Red de Caminos
Naturales
Camino Natural del Guadalaviar
Descripción
Paseando bajo las buitreras
Esta ruta entre el barrio de San Blas (Teruel) y el embalse del Arquillo recorre el cañón del río Guadalaviar, una zona donde no resulta rara la presencia de rapaces como el águila real, el alimoche y el buitre leonado. La ruta puede completarse saliendo del cauce para recorrer la parte superior esta espectacular garganta.
El inicio del Camino Natural del Guadalaviar se sitúa a las afueras de San Blas (Teruel), en una explanada donde hay un panel informativo y las primeras pasarelas junto a los restos de un antiguo molino. Un vado de piedras sobre el río permite cruzar a la otra orilla y acercarse hasta un manantial.
La ruta continúa remontando la corriente por la margen izquierda, en paralelo al canal de desagüe de una piscifactoría hasta cruzar por una pasarela metálica a la otra orilla. La encajonada ribera, sobrevolada por los buitres leonados (Gyps fulvus), contiene una arboleda formada por grandes sauces (Salix sp.), fresnos (Fraxinus sp.), majuelos (Crataegus monogyna) y chopos (Populus sp.), y un tupido sotoboque de zarzamoras (Rubus ulmifolius), guillomos (Amelanchier ovalis) y rosales (Rosa sp.), mientras que en algunas zonas, un denso carrizal (Phragmites australis) tapiza el cauce.
Tras atravesar una pequeña explanada se llega a la primera escalinata rústica que permite acceder a un bloque de piedra derrumbado sobre el río que hace las veces de mirador, desde donde se divisan los restos de una antigua presa. Una vez salvado este gigantesco obstáculo, el Camino desciende hasta el río para poco más adelante repetir la operación de sortear otro bloque mediante pasarelas y ascender a la cumbre de la otra margen.
A continuación la senda presenta otra escalinata ascendente, que atraviesa un estrecho cañón cuyo lecho queda cubierto completamente por el río. En una plataforma situada a media ladera, se presenta una bifurcación donde es posible completar este Camino Natural mediante dos alternativas con paisajes bien diferentes. Se recomienda recorrer los dos pasos, pues ambos tienen gratas compensaciones.
Bajando hacia la llanura fluvial se llega a una plataforma sobre la espectacular angostura del río que permite penetrar en esta garganta rocosa, donde todavía se conservan los restos de un muro de sillería de una pequeña presa abandonada de origen medieval. El tramo termina en una nueva pradera más abierta, donde hay un espacio no cubierto por el agua.
La otra alternativa conduce hacia el mismo lugar, pero subiendo a la paramera por un camino en zigzag que remonta unos 100 metros. Merece la pena recorrer dicha alternativa por las vistas de Teruel que se divisan desde el borde del cañón, de sus laderas cubiertas por sabinas (Juniperus sp.) y de las llanuras cerealistas de la cumbre. A la izquierda de la subida hay un mirador y a la derecha, una senda que bordea del cañón. Este tramo ofrece un didáctico contraste visual entre la acción humana representada por el trazado de la carretera, y la fuerza de la naturaleza que durante siglos ha ido labrando la profunda brecha por la que hoy circula el río.
Esta alternativa vuelve a unirse con la primera tras descender hacia el río por una larga escalinata hasta una pradera.
Continuando el Camino por el cañón del río Guadalaviar, se pasan hasta ocho puentes de madera consecutivamente. En este estrecho tramo, hay un par de refugios de pastores, el primero excavado en la roca y el segundo dentro de una grieta en la otra orilla.
Finalmente la ruta llega hasta la ciclópea presa del embalse del Arquillo de San Blas, que permite el caudal necesario para el mantenimiento de la biodiversidad fluvial liberando continuamente agua por sus exclusas. Una escalinata en la ladera izquierda sube hacia las proximidades de la presa ofreciendo unas vistas privilegiadas de su estructura. De este modo el Camino Natural termina frente a unas excelentes vistas del embalse y del sabinar situado en la otra orilla, declarado Lugar de Importancia Comunitaria (LIC ) con el nombre de Sabinar de San Blas.
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Teruel
La capital turolense es Patrimonio de la Humanidad por sus monumentos de estilo mudéjar, entre los que destacan la catedral de santa María de Mediavilla, las torres de El Salvador y san Martín y la torre e iglesia de san Pedro.
Existe un Teruel medieval, como lo demuestran el aljibe de los subterráneos de la Plaza del Torico y los torreones de la Bombardera, del Rincón, de Ambeles y de san Esteban, así como, los Portales de la Andaquilla o de Daroca y de la Traición o de San Miguel, que forman parte de la muralla que rodeaba a la ciudad.
Aunque también es posible encontrar en su casco urbano elegantes muestras de arte neomudéjar, como la portada meridional de la catedral, la Plaza de Toros y la escalinata de acceso al Paseo del Óvalo. Teruel también esconde tesoros modernistas como El Torico, La Madrileña, Casa Ferrán o la Casa Bayo, con sus miradores de forja, así como la iglesia de san Salvador, situada a las afueras.
Desde el camino de la ermita de santa Bárbara se pueden admirar las mejores vistas de la ciudad y su entorno.