Red de Caminos
Naturales
Etapa 4: Bolea – Arguis
Descripción
Del llano oscense a la sierra prepirenaica
La cuarta etapa del Camino parte del pueblo de Bolea para acabar en Arguis atravesando la sierra de Gratal, por los municipios de La Sotonera y Arguis, coincidiendo la primera parte del recorrido con el trazado del GR 1. Durante esta dura pero bonita etapa se alcanzan las cotas más altas del Camino Natural, con su punto más elevado en el collado de Sarramiana, ofreciendo excelentes vistas panorámicas de la Hoya de Huesca, la sierra de Gratal, la sierra de Bonés y del Pirineo. Además, el visitante tiene la oportunidad de atravesar un espacio de gran valor ecológico, el hayedo de Peiró.
Esta etapa, de 18,5 km, parte del punto donde finaliza la etapa 3, situado al norte de Bolea, en el cruce con la carretera que conduce a Puibolea (HU-V-3141). Tomando la carretera a la izquierda durante 200 m, se alcanza un panel informativo del Camino Natural, de donde parte la pista por la que hay que desviarse hacia Arguis. También existe un pequeño un recorrido circular que se adentra por la calle Mayor hasta la plaza, que desemboca de nuevo en este panel, tras rodear el pueblo por su parte este.
Tras tomar la pista que conduce al convento de la Trinidad, y que coincide con el trazado del GR 1, el itinerario avanza entre campos de frutales, principalmente de cerezos (Prunus avium), dejando a la derecha un par de desvíos de caminos rurales. Poco más adelante se pasa un cruce de caminos con una cruz de hierro a la izquierda, y se continúa siguiendo la señalización dirección Arguis.
Se continúa por la pista principal entre olivos (Olea europaea) y cerezos, pasando un cruce de caminos de frente hasta alcanzar una bifurcación que se toma a mano izquierda, unos metros antes de una balsa de riego con una fuente, mesa y bancos donde descansar.
Avanzando entre estos campos donde se cultiva la reconocida cereza de Bolea, en unos cientos de metros alcanzamos una bifurcación donde se encuentra un panel informativo y la señalización de la ruta alternativa por ermita de la Trinidad. Aquí el viajero tiene dos opciones para continuar el Camino, a la izquierda siguiendo la ruta alternativa, o a la derecha hacia los Pozos de nieve. Las dos rutas se vuelven a juntar poco más adelante después del convento de La Trinidad.
Siguiendo la ruta principal hacia los Pozos, se avanzan unos metros hasta alcanzar una bifurcación de donde parte una pista a la derecha hacia el Pozo de Hielo. El itinerario del Camino Natural se dirige a la izquierda hacia el Pozo de Hielo por una senda, alcanzando en pocos metros el aluvial del barranco, donde se incorpora la ruta alternativa de La Trinidad.
Al convento de la Trinidad, fundado por los Agustinos Descalzos en el siglo XVII se accede por la pista que sube a la izquierda desde el desvío anterior. Este conjunto monástico, en manos privadas desde la desamortización del siglo XIX, conserva en la actualidad la iglesia restaurada, la fuente, la hospedería en ruinas y restos de los muros de otros edificios pertenecientes al conjunto. Junto a la ermita hay una zona de descanso y un edificio utilizado en la romería que aquí se celebra el domingo posterior al Corpus Christi. A la derecha del conjunto, el Camino desciende por unas escaleras hasta el lecho del río, conectando con la ruta principal.
Reunidas las dos variantes, la ruta avanza por la margen derecha del barranco para empezar a ascender después de cruzar la acequia de Alicastros, que aporta agua de riego desde el barranco hasta la huerta de Bolea.
Se comienza una subida por tramos de escaleras y barandillas de madera, atravesando una zona de matorral de boj (Buxus sempervirens), coscoja (Quercus coccifera), genistas (Genista scorpius) y tomillo (Thymus sp.) para entrar luego en el pinar (Pinus sylvestris), en el que se observan escalones naturales de roca arenisca alternándose con otras zonas de calizas grises. El Camino asciende en zigzag por el pinar de manera continuada desplazándose hacia el oeste por una zona de pendiente menos dura, en la que tenemos buenas vistas de Bolea y la Hoya de Huesca.
La senda vuelve a subir y comienza a girar a nuestra derecha para dirigirse por una zona prácticamente llana a un bonito pinar de pino silvestre (Pinus sylvestris) y boj, con abundantes piñas en el suelo. El Camino avanza bordeando la zona denominada Manantiales d´a Chordana donde atraviesa un barranco por un paso de piedras y continúa ahora hacia el Este entre erizones (Echinospartum horridum), bordeando la ladera hasta el collado de los Pozos, o Cuello d´os Pozos, por otro impresionante pinar.
