Red de Caminos
Naturales
Camino Natural Ruta dels Molins d'Aigua
Descripción
Una ruta para caminar, nadar, disfrutar y aprender
A través del recorrido del Camino Natural Ruta dels Molins d'Aigua se pueden constatar las distintas formas en que el hombre se ha relacionado tradicionalmente con el agua, manteniendo el equilibrio con el medio que habitaba. Esta relación entre el agua y el hombre se manifiesta en los diferentes usos que se observan a lo largo del camino como son el energético, el productivo y el lúdico, que se materializan a través de molinos, huertas y zonas para el baño.
Esta ruta transcurre por diversas tipologías de caminos y permite conocer el valle del río Lucena desde varias perspectivas, ya que el transeúnte podrá andar a nivel del lecho y elevarse sobre el conjunto del río, pudiendo apreciar panorámicas del valle y pueblo de Lucena del Cid (Llucena). Desde la carretera CV-1740, tras 4,3 kilómetros se accede a una pista forestal que habrá que recorrer, durante 3 kilómetros, hasta el río donde se sitúa el cartel informativo que nos indica el inicio del Camino. La ruta comienza en el nacimiento del río Lucena, situado a 6,6 kilómetros de Lucena del Cid.
Tras recorrer unos 850 metros de esta pista, se encuentra una señal direccional a mano izquierda que indica que hay que desviarse por el camino que baja hacia el cauce. Desde este camino se puede contemplar, junto a las ruinas de una masía, una interesante panorámica del valle. Este sendero lleva hasta el primer molino de la ruta.
En este punto, se puede tomar un pequeño desvío de la ruta que lleva, remontando el río, hasta una zona de baño. Desde el Molí Ros, se ha de tomar una pista de tierra que sale paralela al cauce y transcurre por la ladera para volver a coger la pista de tierra por donde se comenzó la ruta. Se recorre esta pista por un breve tramo de unos 150 metros para encontrar una nueva señal de desvío a otra pista que atraviesa un pequeño conjunto de casas denominado Mas de Galapo.
Tras pasar las casas se toma una pista a mano izquierda que llevará al caminante de nuevo hasta el cauce del río. El Camino discurre siguiendo el curso, atravesando el mismo por un vado hormigonado. Poco después, se encuentra el siguiente molino, Molí Goçalvo. Este es un punto óptimo para hacer un alto en el camino y descansar, contemplando la balsa del molino a la sombra del álamo (Populus alba) que nace a sus pies.
Desde aquí, se cruza el río por una curiosa estructura que es una acequia, vado y azud a la vez. Ya en la margen derecha del río, se sube por la pista para desviarse a los pocos metros por una pista que sale a mano izquierda y de nuevo, 70 metros después, por otra que sale a mano derecha.
En este tramo de unos 400 metros se pueden observar los huertos tradicionales regados por el río, el complejo de la Masía (Mas de Mollón) y el medio natural. Tras el paso por un puente de piedra el camino se incorpora a un tramo hormigonado que recorre la margen izquierda. Inmediatamente pasado el puente, se dejará un curioso lavadero realizado sobre la acequia a mano izquierda.
Una vez andados unos 400 metros desde el lavadero, se vuelve a cruzar el río por otro vado. Tras seguir el curso durante no más de diez minutos, se puede observar cerca del río un molino restaurado. Más adelante, es interesante detenerse a observar un antiguo muro de mampostería realizado con maestría, fruto del tesón y la paciencia con la que afrontaban el trabajo los mamposteros de la época. Aquí se puede observar cómo los agricultores construían oquedades en el muro para resguardarse de las inclemencias meteorológicas y mantener frescos los alimentos.
El Camino continúa a la altura del río para poco después elevarse ligeramente y enlazar con un tramo asfaltado que conduce a un pequeño conjunto de casas. En este punto, una señal indicará la dirección que más adelante conducirá al viajero de nuevo al cauce. Unos 250 metros pasadas las casas, se toma un camino de herradura señalizado a mano izquierda que discurre paralelo al cauce. Al poco de andar por este tramo, pronto se encuentra una zona de baño con una pequeña playa de grava donde refrescarse llamada El Toll de Carlos.
Se asciende de nuevo por el sendero hasta enlazar con una pista de tierra, que se toma en sentido descendente y que conduce al lecho del río. Justo antes de cruzar un antiguo puente de piedra, es posible detenerse para observar un pequeño cañón excavado por el agua. Una vez dejado atrás el puente, una señal indica que el Camino que continúa a la derecha.
Aquí se pueden ver las ruinas de un complejo de molinos que utilizaban la energía del agua de forma secuencial, pasando desde el más alto al más bajo. Este último fue arrasado por una crecida del río.
