Red de Caminos
Naturales
Etapa 19.1: San Adrián - Rincón de Soto
Descripción
Calahorra, la Calagurris romana
Tras cruzar la carretera LR-134, arranca un camino paralelo al Ebro que lleva junto a la desembocadura del río Cidacos. El sendero supera el canal de Lodosa, avanza junto al ferrocarril y llega a Calahorra, uno de los hitos en el Camino de Santiago. Allí, una pasarela sortea el Cidacos y sale a la carretera, aunque enseguida, desde una curva a la izquierda, ingresa en un camino que atraviesa el canal de Lodosa y se encamina al Ebro, conectando con la defensa del río, hasta el azud y central junto a la ermita de San Esteban. El camino remonta un tramo el río Machín, cruza la acequia de Berdejo y concluye en Rincón de Soto, donde se une con las variantes 19 y 19.2.
La etapa comienza en el puente viejo sobre el Ebro de San Adrián (290 m). Tras cruzar la carretera LR-134, arranca a la izquierda una pista de tierra, el camino Viejo de la Barca, paralelo al Ebro, que discurre entre campos, huertas y chopos, que anuncian el comienzo de la partida de la Quebrada (meandro formado por el Ebro cuando abandonó su antiguo cauce). En dirección sureste, el Camino Natural del Ebro lleva cerca de la desembocadura del Cidacos; allí, a la derecha, remonta el citado cauce por su margen izquierda. El sendero avanza hasta el tercer desvío a la derecha para enlazar con el camino de la Quebrada, alcanzando el canal de Lodosa, que se cruza.
Poco después, sigue a la izquierda por un vial paralelo al ferrocarril Castejón-Bilbao, pasando bajo el mismo y siguiendo en dirección sureste a Calahorra, hacia la catedral de Santa María.
Antes de acceder a este edificio, una pasarela sortea el Cidacos y sale a la LR-486. A los pocos metros, una curva a la izquierda entra en el camino de la Isla, atravesando de nuevo el canal de Lodosa. Atrás queda Calahorra (315 m), ciudad bimilenaria refundada en 187 a.C. por Roma.
El camino de la Isla deja el cementerio a la derecha y se encamina a la orilla del Ebro entre campos de hortalizas y viñas. Al norte se intuye San Adrián, al suroeste Calahorra. A los nueve kilómetros del inicio, un desvío a la derecha deja el camino de la Isla y, entre viñas, conecta con un camino asfaltado que lleva a la LR-486.
A lo largo de la carretera surgen a ambos lados numerosas canteras y se puede apreciar, en la orilla izquierda del Ebro, la barca de Azagra (que se visita en la etapa 19), la citada localidad y los paisajes de cultivos extendidos tras las canteras y el río.
La carretera se convierte en carril de gravilla que acerca a un cruce, atraviesa una pequeña chopera y accede a la defensa paralela al río hasta el azud y la central junto a la ermita de San Esteban (Azagra), en la orilla opuesta. El camino remonta un tramo el río Machín desde su desembocadura, cruza la acequia de Bardeje y gira al este en dirección Rincón de Soto. A la izquierda del camino, discurre el canalizado río Machín y, a su derecha, la vía del ferrocarril Castejón-Bilbao. Así se accede a Rincón, localidad con múltiples servicios que cuenta con la iglesia barroca de San Miguel Arcángel (s. XVIII), cuya torre ostenta elementos mudéjares; y bellas casonas en la calle Trinitarios, del s. XVII.
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Calahorra
Cuna del orador Quintiliano y del pensador judío Abrahan Ben Mair Ben Ezra, presumía de una importante judería desaparecida en 1492. Hito del Camino de Santiago, el visitante puede contemplar ejemplos artísticos de toda su historia. De época romana datan “La Clínica” (siglo I) o el arco Planillo de San Andrés; entre los medievales, destacan la catedral de Santa María (siglos XIV y XV), la iglesia de San Andrés y el rollo jurisdiccional que anuncia a Calahorra como ciudad libre en 1076; renacentistas son la fachada de la iglesia de Santiago y la casa-palacio de los Deanes, ambas del siglo XVI; barrocos, el santuario del Carmen, del siglo XVII, o la casa de la baronesa de Benasque del siglo XVIII; sin olvidar el modernismo y el neomudéjar de las calles Grande o Mártires, como la casa de antiguos Telégrafos... Además, Calahorra es centro de primer orden en la distribución de productos hortícolas al norte peninsular; y no hay que dejarla sin probar los buenos caldos de la tierra y su gastronomía: menestra de verduras, espárragos, carnes, pimientos de piquillo; y dulces como “la barrilla” (turrón con guirlache, almendras y anises).