arboladas en las que la encina es la especie predominante, el resto del terreno está ocupado por pastizal y/o matorral, que aprovecha el ganado para su sustento y que es el que mantiene la estructura de este paisaje. Además, la diversidad botánica de las dehesas es muy elevada, poseyendo sus pastizales un alto valor nutritivo para el ganado.
El camino pierde calidad y gana estrechez, en las zonas más altas, donde la calidad de suelo es peor y, por tanto, está menos pastoreado, las escobas y los rebrotes de encina han ido ganando espacio a los pastizales. También se aprecian numerosos muros de piedra, que sirven para definir los límites de las fincas y controlar el movimiento del ganado.
El recorrido pasa cerca de la población de Arcillo, un claro ejemplo de aldea de la comarca de Sayago, muy integrado dentro del bosque de encina. En este punto se enlaza de nuevo con la ruta de la Calzada Mirandesa.
En esta zona las presencia de fincas rodeadas de paredes de piedra es mayor, delimitando las pequeñas praderas donde se alojaba el ganado cada unas de las familias que habitaba en el pueblo.
La ruta asciende a una pequeña loma para descender a continuación hasta la rivera de Fadoncino, que se cruza por el bonito puente romano-medieval de la Albañeza, estando escoltada por numerosos fresnos (Fraxinus angustifolia), que añaden diversidad al entorno.
El camino vuelve a ascender, y se comienza a observar la presencia de rebollos (Quercus pyrenaica), aprovechando la existencia de suelos más frescos y húmedos. En numerosas ocasiones se siguen viendo vestigios de la calzada romana.
Más adelante, cuando se comienza a descender, se pasa junto a una zona donde las encinas han sido olivadas, buscando una mayor producción tanto de pasto como de fruto. A continuación se pasa por un verdadero túnel vegetal formado por encinas centenarias, ofreciendo un agradable paseo hasta las Casas de Albañeza, una granja que cuenta con su propia ermita.
El Camino continúa por la dehesa de Albañeza, más abierta que por donde se ha transitado hasta el momento, pero las constantes del paisaje siguen siendo las mismas: encinares adehesados, pastizales, orografía variada, paredes de piedra y afloramientos graníticos frecuentes. Siguiendo el camino se encuentra una llamativa cruz de piedra antes de llegar a Abelón, siguiente hito de la ruta. Justo antes de llegar a esa localidad se pueden observar los únicos restos que en la actualidad se pueden visitar de la calzada Mirandesa.
El pueblo está dividido en dos barrios, cruzando el recorrido por ambos, pudiendo disfrutar del sabor de los caseríos sayagueses y de las zonas rurales.
Se sigue por una zona dominada por pastizales rodeados de paredes de piedra, junto a las que crecen las encinas, aunque también hay extensos pastizales, siendo un tramo con un paisaje muy variado y cambiante, lo que siempre es apreciado por el caminante o cicloturista. Los vestigios romanos siguen estando presentes en el recorrido, especialmente la calzada.
Un poco antes de alcanzar la carretera que lleva a la presa de Villalcampo el encinar se abre y da paso a las fincas de labor, intuyéndose la llegada a una población. Tras cruzar la carretera el camino llega, entre encinas y fresnos hasta Moral de Sayago, donde termina la etapa. La huella romana en esta localidad es muy intensa, ya que en ella se cruzaba la Calzada Mirandesa con otra que unía Sayago con las comarcas de Pan y Alba. Un ejemplo es la fuente de Concejo, con tejado a dos aguas y arco de medio punto, o las estelas que hay en los muros de algunas viviendas.
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Información adicional
Los Cañones del Duero
La etapa atraviesa este espacio perteneciente a la Red Natura 2000 declarado como ZEPA (Zona de Especial Protección para las Aves). Este espacio goza de un paisaje muy diverso, caracterizado por los cañones de los ríos Duero y Esla.
No abundan los cortados de gran altura. Son frecuentes las extensiones de encinares sobre una penillanura con suaves pendientes acompañados de riveras y grandes extensiones de afloramientos rocosos graníticos y berrocales.
En la parte Este del espacio (Pereruela), así como en la Norte (Villaseco del Pan y Almaraz de Duero) son muy frecuentes los campos de cultivo de secano y la vegetación que predomina en esta zona son jarales y matorral mediterráneo mixto formado por diferentes especies de escobas, tomillos y jarillas. Otra impronta paisajística a destacar son las riberas que discurren por las orillas del río Duero a su paso por San Román de los Infantes, o en la zona del molino de Almaraz de Duero (en la otra orilla del río).
Estas choperas “naturalizadas” están acompañadas de arenales originados por los depósitos fluviales que año tras año el Duero va depositando. En estos arenales aparecen grandes extensiones de carrizales-espadañales y pastizales riparios.
La zona tiene interés para especies rupícolas como la cigüeña negra (Ciconia nigra), alimoche (Neophron percnopterus), águila real (Aquila chrysaetos), halcón peregrino (Falco peregrinus) y águila perdicera (Aquila fasciata). Además, en los terrenos próximos a los cantiles existe un núcleo reproductor de alondra de Dupont (Chersophilus duponti). También destaca la población de aguilucho cenizo (Circus pygargus), la presencia de ortega (Pterocles orientalis) y de cernícalo primilla (Falco naumanni), así como una numerosa población de calandria (Melanocorypha calandra), alondra común (Alauda arvensis) y terrera común (Calandrella brachydactyla) en los cultivos y pastizales.