Pocos metros después, el Camino se desvía a mano derecha, ascendiendo sobre el valle para luego volver a bajar a nivel del cauce. A mano derecha se puede ver una gran pasarela sobre el río, La Badina, que lleva hasta el pueblo de Lucena del Cid. El Camino Natural continúa siguiendo el río para encontrar inmediatamente después uno de los puntos más interesantes para el baño de la travesía (La Badina). Esta zona contiene, además de un pequeño cañón excavado en la roca, una zona de agua embalsada por un azud y un área recreativa.
El Camino continúa siguiendo el curso por la margen izquierda hasta pasar delante del Molino el Batán, utilizado antiguamente para cardar lana. A los pocos metros, se cruza una vez más el río en el punto señalizado para volver a ascender sobre su curso por la ladera de la margen derecha. Transcurridos casi 500 metros desde el vado anterior, se deja a mano derecha la estación de aguas residuales de Lucena del Cid, donde la pista se transforma en sendero. Poco después, se enlaza con otra pista hacia la izquierda. Tras dar un par de curvas cerradas, una señal indica que se debe tomar el sendero que desciende hacia el río. Siguiendo el curso durante 100 metros se ve una pequeña cascada formada por la balsa del Molí de Panissares.
Es en este punto donde se debe cruzar el río para recorrer el otro lado, ascendiendo por una fuerte pendiente. Aquí se puede ver un ejemplo de paso de agua rústico construido para salvar una de las numerosas acequias que discurren de forma paralela al río. Después de coronar la parte alta del sendero, se comienza el descenso que nos conduce por última vez al río Lucena, no sin antes parar a mitad del descenso para observar una panorámica del paraje denominado Toll Blau.
Aquí también se podrá ver el último molino de esta ruta, conocido como Molí de Penya Roja. Justo antes de pasar por el paso de agua que cruza el río. Se debe estar atento a la señalización que marca tomar la pista hacia la derecha.
Unos 200 metros después de cruzar, se toma la bifurcación de la derecha para llegar, justo después de pasar la Mas de Penya Roja, al punto final de este recorrido.
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Lucena del Cid
Situada en la montaña media de l’Alcalatén, a 568 m de altura, y a 33 Km. de Castellón, Lucena del Cid está emplazada estratégicamente sobre el estrecho y alargado lomo de un espolón montañoso, en medio de las estribaciones que, a modo de gigantesca y agreste escalera, desciende desde Penyagolosa (la máxima altura valenciana) al mar. Desde su elevada posición, domina el profundo valle del río de su mismo nombre, vía de penetración hacia las tierras altas del interior desde la antigüedad.
La población se muestra a los ojos del visitante como un reguero de casas presididas por un gran caserón (el Castell) que, en otros tiempos, fue casa y castillo feudal construido sobre una anterior edificación musulmana. Se desconoce el momento histórico de la fundación de Lucena del Cid, aunque la raíz latina de su nombre nos proporciona un indicio del mismo, sin excluir asentamientos anteriores de épocas ibéricas o incluso del bronce, de las cuales se encuentran vestigios en diversos lugares del término municipal.
Tras la conquista cristiana del siglo XIII, Jaume I concedió, en 1233, en feudo todo el territorio del castillo de l’Alcalatén, incluida Lucena del Cid, al noble aragonés Eiximén d’Urrea. En 1798, al morir el último de los Urrea, el décimo Conde de Aranda, famoso ministro ilustrado de Carlos III y Carlos IV, el señorío pasó a la casa ducal de Híjar, donde permaneció hasta la definitiva supresión del feudalismo, en el segundo tercio del siglo XIX.
Ecología de la ZEPA Penyagolosa
La gran biodiversidad reinante en el macizo del Penyagolosa está originada por los diferentes substratos calcáreos y silíceos y por la combinación de los climas continental y mediterráneo.
En las cotas más bajas crece el pino negral (Pinus nigra), a la solana y con substrato silíceo encontramos el pino rodeno (Pinus pinaster) y en las umbrías y tierras altas predomina el pino albar (Pinus sylvestris). También es frecuente observar formaciones de sabina albar (Juniperus thurifera). Asimismo, cabe destacar la presencia de quejigo (Quercus faginea), tejo (Taxus baccata) e interesantísimas formaciones de melojo (Quercus pyrenaica).
Entre la fauna asociada al riquísimo ecosistema del Penyagolosa destaca la ornitofauna de grandes rapaces diurnas y nocturnas, como el águila real (Aquila chrysaetos), el águila perdicera (Hieraaetus fasciatus) y el búho real (Bubo bubo).
También es relevante la presencia del piquituerto (Loxia curvirostra), el pico picapinos (Dendrocopos major) y de la chova piquirroja (Pyrrhocorax pyrrhocorax). Entre los mamíferos es importante la presencia del gato montés (Felis silvestris), la cabra montés (Capra pyrenaica), la gineta (Genetta genetta), el tejón (Meles meles) y el corzo (Capreolus capreolus).
De entre la fauna invertebrada sobresalen las mariposas isabelina (Graellsia isabelae) y apolo (Parnassius apollo).