Red de Caminos
Naturales
Etapa 10: Aranda de Duero - Roa
Descripción
Atravesando la Ribera del Duero Burgalesa
La etapa recorre la zona vitivinícola más representativa de la Ribera del Duero Burgalesa, así como la zona en la que el cordero lechal supone la máxima expresión de la gastronomía, motivos por lo que, entre otras cosas, es nacionalmente conocida esta tierra.
Antes de comenzar el recorrido es aconsejable visitar la ciudad para descubrir el patrimonio arquitectónico que atesora: la Iglesia de Santa María con una excelente portada gótica isabelina, la Iglesia de San Juan y su retablo renacentista, la Iglesia de San Juan de la Vera Cruz y la Iglesia de San Nicolás de Bari; así como los monumentos que alberga: el Palacio de los Berdugo, el Puente Conchuela o el románico Puente de las Tenerías. En el subsuelo, las bodegas, construidas entre los siglos XII y XVIII, forman un laberinto subterráneo que confiere a la población un genuino tipismo.
En pleno corazón de Aranda de Duero, en el parque fluvial junto al río, comienza el tramo que atraviesa la mayor parte de la Ribera del Duero burgalesa. Después de cruzar la corriente por una pasarela, la ruta toma un magnífico paseo que sigue el curso de las tranquilas y remansadas aguas.
El sendero encajonado y en un continuo serpenteo, que sirve también como acceso peatonal al polígono industrial Allende Duero, ofrece numerosos bancos para el descanso y está delimitado de talanqueras que protegen ante una ocasional caída al río y ofrecen un magnífico apoyo para la contemplación del río, su vegetación y su fauna.
El camino abandona el encajonamiento a la altura de la estación depuradora de aguas de Aranda de Duero, momento en que las aguas tomadas prestadas al río por el hombre son devueltas tras su tratamiento.
El recorrido continúa por un recto y cómodo camino agrícola que discurre paralelo al Duero. Las fábricas y la humanización, propias de una ciudad de las dimensiones de Aranda de Duero, comienzan a quedar atrás; y rápidamente el paisaje comienza a teñirse de colores cambiantes según la época del año. Verdes y amarillos ofrecen los campos de cereal, añadiendo los viñedos el marrón en la época otoñal.
Al llegar a un cruce con otro camino agrícola la ruta gira a la izquierda, atravesando unos metros más adelante la vía férrea abandonada Valladolid-Ariza y la carretera que conduce a Roa. En este trecho se debe extremar la precaución por el elevado tráfico de vehículos.
En el primer cruce que se encuentra la ruta gira a la derecha, tomando dirección oeste, para girar de nuevo en otro cruce esta vez a la izquierda y encaminarse hacia el Canal de Riaza, una obra hidráulica realizada para poder abastecer de agua a los cultivos de regadío de la zona. Este canal tiene su origen en el Pantano de Linares y fue puesto en servicio en 1945, si bien se ha modernizado recientemente para implantar el riego a presión.
Después de cruzar el canal, el recorrido gira a la derecha y, a continuación, a la izquierda para alcanzar la población de Castrillo de la Vega, en cuyas eras se pueden observar numerosos aperos agrícolas. En esta localidad se puede observar una colina horadada en múltiples puntos por bodegas, que hablan de la tradición vinícola de esta tierra, que son utilizadas de manera testimonial.
La ruta cruza Castrillo de la Vega en sentido descendente, llegando hasta las huertas situadas en su parte oeste, que se van convirtiendo en cereal y frutales a medida que va dejando atrás el pueblo.
Poco a poco, el recorrido, que discurre con dirección noroeste, se acerca otra vez al río, pasando por choperas (Populus sp.) de producción de madera y manchas de pino piñonero (Pinus pinea) y encina (Quercus ilex), vegetación autóctona de la zona. La señalización permite en todo momento seguir la ruta sin dificultad, entre la densa red de caminos agrícolas y los continuos giros que se producen.
La etapa va encontrando, a partir de su kilómetro 13, antiguas zonas de extracción de áridos cuya recuperación ha traído la creación de diversas lagunas. Éstas se encuentran en diferentes fases de colonización, lo que nos da una magnífica oportunidad para la observación de especies animales y vegetales asociadas al agua. Especialmente albergan una rica comunidad de aves, migratorias en su mayoría, que utilizan estas pequeñas charcas como lugar de reposo.
El camino discurre entre retazos de vegetación arbórea y tierras de labor, principalmente de secano, hasta incorporarse a la carretera BU- 120, de Aranda de Duero a Roa, durante un pequeño trecho, para desembocar a Berlangas de Roa. A la entrada de la localidad, a la derecha, existe una zona de descanso que ofrece sombra, y una fuente algo más adelante, a la izquierda de la calzada, ya dentro del casco urbano.
La carretera atraviesa el pueblo en su totalidad y, a su salida, el recorrido toma la primera pista que sale a la derecha, que pasa junto a una bodega y sus viñedos, ofreciendo diferentes tonalidades y texturas a lo largo del año: grises y marrones en invierno, con terrenos y vides desnudos, verdes claros y oscuros en primavera y verano, y amarillos y rojizos en otoño.
Al dejar atrás los viñedos el trayecto alcanza la ribera del río Riaza, cubierta por una densa vegetación. El camino descubre un puente de piedra, que apenas se ve por estar cubierto por plantas trepadoras.
Entre la vegetación natural de la vega y las huertas, que aprovechan el frescor y las tierras aluviales para ofrecer estupendas cosechas, se llega hasta una carretera y un puente que permiten cruzar sobre el río Duero y observar cómo se alza, en lo alto, el pueblo de Roa.
