Red de Caminos
Naturales
Etapa 10.1: Barcina de Barco - San Martín de Don
Descripción
Ante la presencia de la central de Garoña
Entre Barcina del Barco y San Martín de Don, ambas localidades dentro del trayecto de la etapa 10, el Camino Natural del Ebro propone también un trayecto alternativo por la orilla derecha del Ebro, con su primer hito en la central nuclear de Santa María de Garoña, que resalta no sólo como instalación industrial, sino por el microclima cálido que causa en el río. Tras cruzar los tradicionales núcleos de Santa María y Orbañanos y gozar en el camino de excelentes vistas de los montes Obarenes y el entorno, se llega a Tobalinilla, al comienzo del desfiladero de Sobrón. Se cruza su puente y por la carretera se llega a una pista que lleva a San Martín de Don.
Barcina del Barco (520 m) presenta una iglesia de época moderna; así como algún buen ejemplo de arquitectura tradicional, con casonas de piedra de buena planta y escudos en las fachadas. Desde el sur del núcleo, en la zona polideportiva, nace una pista asfaltada que baja al Ebro y conecta con el acceso a la central nuclear de Santa María de Garoña. Junto con la de Ascó (Tarragona), aprovecha el agua del Ebro para sus circuitos de refrigeración, creando un microclima acuático térmicamente contrastado y generando, a la vez, un paisaje antrópico, cuando menos significativo.
Tras cruzar el puente sobre el Ebro, que en este punto se presenta remansado como cola del embalse de Sobrón, se deja a la izquierda la entrada a la central y se asciende por la carretera en dirección a la aldea de Santa María de Garoña, que se extiende en dos barrios a ambas orillas del arroyo de San Juan.
Al lugar le confieren un atractivo regusto de antaño la potente fábrica de la torre campanario, su arquitectura popular de piedra y adobe, magníficamente conservada, y los corrales bajo las rocas que rodean el caserío.
Tras atravesar Santa María (desde el barrio oriental) arranca una ancha pista a la derecha entre naves agrícolas, el camino de Pedrera, que gana altura por la vertiente derecha del arroyo de San Pedro. Al final de su cuenca, en una curva a la derecha, el sendero deja la pista y toma a la izquierda una traza pedregosa (origen del nombre de este camino de herradura) que recorre la ladera norte.
Tras rodear el montículo, el camino vuelve a unirse con la pista anterior. Los campos de labor, los pinos, quejigos y bojes se unen a las excelentes panorámicas de los Montes Obarenes al Sur (derecha); la sierra de Arcena y la amplia extensión del valle de Tobalina, con las localidades de Mijaralenga y San Martín de Don, al Norte (izquierda); Santa María de Garoña y la central nuclear al Oeste (a la espalda); y al frente (Este) el desfiladero y embalse de Sobrón, y la población de Orbañanos, a la que se accede una vez se cruza el arroyo de Coreo.
Antes de acceder al caserío, el GR 99 deja a la derecha la arruinada iglesia, y pasa junto a la ermita con porche que queda a la izquierda. El camino cruza un puentecillo y accede a la carretera de entrada a la localidad.
Orbañanos, está asentado sobre un suave espolón, en las faldas de los Montes Obarenes; cuenta con buena estructura urbana y arquitectura tradicional. Sin entrar en su núcleo, el vial continúa 300 m por la carretera a Tobalinilla, y se desvía a la derecha por un camino carretero. Tras sucesivos giros desciende por el monte Santullán, cruza el arroyo de Vau y alcanza Tobalinilla.
Este pueblo es lugar residencial, que alarga sus nuevas construcciones al borde de la carretera, a orillas del Ebro. Disfruta de una situación privilegiada al comienzo del desfiladero de Sobrón, un paisaje de interés natural que une Burgos con Álava. Por delante de la iglesia, de factura popular, el sendero sigue la carretera hasta el puente que cruza el embalse de Sobrón, frente a la portada natural que forma la entrada al desfiladero.
Tras cruzar el puente de Tobalinilla, es necesario remontar la carretera BU-530 durante un kilómetro, hasta el desvío de una pista que arranca a la derecha y asciende entre manchas de pino y boj. A un kilómetro de la carretera se llega a una curva muy pronunciada, que actúa de unión entre las etapas 10 y la 10.1. Unos 750 m más desde el último desvío y se accede a San Martín de Don.
Perfil
Destacados
Información adicional
Los puentes, símbolos de unión
La necesidad de comunicación entre las orillas del Ebro ha motivado desde la más remota antigüedad la construcción de distintos sistemas de paso (puentes, pontones y pasarelas) que, a lo largo de la historia, han cambiado su fisonomía y materiales según los estilos arquitectónicos y las modas.
En la Edad Media cambiaron de estructura y sus usos se diversificaron: circulaban por ellos las vías romanas o las nuevas rutas (Camino de Santiago), ejercían de aduana, y eran un perfecto sistema de defensa; como se muestra en el puente de Frías (Burgos), construcción de finales del siglo XIV y comienzos del XV con una torre en su centro.
Destacan, también, los puentes de San Vicente de la Sonsierra (s. XI) y el de Briñas (s. XIII), en La Rioja (s. XI), los de Villanueva-Rampalay (s. XIII) y Trespaderne (románico del s. XII), ambos en Burgos; o el de Piedra de Zaragoza (levantado en el s. XV sobre otro de factura romana). En el siglo XVIII la política ilustrada dio a luz nuevos elementos de paso, como los puentes de Carlos III de Miranda de Ebro (Burgos) y Reinosa (Cantabria).
Durante las dos siguientes centurias se jugó con la forma clásica de construcción en piedra, como en el puente de Logroño (1884), combinada con el hierro; ejemplos de ello son el puente de las Arcadas de Gallur (Zaragoza), el de Hierro de Zaragoza, el de Tortosa (Tarragona), todos de finales del siglo XIX, y el colgante de Amposta, en Tarragona (1921).
En los últimos años, novedosos y vanguardistas diseños han dado lugar a puentes como el Nuevo de Logroño, el de la autopista a la altura de Castejón de Ebro (Navarra), el de Giménez Abad en Zaragoza o el del Milenio en Tortosa.