Red de Caminos
Naturales
Etapa 19: Zamora - Pereruela
Descripción
La llanura cerealista
Entre Zamora y la penillanura de los Arribes del Duero, se extiende una vasta superficie de terreno dedicada a la agricultura de secano y a la ganadería. Extensos campos donde se pierde la mirada es la seña de identidad esta etapa. Tras ese paisaje homogéneo y árido existe una amplia y diversa comunidad de aves que encuentra en estas zonas su hábitat para vivir.
En Zamora, en el barrio de las Dueñas, junto al puente de Piedra, está situado el comienzo de la etapa. Se puede observar aguas abajo los restos del que fuera el primer puente de Zamora construido en época romana, y destruido por las numerosas avenidas del Duero. Siendo la primera causa de ruina un terremoto que asoló la ciudad en el siglo X.
Al otro lado del río resalta la catedral del Salvador, que se levanta sobre el casco viejo de la ciudad, y donde su reflejo en las quietas aguas del río Duero crea una bonita postal.
Las riberas del Duero saneadas con espaciosos paseos crean un marco pintoresco y característico de la ciudad. Junto al puente de Piedra se puede observar el centro cultural Instituto Hispano-Luso “Alfonso Henriques”, antiguo convento de los Franciscanos, recientemente restaurado.
La salida de la ciudad se realiza por la calle de Fermoselle, su trazado paralelo al río, lleva hasta otro de los numerosos barrios de la capital zamorana, el de San Frontis, donde se puede contemplar la iglesia románica del siglo XIII que da nombre al barrio.
Después de cruzar con cuidado la carretera que lleva a Pereruela se toma el camino Hondo, un camino agrícola de buena anchura y firme que permite dejar atrás la ciudad de Zamora con paso seguro, aunque su proximidad todavía se deja notar por la presencia de algunas construcciones.
El camino gana altura y si se vuelve la mirada atrás se puede ver la catedral de Zamora, sobresaliendo entre edificios más nuevos de la ciudad. Más adelante la ruta vuelve a recuperar su carácter netamente rural, atravesando la llanura de cultivos de cereal.
El paisaje de estas zonas está en permanente cambio. Durante el otoño e invierno aparece dominado por los tonos marrones de las tierras, éstas siempre en perfecta alineación, resultado del trabajo de los arados; en primavera, con la llegada del buen tiempo, los campos se llenan de color, los verdes del cereal son acompañados por los amarillos, blancos, rojos o azules de la florecillas que crecen en taludes y cunetas. Finalmente la llegada de los calores estivales seca el cereal y el viento mece las amarillas mieses, pareciendo recrear las olas del mar.
En el camino existen numerosas bifurcaciones y cruces, por lo que se deberá estar atento a la señalización existente, aunque la ruta sigue siempre por el camino de mayor envergadura. Después de pasar junto a una finca hay un cruce donde se debe girar a la izquierda, existiendo además un mojón que señala la Ruta de la Plata, uno de los múltiples caminos que conducen hasta Santiago de Compostela. No será difícil cruzarse con peregrinos que realizan esta ruta de peregrinaje.
Se comparte camino con la Ruta de la Plata por la Calzada Vieja de Peñausende, entre campos de labor, donde pueden verse rebaños de ovejas aprovechando el rastrojo dejado tras la cosecha del cereal.
En un cruce de caminos con un monumento conmemorativo hay que girar a la izquierda para continuar por un camino rectilíneo y llegar hasta otro nuevo cruce donde se debe girar a la derecha. La aridez del paisaje, solamente rota por la vegetación higrófila de alguna fuente o algunos árboles dispersos, no es señal de ausencia de vida, sino todo lo contrario, ya que en este ámbito muchas aves encuentran el hábitat adecuado para su desarrollo y cría. Se trata de especies adaptadas a este medio, presentando plumajes pardos para camuflarse en el suelo, vuelo rápido y conducta escondidiza para huir de los depredadores en un espacio tan abierto. Alcaravanes (Burhinus oedicnemus), bisbitas comunes (Anthus pratensis), calandrias comunes (Melanocorypha calandra), alondras comunes (Alauda arvensis) y cogujadas comunes (Galerida cristata) son algunas de las especies que se pueden observar.
Tras unos 700 m se alcanza una bifurcación, tomando ahora el camino de la izquierda, con un firme peor que el del camino llevado hasta el momento, consistiendo éste en roderas de vehículos. Se inicia una pequeña subida que irá mostrando el campanario de la iglesia de Tardobispo, pequeña población que se bordea, pero que posee una pequeña área recreativa por si se quiere descansar.
Se avanza por carretera unos 100 m para abandonarla en el primer camino que se encuentra por la derecha (el camino de San Román de los Infantes). Al llegar a un cruce con otro camino similar se gira a la izquierda para ir en busca de Pueblica de Campeán, una pequeña población situada en medio de la campiña agraria, donde no se llega a entrar. Este pueblo fue creado en 1932, cuando se trasladó a los habitantes de Pueblica hasta este lugar, la dehesa de Campeán, porque donde se asentaba originalmente iba a ser cubierto por las aguas del cercano embalse de Ricobayo, en el río Esla.
En esta localidad se destaca el Puente Patato, evidencia de la importancia del itinerario como ruta de trashumancia de ganado.
Desde aquí se toman varios caminos de concentración parcelaria, totalmente rectos, y tras varios cruces donde se debe girar y que están convenientemente señalizados se llega hasta Pereruela, pudiéndose observar en las cercanías de la población varias industrias dedicadas a la alfarería, actividad típica de la localidad.
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Información adicional
Alfarería
El pueblo de Pereruela es conocido también como el “pueblo de los cacharros”, famoso por su cerámica de arcilla roja mezclada con caolín.
Todas las piezas de alfarería siguen un proceso de elaboración, que, aunque pueda variar de unas técnicas a otras, consiste básicamente en: amasar la arcilla para que la humedad y demás partículas se distribuyan homogéneamente, luego es modelada utilizando agua para mantener la plasticidad de la arcilla durante el modelado, sin que aparezcan rajaduras. A continuación, la pieza se deja al aire hasta que se seque y endurezca lo suficiente. Las piezas que se encuentran así son muy quebradizas, por lo que deben ser manipuladas cuidadosamente.
Una vez que está terminada se debe dejar secar nuevamente para que pierda el resto de la humedad que aún contiene. Cuando está totalmente seca se pule con una lija fina y una esponja húmeda.
Por último, se lleva al horno, donde pierde la humedad química y adquiere una mayor resistencia y sonoridad. Con esta cocción la pieza se da por acabada.