En el collado, situado a 1.256 msnm, se encuentra el antiguo pozo de hielo de Mata Menuda I y una zona de descanso. El origen de los pozos de hielo está en el siglo XVII, y su finalidad era almacenar nieve durante el invierno para poder utilizarla en los meses calurosos en las poblaciones del llano. Debido a que en esa época era un producto de gran valor eran gestionados por las familias más importantes de la zona.
En este collado confluyen varios caminos; hacia el oeste la pista que lleva hacia Aniés por la ermita de la Peña; hacia el sur la pista que conduce a la ermita de la Trinidad y Bolea; hacia el norte el desvío a Bentué de Rasal por el GR 1 y hacia el oeste la pista que lleva a Arguis, que es por donde continúa el Camino Natural.
La ruta abandona el recorrido del GR 1 en este punto, dejando atrás el denso pinar para internarse en una zona de matorral dominada por la formación de boj y erizón. Esta última especie se trata de un matorral espinoso de porte almohadillado endémico del Pirineo Central, que ocupa laderas erosionadas, rellanos y crestas con suelos poco profundos y pedregosos, principalmente en terrenos calizos. El erizón además de tener un importante papel protector contra la erosión, especialmente en estas zonas donde otras especies no pueden sobrevivir a los rigores climáticos, tiene también un gran valor estético, pues durante su floración veraniega cubre con una alfombra de color amarillo estas laderas.
Ascendiendo por la ladera y dejando atrás una preciosa vista de los picos del Pirineo se alcanza un pequeño collado donde se ubica un panel con información del Camino. A la derecha, al borde del barranco se emplaza una zona de descanso con un panel interpretativo que constituye un verdadero balcón natural hacia la sierra de Gratal y la Hoya de Huesca. Desde aquí el visitante puede contemplar la piramidal silueta del pico Gratal que, sin ser la cota más elevada, es una de las altitudes más conocidas de la sierra del mismo nombre.
Una vez retomada la ruta, y rebasado un pequeño arroyo de donde mana la fuente del Zapo, se alcanza la puerta de entrada a una finca privada que se debe sortear mediante un paso lateral. Tras un suave tramo de descenso, dejamos a la derecha un camino con puerta que conduce a Puibolea, continuando el avance por la pista y disfrutando de un paisaje donde los bojes presentan una mayor talla que en el trayecto recorrido.
El Camino continúa llaneando a media la ladera, y tras rebasar las vaguadas de dos pequeños barrancos, comienza un tramo de ascenso que se endurece tras tomar una curva cerrada a la izquierda, donde confluye un camino con una puerta metálica que comunica con el pico Gratal, en la zona de la Sarramiana.
La belleza del entorno hace más llevadera esta larga y continuada ascensión, que continua en dirección norte remontando el reguero Tacho. Sin apenas cobijo del sol y dejando atrás la silueta del pico Gratal, se llega hasta el punto más elevado del Camino Natural, el collado de Sarramiana, que ofrece una vista espectacular del pico Peiró y de los Pirineos frecuentemente nevados.
Convertido en senda a partir de este punto, la ruta comienza a descender por el sorprendente hayedo de Peiró, uno de los más meridionales de Huesca, cuyos valores naturales le ha otorgado la categoría de Zona Especial de Conservación bajo el nombre de ZEC Monte Peiró-Arguis.
Este frondoso bosque de hayas (Fagus sylvatica), con algunos ejemplares que fácilmente superaran los 200 años, presenta la peculiaridad de estar asociado al tejo (Taxus baccata), un árbol muy longevo y altamente tóxico (todo el árbol es tóxico excepto el arilo rojo que envuelve la semilla), en lugar de los habituales abetos que aparecen en el resto de hayedos del Pirineo. Otras especies como el boj, madreselva (Lonicera sp.) y la violeta silvestre (Viola sp.) aparecen en el sotobosque de este peculiar hayedo.
El descenso es pronunciado y la frecuente humedad del terreno lo hace en ocasiones resbaladizo, por lo que este tramo requiere cierta atención.
Tras las cuestas más acusadas, se puede encontrar un panel explicativo y el desvío al pico Peiró, a la izquierda de la marcha. En este punto el Camino gira a la derecha para seguir descendiendo a media ladera, ya con una pendiente mucho menos pronunciada, protegido por numerosos tramos de barandilla de madera y sirgas de metal, ofreciendo en los tramos más abiertos del bosque buenas vistas del pico Peiró y sus característicos estratos verticales de roca caliza.
