Red de Caminos
Naturales

Etapa 12: Peñafiel - Quintanilla de Onésimo

Descripción

En el corazón del Duero

El sendero discurre junto a las tranquilas y quietas aguas del río Duero, inmerso en su bosque de galería. En ocasiones se asoma hasta la llanura aluvial para permitir disfrutar del característico paisaje de la Ribera del Duero, ocupado por viñedos y pinares de pino piñonero, que albergan algunas de las bodegas donde envejece uno de los mejores vinos del país.

Castillo de Peñafiel

Peñafiel y su imponente y majestuoso castillo son los protagonistas del comienzo de la duodécima etapa, que se adentrará en el corazón de la Ribera del Duero.

Un parque fluvial junto al río Duratón situado en el centro de Peñafiel sirve de punto de partida. Un pequeño sendero que discurre por la orilla izquierda del río permite observar diversas instalaciones ya en desuso, como molinos, azudes y un puente de estructura metálica para el ferrocarril, las cuales poseen el encanto de pertenecer al comienzo de la industrialización y modernización de la comarca.

Más adelante se alcanza la tranquila unión de los ríos Duratón y Duero, dos ríos que aguas arriba han impreso un carácter propio al territorio por el que han ido horadando y abriendo su paso. Las Hoces del río Duratón, en la provincia de Segovia, son un espectacular rincón donde el río abre una profunda herida en el terreno, dejando como resultado un llamativo paisaje de cortados fluviales.

Vereda de Carravilla

El recorrido continúa por un estrecho sendero encajonado junto al río Duero, bordeando el pinar de San Pablo, donde crece principalmente el pino piñonero (Pinus pinea). El sendero discurre a tramos por el bosque de ribera, por el pinar y en otras coquetea con ambos y avanza por su límite. La ausencia de cruces permite caminar de forma relajada, disfrutando del sonido del río y sus habitantes, y así con la compañía de las tranquilas aguas del río Duero se va haciendo camino.

Al llegar a un marcado meandro se puede observar en la otra orilla Pesquera de Duero, donde una gran pasarela nos invita a entrar en esta localidad de gran tradición vitivinícola. El sendero continua lentamente para subir hasta la llanura aluvial y abandonar la zona encajonada y de depresión que ha conformado el Duero. Se cede la compañía del pinar por la de terrenos de secano y eriales al abrirse el horizonte en una zona dominada por ellos.

No muy lejos la señalización indica un desvío en el camino, para ir hasta la Zona Arqueológica de Pintia, con una zona preparada para los visitantes. Con una superficie aproximada de 125 ha, presenta una gran riqueza, con presencia de restos de las culturas vaccea, romana y visigoda.

El sendero desciende de nuevo hasta las proximidades del río, pudiéndose observar una minicentral hidroeléctrica, que produce energía gracias al salto de agua del azud existente. De nuevo la presencia de pinos piñoneros y del bosque de ribera configura el entorno del camino. En varias ocasiones el sendero desciende y asciende de nuevo hasta la llanura aluvial, donde se puede disfrutar de unas buenas vistas tanto del río como de los pinares de pino piñonero, que encuentran en estas zonas su óptimo ecológico. Debido a la existencia de taludes escarpados que impiden seguir en las cercanías del agua hay subidas y bajadas, que aunque cortas, son en ocasiones empinadas, por lo que será necesario realizar un pequeño esfuerzo e incluso, en el caso de que se esté recorriendo en bicicleta, descender de ella y tener más precaución en esos tramos.

Próximo a Quintanilla de Arriba, el Camino Natural cambia de margen a través de una pasarela que permite unas buenas panorámicas del río, para seguir descendiendo por el otro lado del cauce.

En este mismo punto, existe un ramal de unos 2 kilómetros, convenientemente señalizado. Diversas pasarelas de madera y tramos de escalera sumergen al caminante en las entrañas del río hasta llegar a esta localidad, donde es posible darse un baño en su playa fluvial o bien contactar con una empresa de turismo activo y dar un paseo en piragua durante la época estival.

Pasarela de madera

Si se opta por continuar la ruta y no acercarse hasta Quintanilla de Arriba, se debe cruzar el río Duero en el desvío citado anteriormente y seguir el recorrido por la orilla opuesta.

El sendero continúa junto a la orilla del río, entre chopos, fresnos y sauces, aunque encinas (Quercus ilex) y pinos piñoneros también se dejan ver con frecuencia. Mientras el camino discurre al nivel del agua es la vegetación de ribera la que se observa, pero en cuanto éste asciende hasta la terraza aluvial, son los pinos, encinas, viñedos y cultivos agrícolas los que protagonizan el paisaje.