Una corta pero acusada subida será el último reto para culminar la etapa, aunque la recompensa, Roa, hará olvidar el esfuerzo.
Perfil
Destacados
Información adicional
Cultivo de la vid en espaldera
Tradicionalmente las viñas han sido podadas para que la cepa tenga una disposición en vaso desde el suelo, formando una ‘v’.
Sin embargo, en los últimos tiempos se ha extendido el cultivo en espaldera, un sistema de plantación en el que se eleva el tronco de la cepa del que salen dos ramas principales que se alinean en un surco y se atan a un alambre. Sus principales ventajas son la mecanización de los trabajos, se mejora la maduración de la uva e incluso disminuye el riesgo de sufrir enfermedades debido a una mayor aireación de la cepa.
Roa
La histórica villa de Roa, situada en los límites cristianos durante la Edad Media, vio favorecido su crecimiento mediante la aplicación del modelo de la ‘Comunidad de Villa y Tierra’, que concedía especiales derechos, privilegios de tierras, pastos y montes, a favor de quienes vinieran a habitar a Roa y sus tierras.
Así, el Fuero de Roa recoge la voluntad del rey de organizar la villa y 33 aldeas de los alrededores, entre otros Calaforram (La Horra), Anguix, San Martín, La Cueva, Nava, Berlangas, Valcavado, Pedrosa, Mambrilla, Villaescusa y San Andrés. A partir de ese momento se convirtió en un señorío de la nobleza, que perduró hasta principios del s. XIX, momento en que cesaron todas las Comunidades.
En 1295 Doña Violante, viuda de Alfonso X, inició la construcción de la fortaleza de Roa, constituida por un castillo con una torre muy soberbia, un real palacio y una sólida cerca de murallas dotada de torreones y seis puertas.
Juan Martín Díez, El empecinado
De familia de labradores, nació en 1775 en Castrillo de Duero (Valladolid). Constituyó el paradigma de los guerrilleros que se enfrentaron a la invasión francesa de España en 1808. Su brillantez militar y su pericia para las emboscadas y refriegas le granjearon un gran prestigio, convirtiéndose en sinónimo adecuado para ensalzar la valiente y obstinada combatividad hispana. Su apodo, que inicialmente hacía referencia a un tipo de cieno verde que se daba en su localidad natal (pecina), acabó convirtiéndose en el calificativo de aquellas personas de fuerte obstinación.
A temprana edad abandonó los estudios para ser militar, su auténtica vocación, participando en algunas batallas. Con el paso del tiempo regresó a su tierra dispuesto a dedicarse a las labores agrícolas. Sin embargo, en abril de 1808 diversas unidades del ejército galo transitaban los parajes burgaleses, y un altercado entre un sargento francés y una lugareña desató el espíritu indómito del castellano. Tras matar al francés, se echó al monte con un puñado de familiares y vecinos dispuesto a ofrecer resistencia al invasor. Desde ese momento, la pequeña guerrilla se dedicó al asalto constante de las líneas de aprovisionamiento francesas, convirtiéndose en azote del que era considerado mejor ejército del mundo.
El propio Napoleón se interesó por el problema que suponía aquel contingente dirigido por un rudo labriego, y encargó a Leopold Hugo, uno de sus generales más eficaces, para cazar al fiero resistente hispano. Aunque, el militar, padre del futuro escritor Víctor Hugo, nada pudo hacer dada la habilidad táctica del Empecinado.
En 1820 tuvo lugar el pronunciamiento del militar Rafael de Riego y el Empecinado volvió a las armas, pero esta vez contra las tropas realistas de Fernando VII. Durante los años siguientes, el Trienio Liberal, fue nombrado gobernador militar de Zamora y finalmente, Capitán General. El rey Fernando VII intentó que el Empecinado se adhiriese a su causa y se uniera a los “Cien Mil Hijos de San Luis” pero el Empecinado lo desestimó. En 1823 acaba el régimen liberal. Juan Martín marchó entonces al destierro en Portugal. Decretada la amnistía el 1 de mayo de 1824, pidió un permiso para regresar sin peligro, permiso que le fue concedido. Pero Fernando VII no estaba dispuesto a someter sus odios a la benevolencia del decreto. Volviendo el Empecinado a su tierra con unos 60 de sus hombres que le habían acompañado como escolta a Portugal, fue detenido en la localidad de Olmos de Peñafiel junto con sus compañeros por los Voluntarios Realistas de la comarca.
Llevados los presos a Nava de Roa, fueron entregados al alcalde de Roa, Gregorio González Arranz, que lo trasladó a esta localidad. Al llegar, el populacho, sin haber recibido orden de superior alguno, había montado en la Plaza Mayor un tablado y el preso fue subido allí, donde fue insultado y apedreado. La causa debería haber sido llevada a la Real Chancillería de Valladolid, donde el militar liberal Leopoldo O’Donnell habría conseguido que fuese juzgado con benevolencia, pero el corregidor de la comarca Domingo Fuentenebro, enemigo personal del preso, dio parte al rey que lo nombró comisionado regio para formar la causa en Roa que quedó concluida el 20 de abril de 1825.
El 19 de agosto de 1825 fue conducido al cadalso donde le esperaba una soga. El bravo combatiente por la libertad exigió sin resultado que le fusilasen como militar que era, y en un acceso de rabia rompió sus grilletes y se lanzó sobre sus captores, que le cosieron a bayonetazos. Su yermo cuerpo fue colgado y exhibido públicamente como escarmiento. Desde entonces su leyenda se incrementó y aquel mote otorgado por nacimiento adquirió carta de naturaleza para definir a los tercos que no se rinden si piensan que sus postulados son los justos.