Red de Caminos
Naturales
Etapa 18: Dolia - Belmonte
Descripción
Por el Camín Real de La Mesa
Partiendo de la localidad de Dolia, la etapa coincide con el Camino Real de La Mesa y, sin salir del concejo de Belmonte de Miranda, recorre primero la parte norte de la Sierra de Meruja, para girar después al suroeste en el último tramo y descender hacia el valle del río Pigüeña, hasta alcanzar la localidad de Belmonte.
La primera parte de la etapa coincide con el sendero GR-101, el Camino Real de La Mesa, una de las primeras sendas o caminos históricos asturianos, utilizado ya por prerromanos y romanos. El llamado Camín de La Mesa penetraba en Asturias desde León por Torrestío y subía por el puerto de La Mesa, llegando hasta San Lorenzo y Dolia, donde comienza la ruta.
El primer sector de la etapa recorre por carretera, en dirección norte, la Sierra de Meruja. En este primer tramo observaremos, a la izquierda del Camino Natural, el parque eólico sobre la Sierra de Begega y, más adelante, los pastos y cabañas sobre el valle del río Pigüeña, con la Sierra de la Manteca al fondo. La pista asfaltada discurre en ligero ascenso al principio, para bajar después levemente hacia Faéu o Faedo.
El último sector de la etapa asciende pronunciadamente sobre Faéu por una pista de hormigón y continúa por pista de tierra, realizando después un fuerte descenso. En esta parte del camino veremos ya Belmonte, a la izquierda de la ruta. El duro descenso por pista deja paso a un sendero que atraviesa un bosque de carvayos (Quercus robur) y castaños (Castanea sativa), y que, tras cruzar un regato, nos conducirá al núcleo rural de Corias de Arriba.
Desde Corias de Arriba, la ruta continúa por carretera, alcanzando poco después Corias de Abajo, donde el trazado gira a la izquierda, subiendo por un pequeño camino de hormigón, para tomar un estrecho sendero por el que recorre el trayecto hasta Belmonte. En este último tramo deberemos extremar las precauciones.
Otra opción que tendremos para llegar a Belmonte es continuar por la alternativa señalada en Corias de Abajo, que desciende por una pista asfaltada y cruza el río Pigüeña, saliendo a la carretera AS-227. Los últimos metros de esta alternativa se realizan por carretera en dirección a Belmonte, donde se localiza el panel de fin de etapa al lado de la carretera.
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El Camín Real de La Mesa
El llamado Camino Real del Puerto de la Mesa o Camín Real de La Mesa conectaba León con Asturias por Torrestío y subía por el puerto de La Mesa (1.782 metros), corriendo por las brañas de Saliencia, hasta alcanzar Piedrajueves, el puerto de San Lorenzo, Dolia, la Venta de las Cruces y las inmediaciones de la Cabruñana, atravesando en su recorrido los concejos de Somiedo, Teverga, Belmonte de Miranda y Grado.
El Camín Real de La Mesa es una de las primeras sendas o caminos históricos asturianos, utilizado por los pueblos prerromanos, los romanos, los viajeros de la Edad Media y los arrieros de la Edad Moderna. Durante la Edad Media, tuvo varios portazgos y sufrió distintos arreglos en el siglo XVI por orden del obispo Fernando de Valdés Salas. Ya en el XVIII, fue habilitado para el tráfico de carros por mandato del regente Gil de Jaz, y terminó perdiendo su importancia a partir de este siglo con el trazado de la Carretera de Castilla a través del puerto de Pajares, debido a su forzosa estacionalidad (durante seis meses se mantenía cerrado por la nieve).
Llamado con varios nombres, Camín Real, Camino Real de Extremadura, Camino de Castilla o Camín de Moros, contó con variados ramales secundarios que desembocaban en los valles del Trubia, del Nalón y del Narcea; en Pravia y Salas; en Llanera, y en el centro de Asturias, hasta los alrededores del romanizado Gijón.
El Cordal de Porcabezas y los megalitos
Como camino de origen prerromano, el Camín Real de La Mesa se encuentra jalonado por multitud de estaciones megalíticas dentro de un espacio ampliamente humanizado. Aparecen necrópolis en numerosos lugares, en especial a lo largo del Cordal de Porcabezas y sus sierras laterales, entre Belmonte, Teverga y Grado, principalmente. Los túmulos de Piedrajueves, El Cumalón, Sierra de Santa Cristina, Campo de Cueiro, La Forcada, Peñas Negras, Balboa o la necrópolis de la Escrita, entre otros, demuestran el uso de este espacio tanto como vía de comunicación, como para aprovechamiento ganadero de tipo estacional.
El megalitismo afecta el territorio de Asturias entre el III y IV milenio a. C., en un Neolítico ya asentado, durante el cual las necrópolis se extenderán a lo largo de toda la región, de la costa a la montaña, en forma de estaciones arqueológicas. Son los denominados megalitos, llamados coteros en el oriente, arcas en la Asturias central, cobayas y cuturuyos en Tineo y madornas en el occidente. Estos monumentos sobrepasan el millar, distribuidos en zonas de amplia visibilidad (rasante costera, sierra prelitoral, collados de media y alta montaña del interior), formando verdaderas necrópolis, con decenas de túmulos alineados.
El utillaje que nos han legado es pobre, constituido fundamentalmente por hachas de piedra, cerámica rudimentaria y hojas o cuchillos de sílex. La forma y procedimiento de construcción de los monumentos megalíticos varían con el tiempo y las posibilidades del entorno material. Su decoración es una característica propia de Asturias, con motivos pintados, grabados o picados en varios de ellos, siendo el más sobresaliente el dolmen de Santa Cruz (Cangas de Onís).