Poco después de pasar junto a una central hidroeléctrica se puede observar el monasterio de Santa María de Valbuena, de origen cisterciense y fundado en el siglo XII. Sus primeros monjes vinieron desde la abadía francesa de Berdoues. Actualmente es la sede de la Fundación de Las Edades del Hombre, que tiene como objetivo la difusión y promoción del arte sacro de la comunidad autónoma de Castilla y León.

El recorrido continúa por el soto ribereño, donde existen algunos puestos de pesca o bancos para descansar y contemplar el relajante fluir de las aguas del río. El siguiente hito en la ruta es la localidad de Valbuena de Duero, donde se puede practicar la pesca, el baño o el remo junto al camino, o hacer una pausa en el parque de la isla, a la salida del pueblo.

 El último tramo de la etapa continúa siguiendo el curso y las revueltas del río Duero. Pequeñas y encantadoras sendas, puentes de madera sobre pequeños cursos de agua y serpenteantes pasarelas sobre el suelo se abren paso a través del bosque de ribera hasta llevar al puente sobre el río, construido entre los siglos XVI-XVII, que une las villas ribereñas de Olivares de Duero y Quintanilla de Onésimo, donde finaliza esta etapa.

Mapa

Perfil

Perfil MIDE Peñafiel-Quintanilla de Onésimo
(calculado según criterios MIDE para un excursionista medio poco cargado)

Destacados

Información adicional

El castillo de Peñafiel

El origen del castillo de Peñafiel se remonta al s. X, habiendo constancia documental de su existencia en el año 943. En el año 983 fue tomado por el famoso caudillo árabe Almanzor, y reconquistado por el conde castellano Sancho García en el año 1013. Parece que a él se debe el cambio de su nombre, pasando de Peña Falcón a Peñafiel (lat. Penna Fidele) al pronunciar la célebre frase "desde hoy en adelante esta será la peña más fiel de Castilla".

Se trata de un castillo con dos recintos y con una planta de forma muy estrecha y alargada (unos 35 m de anchura frente a 210 m de longitud), que termina hacia el norte formando un ángulo agudo. El conjunto está defendido por una primera muralla exterior de muros lisos, datada en el s. XI, siendo ésta la parte más antigua de la construcción. En su lado oriental se abre una única puerta de acceso, flanqueada por dos torreones circulares y coronada por un matacán, del que sólo quedan los modillones.

Una segunda formación de murallas delimita el recinto interior. Está constituida por 28 cubos almenados que se intercalan desigualmente en el prolongado cerramiento transitable en su cumbre a través de un adarve.

El recinto interior presenta la torre del homenaje, prisma rectangular de unos 34 metros de altura que alberga tres plantas abovedadas. A ambos lados de la torre se desarrollan dos amplios patios, actualmente vacíos pero que debieron albergar pabellones para soldados, siervos y caballerizas al sur, y los almacenes y el aljibe al norte. Aún subsiste el aljibe que suministraba agua al castillo y cámaras subterráneas junto a la torre. La entrada a la torre del homenaje debió de ser a través de un puente levadizo.

Zona Arqueológica Pintia

Pintia, de gran riqueza patrimonial, tiene una historia de más de mil años, aunque es la herencia vaccea, desarrollada entre los siglos IV a.C. y I d.C., la más relevante.

Aunque la visibilidad de los restos arqueológicos es muy limitada, en los últimos años se están realizando trabajos de excavación y rehabilitación. Las áreas más importantes del yacimiento arqueológico son la ciudad de Las Quintanas, la necrópolis de Las Ruedas, el ustrinum o crematorio de Los Cenizales, un posible santuario, y el barrio artesanal de Carralaceña, con zona residencial, necrópolis y centros de producción alfarera.

Los vacceos, pueblo celta del norte de Europa, fueron los primeros pobladores del valle del Duero y del Pisuerga. Se asentaron en diversas oleadas en un territorio que incluía buena parte de Valladolid y Palencia, así como zonas de Zamora, Segovia, Ávila y Burgos.

Fundaron varias ciudades, como Pallantia (la actual Palencia) o Pintia, con gobierno autónomo pero sin llegar a perder la relación con ciudades hermanas de su entorno. Incluso ayudaron a los arévacos de Numancia durante el asedio de las tropas romanas, lo que les valió que Pintia fuese asediada y aniquilada por los romanos, que enterraron para siempre la cultura, la religión y el idioma vacceo.

En el yacimiento de la ciudad de Las Quintanas se ha descubierto que la ciudad fue destruida por un incendio, siendo instalada más tarde por los visigodos una necrópolis sobre los restos de la antigua ciudad vacceo-romana.

Entre otros descubrimientos, se han hallado también ricos ajuares de guerreros en la necrópolis de Las Ruedas y que el barrio artesano de Carralaceña se construyó al otro lado del río, porque los hornos se tenían a pleno rendimiento en la época en la que se cocía la cerámica y podía haber riesgo de incendios en la ciudad.

Multimedia

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