Etapa: Revilla del Campo - Cascajares de la Sierra

Esta etapa, de poco más de 24 kilómetros, comienza en la localidad de Revilla del Campo, junto al panel interpretativo de Caminos Naturales, situado entre los dos barrios que conforman la localidad.

Desde aquí, el camino avanza en paralelo a la carretera BU-P-8012, atravesando un paisaje dominado por montes de encinas (Quercus ilex) y vegetación de ribera, donde los álamos blancos y chopos (Populus sp.), crecen gracias a la humedad proporcionada por el río Lara.

Al llegar a la carretera que da acceso a la localidad de Quintanalara, se recomienda cruzar con precaución. En la entrada de la población, se rinde homenaje al ferrocarril Santander-Mediterráneo con varios elementos de este trazado ferroviario. Aquí se puede encontrar un pequeño trozo de vía férrea con todos sus elementos y una señalización a la que se le ha añadido una placa conmemorativa que detalla los datos principales del ferrocarril. Pero no es el único punto de interés de esta villa, donde también destaca su iglesia parroquial y sobretodo su biblioteca de intercambio El Potro, ubicada en una antigua taína rehabilitada que cuenta con más de 16.000 libros.

Un nuevo cruce de carreteras indica la posibilidad de visitar la encantadora localidad de Torrelara, una pequeña población burgalesa situada a 1029 metros sobre el nivel del mar. Allí se alza la iglesia de San Millán, que durante la Edad Media, cumplió funciones de vigilancia, debido a su estratégica ubicación. Desde hace varios kilómetros, el trazado del Camino Natural comparte localidades con el Camino del Cid (GR-160), recreando el legendario viaje de Rodrigo Díaz de Vivar, tal como se narra en el Cantar de Mio Cid.

Al avanzar, la vegetación cambia y aparecen los quejigos y melojos, mientras que en el horizonte se distingue por primera vez Peñalara, hito orográfico de mayor importancia en la etapa. Continuando el recorrido, se deja a la derecha la pequeña localidad de Paules de Lara, donde se han encontrado restos fósiles pertenecientes al fémur de un dinosaurio. A la izquierda de Peñalara, los restos del Castillo de Lara emergen majestuosos. Construido en el siglo X y reformado en el siglo XIV, este castillo jugó un papel fundamental para las tropas cristianas y, en su época de mayor esplendor, contaba con seis torres defensivas y la imponente torre del homenaje, a la que pertenecen la mayoría de los pocos restos que hoy se conservan.

Al cruzar con precaución la carretera que da acceso a Aceña de Lara, pequeña pedanía cuyo nombre procede del árabe y significa la noria, el camino sigue revelando sus tesoros. Dos kilómetros después, se divisa la iglesia de la Natividad de Nuestra Señora localizada en Lara de los Infantes, un municipio clave en la defensa de estos territorios a lo largo de la historia. Poco antes de cruzar la carretera que da acceso a Campolara, se llega a la antigua Estación de Campolara. Los edificios son fieles testigos del abandono y el paso del tiempo, añadiendo un aire nostálgico a la ruta. Tras esta sucesión de localidades el Camino Natural prosigue su recorrido entre tierras de labor.

Tras alcanzar un nuevo hito kilométrico, el camino cruza el puente sobre el río Valparaiso, rodeado deun frondoso bosque de álamos blancos (Populus alba). Esta área es la antesala de la localidad de Villaespasa, donde la imponente iglesia de Santa Eulalia domina el paisaje. Dos kilómetros más adelange, el viajero afronta la parte final de esta etapa, comenzando una suave bajada que ofrece la última vista de la omnipresente Peñalara al mirar atrás.

El recorrido continúa cruzando el río de San Martín por un puente, tornando el trazado dirección sur. A medida que el itinerario se acerca al espacio natural protegido de los Sabinares de Arlanza (LIC y ZEPA), aparecen los primeros ejemplares de sabina (Juniperus thurifera).

Inmediatamente después del cruce de la carretera que conduce a la localidad de Cascajares de la Sierra se cruza el puente sobre el río del Salcedal. Este pequeño pueblo burgalés no solo destaca por su patrimonio arquitectónico, cuyo máximo exponente es la iglesia de la Natividad de Nuestra Señora, sino también por su entorno natural, estando frente a la Sierra del Gayubar. En la zona no es difícil encontrar buitres leonados (Gyps fulvus) sobrevolando alrededor de sus riscos.

En los últimos compases del trayecto, un denso melojar (Quercus pyrenaica) acompaña al viajero a la izquierda del trazado. El viaje concluye en el antiguo Apartadero de Cascajares-Hortigüela, equipado con un panel interpretativo y Área de Descanso, ofreciendo un final perfecto para esta etapa cargada de historia y belleza natural.