Red de Caminos
Naturales
Etapa 9.1: Puente de Valdecastro - Cillaperlata
Descripción
Por el sur del embalse de Cillaperlata
Desde el puente de Valdecastro, tramo final del desfiladero de la Horadada y de la etapa 8, a un kilómetro de Trespaderne, el Camino Natural del Ebro sigue la carretera que conduce a Cillaperlata, dejando a la izquierda la entrada a una zona de recreo junto al río, dotada con mesas y barbacoa.
Comienza esta etapa en el puente de Valdecastro. Tras recorrer un kilómetro, el recorrido abandona la carretera para adelantarse en una pista a la izquierda que posteriormente gira a la derecha y se convierte en un camino interior, por el que durante todo el trayecto coinciden el GR 99 y el GR 85 en su ruta hacia el municipio de Frías.
Primero se avanza entre pinos y algunos quejigos y, tras unos cinco minutos, un desvío conduce los pasos del viajero hasta la ermita de Encinillas, edificio popular que se alza entre un agradable pinar, donde hacer una parada para descansar y retomar fuerzas ya que cuenta con varias mesas y hasta un fogón. Se trata este de un lugar idóneo y misterioso, debido a la leyenda de la batalla del Negro Día, donde pasar una buena jornada de campo .
De nuevo en la senda, el GR 99 alcanza una zona de campos de labor, algunos de ellos todavía en uso y otros repoblados de pequeños proyectos de pino, más despejada de vegetación.
De esta manera el itinerario se acerca al cauce del Ebro y discurre paralelo a su cauce, apreciándose ya en todo momento, el congosto de la Hoz frente a Cillaperlata y la abundante vegetación de ribera.
A ambos lados, tapizadas de carrascas, pinos y quejigos se alzan a la derecha, la Peña de la Cruz, de unos 641 m de altura y, a la izquierda, el Castrillo, situado a 584 m. Así la ruta alcanza la curvatura que comienza a acumular el agua del embalse de Cillaperlata.
Continuando a buen paso, bastará apenas una hora para llegar a la carretera, que sube a la localidad y, durante unos treinta m, se transita por ella hasta que , a mano izquierda, surge un camino, entre campos de labor, que vuelve a reconducir los pasos del senderista hasta la orilla del río y, posteriormente, el embalse. Acompañará el viaje a partir de este momento un bosque de ribera desde el que se aprecia una buena panorámica de la localidad, especialmente con la obra de su presa que da paso al agua del canal Central Quintana.
La llegada a Cillaperlata tiene lugar a la altura de su lavadero, punto de unión con la etapa 9 que une Trespaderne y Quintana Martín Galíndez.
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El Ebro de las alturas
Antes de formar el gran valle, el Ebro nace como un río de montaña que discurre, a menudo, por vertiginosas gargantas. En el páramo de La Lora, entre Valdelomar y Bricias (Cantabria), las vertientes hacia el Ebro forman un elevado cantil, con surgencias kársticas como la cascada del Tobazo.
Más adelante, en el Espacio Natural de las Hoces del Alto Ebro y Rudrón, estos cursos fluviales han excavado cañones que alcanzan más de 200 m de profundidad, en donde los colores ocres del terreno contrastan con el verde de la abundante y variada vegetación. También la alargada sierra de la Tesla, que separa Medina de Pomar y el valle de Valdivieso, se halla perforada por el Ebro dos veces: en el desfiladero de los Hocinos y en el congosto de la Horadada. Similar es el caso del Espacio Natural Montes Obarenes, murallón calizo de la Cordillera Cantábrica sobre las tierras de Burgos, con profundos desfiladeros como las hoces excavadas por el Ebro en Sobrón.
Finalmente, al entrar en La Rioja, el río ha labrado un impresionante canal natural que se eleva hasta los 445 m: las Conchas de Haro, sobre los Riscos de Bilibio, que reciben su nombre de la voz latina bilibium, que significa dos labios. En este punto el Ebro deja atrás su curso alto y penetra en la depresión, en su tramo medio. Atrás quedan los espacios montañosos y la geografía quebrada.