Tras abandonar el barranco, orientado al norte, y con ello el precioso hayedo, la ruta avanza hacia el este, apareciendo poco a poco otras especies como quejigo (Quercus faginea), álamo temblón (Populus tremula), mostajo (Sorbus aria) o guillomo (Amelanchier ovalis). Aparece al frente la sierra de Bonés, y al este el embalse de Arguis a los pies de la sierra del Águila. El sendero gira a la izquierda y desciende por un tramo de fuerte pendiente atravesando un pinar de pino laricio (Pinus nigra), con sotobosque de boj.
Al final del descenso se llega hasta una pista forestal, que conduce a la derecha directamente hasta la presa de Arguis, pero el Camino Natural continúa a la izquierda hacia el bonito pueblo de Arguis. Tras una curva cerrada, se debe tomar la siguiente bifurcación a la derecha y continuar unos 800 m hasta que la ruta se desvía de la pista hacia la izquierda transformándose en un sendero. Tras caminar junto a un pequeño claro entre el denso pinar, se desemboca de nuevo en una pista, justo en el cruce del río Isuela.
Avanzando por esta pista se puede admirar un curioso paisaje de bancales de pastos y terrenos de margas, con multitud de cárcavas producidas por la erosión de estas rocas sedimentarias de origen marino. Este paisaje terroso y grisáceo, en algunos puntos casi lunar, acompañará hasta el pueblo de Arguis, al que se llega tras atravesar el cauce del río por dos pasos que, como indican las señalizaciones, pueden no ser utilizables en función del cauce del río.
Ya en el pueblo de Arguis, entre la típica arquitectura de montaña con casas de piedra, tejados de pizarra y chimeneas troncocónicas típicas pirenaicas (chamineras) se llega hasta un panel situado junto a unos lavaderos donde se pone fin a esta dura pero bonita etapa. En el pueblo destaca la iglesia de San Miguel, con origen en el siglo XII, cuyo retablo realizó posteriormente en el siglo XV el Maestro de Arguis y que actualmente se encuentra en el Museo del Prado.
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Colegiata de Bolea
La denominada colegiata de Bolea, es en la actualidad la iglesia de Santa María la Mayor de Bolea, pero, allá por el siglo XVI funcionaba como colegiata, es decir, se trataba de un templo de importancia, que aunque no era sede obispal, era un Abad el que la regentaba y había una importante comunidad religiosa, oficiándose la liturgia de manera similar a las catedrales.
Se erige sobre los restos de una iglesia románica anterior, que a su vez se había construido sobre un castillo-palacio árabe cuando en estas tierras luchaban los musulmanes contra los cristianos.
La iglesia actual se construyó entre los años 1541 y 1559 y muestra la transición entre el gótico y el renacimiento. Fueron diversos los maestros que contribuyeron a su belleza. La edificación fue realizada por Pedro de Irazábal y Miguel de Altúe. Se conforma por tres naves de la misma altura, aunque la central es más ancha que las laterales. La separación entre naves se produce por arcos ojivales y las bóvedas tienen forma de estrella.
La pintura del retablo mayor de la colegiata es una obra maestra de la pintura española del Renacimiento y fue pionera por su estilo en Aragón. Su autor fue el llamado Maestro de Bolea, pero se desconoce quién fue. Son pinturas al temple y representa diversos momentos de la vida de Cristo y de la Virgen. Son de destacar las expresiones de los personajes representados, los detalles en las plantas y arbustos y el colorido dominado por distintos tonos de rojos y verdes (escuela flamenca), así como la perspectiva, iluminación y sombreado (escuela italiana). La talla del retablo tiene la autoría de Gil de Brabante, de la escuela flamenca y residente en Huesca.
Contribuyen a su excepcional belleza el retablo de San Sebastián, el de Santiago y los retablos barrocos de la Virgen del Rosario, Nuestra Señora del Pilar, San Vicente, Santa Bárbara y el dedicado a la crucifixión, localizados en las diferentes capillas del templo.
Cabe destacar la sillería tallada del coro en madera de nogal, en la que se ha decorado los reposabrazos con motivos relacionados con el fuego, el agua o símbolos de alquimia. En el centro del coro, se observa el facistol, que es donde se colocaban los cantorales. Por último un órgano del siglo XVIII preside la nave central.
En 1991 se crea la Asociación de Amigos de la Colegiata de Bolea, creada por iniciativa popular que se encarga de su mantenimiento, protección y la difusión de sus valores culturales y turísticos..
En la actualidad ostenta los títulos de Monumento Histórico-Artístico por el Ministerio de Cultura (1983) y Bien de Interés Cultural (2004) por el Gobierno de Aragón.