Red de Caminos
Naturales
Etapa 5.1: Orbaneja del Castillo - Turzo - Pesquera de Ebro
Descripción
Subida al monte La Cerca entre pastos ganaderos
Ofreciendo una alternativa para llegar de Orbaneja del Castillo a Pesquera de Ebro, el Camino Natural sale también en dirección norte, desde donde brinda una formidable panorámica del cañón del Ebro y su entorno. Siguiendo por la cornisa de un roquedo se llega finalmente al páramo de la Horca Menor, donde llaman la atención sus abundantes refugios de pastores. Tras ascender al monte de La Cerca se baja a Turzo, que destaca por su iglesia románica y sus muestras de arquitectura popular. Una pista frente a la primera sigue el barranco que une esta localidad y Pesquera de Ebro; un tramo de recorrido con buenas vistas del estrecho rocoso de Las Calzadas.
A lo largo de la calle Alta de Orbaneja del Castillo (665 m), o camino carretero de Mantecoza, se avanza al norte, pasando por la ermita de San Vicente y las cuevas de Barbancho, del Níspero, la formidable panorámica del cañón del Ebro, la carretera encajada en él y las maravillosas vistas de El Castillo, el Ebro y Orbaneja.
El camino, que discurre por la cornisa de un roquedo, prosigue hasta cruzar un arroyo y sale en ascenso por otro cauce lateral, en dirección este, dando paso a la plataforma del páramo. Allí se deja un vial a la izquierda que va a Horca Menor y se continúa por pista empedrada, con los buitres señoreando en el cielo, hasta la N-623, donde se encuentra la Venta de Orbaneja, (2,5 km; 50 min). El lugar está arruinado, aunque se mantienen en pie la casa de huéspedes y las cuadras.
Lo más interesante es la gran cantidad de casetas pastoriles o refugios diseminados a lo largo de los pastos del páramo. Construcciones de piedra circulares y cuadradas, levantadas mediante bóveda de aproximación de hiladas. Un auténtico testimonio de la economía pastoril de antaño. Desde aquí se sigue hacia la carretera. Tras cruzarla, frente a ella el camino carretero continúa bien definido entre muros, antiguos campos y carrascas muy diseminadas. Así enlaza con otro que viene por la izquierda desde la carretera. En este punto se aprecian buenas vistas del cañón del Ebro, la carretera, e incluso la zona de Orbaneja. El recorrido zigzaguea para ascender al monte de La Cerca (plana culminante del páramo) y bajar a Turzo, después de cruzar un pequeño arroyo.
En Turzo destaca su iglesia románica, con espadaña y ábside plano; y su interesante arquitectura popular, especialmente algunas casonas de piedra con portadas en arco de medio punto, grabados de cruces y formas geométricas. Además también tiene un taller y fábrica artesanal de velas, que vende sus productos.
Saliendo al este, enfrente de la iglesia del lugar, una pista prosigue hacia Pesquera de Ebro. El camino se introduce entre campos de labor y se orienta al sur. Al sendero lo acompañan carrascas y quejigos, mientras avanza paralelo a un barranco de rocas muy lamidas que presenta cuevas tapizadas de vegetación.
Tras realizar un giro de 90º a la izquierda se llega a la fuente Ayón, donde la pista se convierte en camino de herradura, hace fuertes giros de izquierda a derecha y, entre encinas dispersas, desciende al cauce del barranco y sigue su curso aguas abajo hasta desembocar en la ribera del Ebro. En su caminar el recorrido ofrece buenas vistas del estrecho rocoso de Las Calzadas y los molinos eólicos en el cordal de la sierra. Ya junto al Ebro, ceñido a su margen izquierda, se abre a los primeros campos de cultivo de Pesquera, pueblo al que se accede por pista entrando por su barrio occidental.
Perfil
Destacados
Información adicional
Orbaneja del Castillo
La combinación de sus espectaculares parajes naturales y una localidad que ha conservado su sabor popular configura uno de los enclaves más bellos del norte de España. Entre sus calles de piedra toba convivieron cristianos, musulmanes y judíos, de cuya aljama queda el nombre de alguna calle. Por aquí pasó un ramal del más antiguo Camino de Santiago y, según la tradición, los caballeros templarios levantaron el hospital y convento de San Albín para dar albergue y protección a los peregrinos. Sus casas de influencia montañesa, en las que destacan solanas de madera bien cuidada, se abren a las calles escalonadas. En la localidad destaca la casa de los Canes, del XIV, que recibe su nombre por los siete canecillos románicos reutilizados en su alero; la casa fuerte que se yergue sobre un espigón rocoso en la plaza Mayor, que pudo pertenecer al marqués de Aguilar; su iglesia parroquial, en origen románica; y el antiguo hospital o casa de los pobres (del siglo XVI al XIX), que estaba administrado por una familia “guardera” que daba posada y comida a los caminantes.